Los tres imputados del caso Mari Luz se pierden en contradicciones

Rosa del Valle dice que el traslado en coche del carrito hasta una zona cercana al Estero del Rincón se produjo a las 16.45 h. · Isabel, que a las 16.30 h. Santiago regresó a casa con las botas manchadas

Los tres imputados del caso Mari Luz se pierden en contradicciones
Los tres imputados del caso Mari Luz se pierden en contradicciones
Raquel Rendón / Huelva

10 de mayo 2008 - 01:00

Las declaraciones de los tres imputados en el caso Mari Luz -el pederasta Santiago del Valle, su hermana Rosa y su esposa, Isabel García- han resultado ser una pura contradicción. De hecho, el relato de cada uno de ellos con respecto a lo que aconteció en la tarde del 13 de enero difiere en gran medida de los de los otros dos y serán finalmente las pruebas de los informes realizados por la Policía y los forenses las que logren esclarecer el caso.

La primera diferencia notable se encuentra en la última declaración ante la titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Huelva del vecino de la menor de El Torrejón, en la que Santiago del Valle exculpa a su mujer y a su hermana de la muerte de Mari Luz Cortés. El pederasta aseguró que actuó solo en todo momento. Sin embargo, su esposa coloca a Rosa del Valle como cómplice en el caso y a su marido como autor del crimen: "Creo que debió hacerse dentro de la habitación y con la puerta cerrada. Santiago engañó a la niña y Rosa es cómplice".

El contexto temporal fluctúa también de un testimonio a otro. Mientras Rosa dice que su hermano llamó a la puerta de su habitación a las 16.45 horas y le pidió que lo llevara en coche "a Carrefour a comprar" junto al carrito en el que presuntamente habría escondido el cuerpo de Mari Luz, Isabel García indicó que, tras despertarse a las 15.20 horas de una breve siesta, ni el pederasta ni su cuñada estaban en casa. A esto agregó que cuando Santiago volvió a casa (16.30 h.) explicó su ausencia diciendo que venía del campo de dar una vuelta, cerca de Carrefour (en la zona de Vistalegre), y que se fijó en que tenía las botas llenas de barro amarillo.

Santiago del Valle aporta una versión parecida a la de su esposa, pero más detallista: salió de la Avenida de Las Flores con el carrito de la compra en el ocultaba el cuerpo (no sabe si inerte o no) de la chiquilla, se dirigió hacia el hotel AC (junto a la Avenida de Andalucía), cruzó la autovía por un túnel que hay debajo, se dirigió a un descampado que colinda con el Campus de El Carmen en la nueva urbanización de Vistalegre y arrojó el cuerpo a una alcantarilla, deshaciéndose a continuación del carro en los contenedores de un obra cercana.

Pero lo más significativo es, tal vez, el hecho de que Rosa del Valle contradiga el relato de su hermano y admita haber accedido a llevarle, a pesar de que era domingo, hasta un supermercado. La presunta cómplice manifiesta que Santiago del Valle metió el carrito en el maletero de su coche, aparcado en la Plaza Rosa, tomaron la Avenida de Las Flores, giraron hacia la calle Juan Nicolás Márquez Domínguez, y se dirigieron a la Avenida de las Fuerzas Armadas, donde Santiago se apeó en una parada de autobús frente a un polígono cercano al Estero del Rincón y continuó a pie el trayecto mientras su hermana se iba a un salón de juegos para regresar al domicilio familiar en torno a las 18.30 horas. Cuando Rosa volvió a casa la pareja no estaba, llegó sobre las 20.00 horas de dar un paseo -según testificó Isabel García- hasta la Avenida de Andalucía mientras el pederasta urdía su plan para escapar de las garras de la justicia, persuadiendo a todo su entorno de que le proporcionara la coartada adecuada.

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