La última huella del imperio RTC
patrimonio Un legado británico olvidado por todos, cuya estructura impresiona al verla por la H 30 o desde el tren
El depósito de El Polvorín era utilizado cuando no se podía embarcar el mineral en los buques en la Ría · El Ayuntamiento estudiará el valor arquitectónico de la portentosa estructura para su posible catalogación
Ahí continúa como la última gran huella de la todopoderosa Río Tinto Company Limited (RTC). Ahora se puede ver en toda su potencia desde la H 30, en la circunvalación, o desde el tren. Está en las Marismas del Polvorín. Hoy aquella gran obra de la RTC, el depósito de minerales de El Polvorín aparece envuelto en un entorno degradado, pero aún así se puede percibir la fuerza de sus veinte muros levantados en la segunda mitad del siglo XIX, seguido de otra estructura similar paralela. Imanta una atracción especial. Su portentosa construcción ha llegado a nuestros días porque aquello no hay quien lo derribe y en su lugar el ingenio de muchos lo ha convertido en zona de cuartillos particulares para muy diversos usos, dos tabiques levantados al amparo de los grandes muros y techado.
Construido el muelle cargadero en la ría del Odiel, la Compañía Río Tinto construyó en 1876 este depósito de mineral conocido como El Polvorín. El objetivo no era otro que el almacenaje de la extracción que se realizaba en la mina y que no podía embarcarse a causa de la falta de barcos. Por ello se hizo una gran estructura auxiliar junto a la vía de la RTC y de la línea férrea de Huelva, para garantizar el máximo depósito. Amador de los Ríos lo describe en su recorrido por Huelva, en 1891: "A dos kilómetros aproximadamente de camino durante el cual marcha la vía minera paralela a la del ferrocarril de Sevilla, levantada sobre la marisma, se muestra singular y ennegrecida construcción formada por larga serie de pilas de fábrica de ladrillo, aligeradas por arcos sobre las cuales apoyan resistentes vigas de hierro. Es un depósito para mineral, donde los vagones vacían cuando no hay buques para cargarlo en el muelle y puede contener hasta 50.000 toneladas".
En el Archivo Histórico Minero Fundación Río Tinto se tiene el dato que este almacén fue levantado en 1876 y ampliado posteriormente a 110.000 toneladas. A su lado se construyó en 1895 otro depósito para 72.000 toneladas.
En el estudio de la Historia de la Arquitectura Inglesa en Huelva, de Miguel González Vilchez, analizando fotografías antiguas asegura que se trataba de dos naves paralelas cubiertas a dos aguas con estructura metálica y de considerable altura. Poseían una marquesina lateral y los trenes accedían por un extremo a cota superior para descargar por el fondo el mineral en la planta baja. Se trataba de un sistema de vías elevadas apoyadas en jácenas de celosía metálicas las cuales a su vez descargaban en muros de carga aligerados por arcos para comunicar entre sí los receptáculos en planta baja.
Hay que señalar que en la actualidad se conservan los restos de las dos estructuras independientes, una de ellas la descrita por Amador de los Ríos, la sustentada por una serie de pilas de fábrica de ladrillos aligeradas por arcos, mientras que la otra es a modo de una serie de dos grandes pilares.
A pesar de que hoy existe un interés especial por el legado inglés como elemento de promoción turística al que se ha unido también Huelva, esta portentosa estructura está en el olvido. No cuenta con ningún tipo de catalogación por parte local en el PGOU ni tampoco desde Cultura como patrimonio industrial, ni si quiera lo contempla la guía de edificios del Colegio Oficial de Arquitectos. Ahora habrá que esperar que obtenga la sensibilidad del equipo universitario que realizar el Catálogo del Patrimonio de Huelva.
Ángel Sánchez, concejal de Turismo, apunta que la estructura está en una propiedad privada y de su futuro dentro del patrimonio inglés señala que "hay que estudiar su valor arquitectónico, porque del sentimental sabemos que cuenta y de ahí ver si se puede aplicar algún tipo de protección". El interés municipal estaría en la preocupación por la conservación y difusión que tienen por el patrimonio inglés.
Mientras tanto queda aquí el recuerdo a una época industrial en la que la ciudad vivía sumida en el poder de la economía británica. Pasado el tiempo se ve como testigo de una época. Si hoy impresiona la estructura habría que ver cómo era cuando estaba en pleno funcionamiento. Es la huella del faraón RTC, inmensos muros desafiantes al tiempo en las Marismas del Polvorín.
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