La lluvia rompe una jornada de esperanza

La Borriquita tuvo que aligerar su retorno en la calle la Fuente La Sagrada Cena y la Redención vuelven por el camino más corto a pesar de la lluvia Los Mutilados se tienen que refugiar en la Concepción.

Eduardo Sugrañez, Huelva

21 de marzo 2016 - 08:12

La primavera entró en el Domingo de Ramos y lo hizo como es este tiempo, con una mañana de sol radiante con luces del cielo azul de Huelva que se iba tiñiendo de nubes.

La tarde fue tuvo esa inquietud propia que trae los cambios primaverales. En San Pedro, el sol y, cuando se aproximaba la hora de la salida, las nubes iban angustiando a todos, las previsiones del tiempo hablaban de lluvia débil; al final, todo quedó en leve chispeo cuando la Virgen de los Ángeles abandonaba la cuesta de Licenciado Juan Agustín de Mora para introducirse en la Plaza de San Pedro. Las hermandades habían decidido la demora de su salida en una hora. Al final, la Primavera le hizo un guiño a las cofradías y del 95% de probabilidades pasó a solo un chispeo pudiendo salir. Sin embargo, al final la lluvia hizo acto de presencia y rompió un día en el que al final todos pensaba que iba a tener normalidad aunque pendiente del cielo. El chaparrón cayó a las 22:10, cuando la Borriquita se adentraba por la calle la Fuente y se vio obligada a aligerar su recorrida. Mientras el paso de misterio de la Sagrada Cena ya salía de la Carrera Oficial y el palio estaba en el Banco de España cuando le sorprendía la lluvia. Detrás la Redención tuvo que aligerar también y tras salir de la Carrera Oficial se le puso al Señor un capote y decidió retornar por el camino más corto a su templo. Mientras la Hermandad de Mutilados tenía su cruz de guía en la calle Concepción cuando sufrió la descarga de la lluvia. El paso del Cristo de la Victoria se dirigió hacia la parroquia de la Concepción para refugiarse, lo mismo que el cuerpo de nazarenos. Sin descomponer y aligerando, el cuerpo de nazarenos del palio se aproximaba hasta este templo, entre aplauso a los esfuerzos de los costaleros mientras la banda seguía ton la marcha. Andando hasta refugiarse, desde donde salía a las 00:30.

La mañana fue totalmente distinta. La celebración de la Semana Santa se inició con la misa de ramos y la procesión de palmas que el Obispo de Huelva, José Vilaplana.

Una jornada muy especial al celebrarse en el Año de la Misericordia y las miradas de todos está en el gesto solidario que irá este año destinado a la casa de acogida Santa María del Mar.

La tarde fue de espera e incertidumbre, pues con un sol ardiente en algunos momentos era difícil pensar en una hora de demora y que al final no salieran las cofradías por la cuestión climatológica. Las predicciones meteorológicas fueron cambiando y todo pudo ser realidad, nadie sabía lo que iba a ocurrir por la noche.

Esta espera hizo que la Plaza de San Pedro fuese un hervidero de gente que se fue congregando, mucho más que en otras ocasiones, todo estaba lleno, a excepción del porche que este año la Policía Nacional se encarga de que nadie acceda hasta el mismo por cuestión de seguridad, pero nada resto belleza a la salida.

En el interior del templo se estrenaba de capataz en el paso del Señor de la Borriquita Manuel Gómez Carnicerito. Llamó a Jesús Flichi hijo y la cuadrilla atendió al capataz, la primera levantá la hizo Pepe Zarandieta, antiguo costalero al que se le dedicaba como a Antonio Hierro. Luego se fueron escuchando la música de las zapatillas costaleril sobre el blanco mármol de la iglesia mayor de San Pedro, acercándonos hasta la Puerta del Mar con la que se abre de manera testimonial la Semana Santa de Huelva, ya que desde hace unos años es la de la Sagrada Cena la que pone primero los pasos en la calle por aquello de que vienen de un trayecto más largo.

En San Pedro un poco de calma con una consigna, lo mismo que en el resto de las cofradías, la que hacía el hermano mayor Carlos Longo de que "si el agua aparece, que no se espera, que todo se haga con tranquilidad".

En la plaza, de nuevo la primavera ponía sus notas con las flores blancas de los almendros de sus esquinas que ofrecían una flor más a ese jardín de belleza que es el palio de la Virgen de los Ángeles, gracias a las manos de Antonio Rivera.

