Un belén viviente en los Nogales
Más de 80 jóvenes y niños dan vida al nacimiento de Puerto Moral, ubicado en el barranco de la Madrona Diecisiete escenas se distribuyen a lo largo del recorrido que comienza en la posada
Puerto Moral vuelve siglos atrás con su belén viviente. Un corto camino, cuesta abajo, con escenas a ambos lados en un paraje único: la zona de los Nogales, más conocido como el barranco de la Madrona. Un sitio de especial belleza por la orografía del terreno, cercano a una gran dehesa y por su destacada presencia de arboleda y plantas típicas en la Sierra. Un espacio que muy pronto acogerá un jardín botánico. De hecho en este belén ya se puede divisar algunas mejoras de cara a ese futuro jardín como la lieva que va junto al barranco, en cuya escena hay jóvenes mujeres lavando ropa y otras que la tienden de forma primorosa.
A la entrada del pueblo era fácil divisar donde estaba el nacimiento. Movimiento de muchas personas foráneas, caras conocidas del pueblo y música navideña. Bajo un gran nogal, de los que aún queda en esta zona, estaba el pórtico de entrada al belén con un letrero bien visible y realizado de forma artesana. Miembros de la asociación de mujeres la Espiga y de la Cabalgata acogían a los visitantes con una rica bebida y un buen mantecado. El belén es realidad gracias al trabajo de muchos vecinos que trabajan de forma desinteresada.
La entrada era gratuita, aunque había una gran hucha donde se podía dar la voluntad. Lo recaudado se destinará a una causa social. La primera escena, de un total de diecisiete era la posada. Aparte había huerto, pescadería, frutería, zapatería… las típicas de un belén viviente que recuerda a la época de antaño. A todas daban vida muchos personajes, y todos muy jóvenes -se quiere mantener el público infantil como protagonista del mismo- .
Participaron algo más de 80 vecinos de Puerto Moral y niños vinculados con familias del pueblo, siempre con una sonrisa y dispuestos a ser fotografiados por el numeroso público. La espontaneidad de los más pequeños provocó la sonrisa en los visitantes. Había jóvenes desde algo más de veinte años hasta un recién nacido con apenas quince días de vida en el nacimiento.
Las escenas sorprendían por el cuidado de los detalles. Muchos objetos y utensilios antiguos, algunos más recientes y siempre facilitado por los vecinos de Puerto Moral. Entre una gran multitud de cosas, había muchos recipientes de cerámica, sartenes, punzones, sierra de cortar, corcho, fruta, pescado, plantas recién sembradas en el huerto, hortalizas, telas, madera y piedra para cada escena, pozo, animales vivos como burros, palomas, ovejas o gallinas, herramientas antiguas y un largo etcétera, que contribuían a dar realismo a la escena.
En algunas el público interactuaba con los jóvenes, como por ejemplo en una donde se asaban castañas para la degustación de este rico fruto serrano por los visitantes. En el huerto se permitía ir y acercarse a todos los rincones siguiendo caminos señalizados por bonitas y antiguas piedras.
Existía un lugar vallado para ovejas, una pequeña huerta donde jóvenes sembraban algunas hortalizas como lechugas, que algunas gracias a la lluvia del pasado fin de semana hasta habían "agarrado" perfectamente, y niñas que preparaban diferentes vestimentas gracias a la lana de las ovejas.
Un sinfín de cosas en un belén viviente donde la vista se pone a prueba y la satisfacción es la mejor recompensa. El buen trato de la gente es una garantía para no faltar a esta cita en Puerto Moral pese a sólo ser su segundo año de vida. Una de las escenas que destacaba era la protagonizada por jóvenes pescadores en el propio barranco de la Madrona, que llevaban todo a una pescadería próxima. Al final del camino las dos escenas más esperadas; el Nacimiento y la de los tres Reyes Magos que dieron incluso caramelos a los asistentes.
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