Bajaba el palio por la cuesta con la marcha En el cielo de tus ojos con un leve chispeo, pero todo se disipó pronto. Solo un susto. El palio iba andando al mando de Francisco Rey Roque que en este Domingo de Ramos compartía su familia dos cofradía, esta y la de la Sagrada Cena en la que su esposa, Mariola Luego, es la presidenta de la comisión gestora.

El palio, lo mismo que antes el Señor de la Borriquita, enfiló hacia la casa de las familias Flichi Redondo y de Rodríguez Redondo, ambas unidas a la vida de la cofradía. El palio casi llegó a tocar las rejas de la casa. Todo fue emoción y continuaba su caminar al son de la marcha Rocío, un clásico para enfilar Daoiz desde esta casa.

En el centro de la ciudad todo era un hervidero y en los balcones del Ayuntamiento se colocaban los reposteros de la ciudad a la misma hora que iba a salir la Cofradía de los Mutilados. La de ayer fue una jornada de confraternidad, pues las cuatro cofradías acordaron de común el retraso por la previsión de lluvia.

Con la Sagrada Cena se vio la primera de esas muchas vueltas de maestría que se dan en Huelva. Lo hacía la barcaza de pescadores del paso del Señor del Amor para entrar en El Punto, al mando de la cuadrilla iba Antonio Quiñones. El paso, con palio de palmeras y escolta de banderas iberoamericanas de la Casa Colón, acompañado de su agrupación que estrenaba uniforme.

La Virgen del Rosario venía por la Alameda y hay que decir que no hay calle fea para ver una cofradía, por muy grande que sea. Llegaba a Huelva rezando, con el estribillo de Estrella de los Mares de la marcha Esperanza de Triana Coronada cuando se veía al fondo, por la avenida de Italia, el horizonte de Huelva sobre su ría en una puesta de sol con un sol amarilla con fuerza.

No se empequeñecía nada ante tantos edificios altísimos en esta entrada de la ciudad. Se enfilaba el paso hacia el monumento a la Virgen del Rocío y volvían todos los que esperaban al paso a rezarle a la Virgen con la Banda de Música Virgen de las Angustias de Sanlúcar la Mayor, sonaba Encarnación coronada y todos cantaban la Salve. Los costaleros se subieron al monumento y colocaron una hermosa cesta de flores.

El solo de Rocío para la despedida fue, sencillamente, genial. El capataz del paso sabe cómo elegir las marchas. Fernando Melgar en esta chicotá que le trajo hasta aquí se le rompió el llamador y tuvo que coger un martillo de la priostía para dar las órdenes a sus costaleros.

Una de las estampas más entrañables la protagonizó el Domingo de Ramos la Hermandad de la Redención. Es la segunda cofradía que está con los residentes del Asilo de Santa Teresa de Jornet. Desde aquí salió el cortejo. Una buena idea para hacer una llamada a su barrio y construir un templo capaz de albergar sus paso. Ese es el deseo de todos en Cristo Sacerdote, encabezado por la iniciativa de su párroco, Andrés Vázquez.

Así se adentró hasta el centro de la ciudad y volvió a pasar por el callejón antes de San Andrés y a partir de este año del Santo Entierro. La noche ya se había echado en Huelva. De una chicotá el paso, que mandaba este año Amador Morales, se encajó delante de la parroquia mayor de San Pedro, todo para dejar pasar a la Hermandad de Mutilados que venía por Jesús de la Pasión. El sustillo lo dio la cofradía al ver que de la calle Daoiz se volvía la cruz de guía, todo era un reajuste en el cortejo, al menos así se entendió.

De San Sebastián llegaba el Cristo de la Victoria, recibido este año en calle la Fuente con pétalos rojos y saeta desde los balcones. El palio de la Paz venía especialmente hermoso con su candelería encendida , con bouquets bellísimo de azucenas y su frontal que es todo fragancia de azahar. Pétalos blancos para la Virgen desde el mismo balcón. Buscaba así el centro de la ciudad, hasta donde llegó haciendo la acostumbrada ofrenda floral en el Monumento a la Inmaculada Concepción, con el rezo de su junta de gobierno.

Era la última en entrar en la Carrera Oficial, la que había abierto este año con algo de retraso por la demora de las salidas. Lo abrió la Borriquita en un palco que presidió el obispo de Huelva, José Vilaplana Blasco; el alcalde de la Ciudad, Gabriel Cruz; el presidente del Consejo, Antonio González; el vicario para la Celebración de la Fe, Emilio Rodríguez Claudio; el obispo del Chad, la teniente alcalde de Cultura, Elena Tobar, y el pregonero, José Ángel González.

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