El Señorío de Moguer, en el cierre del Congreso del Descubrimiento

Seis conferencias pusieron ayer el broche al simposio internacional que ha analizado las repercusiones de los viajes de Cristóbal Colón

Una de las conferenciantes.
Una de las conferenciantes.
Redacción Huelva

13 de octubre 2014 - 01:00

El retorno de los Niño y las repercusiones del Descubrimiento en el Señorío de Moguer es uno de los temas que centró la jornada de clausura del II Congreso Internacional del Descubrimiento, celebrado este fin de semana en San Juan del Puerto. Durante el cierre de ayer, seis conferencias ahondaron en las diferentes repercusiones de aquel sensacional viaje emprendido por Colón en 1492 desde el puerto de Palos.

Diego Romero, director del Archivo Histórico Municipal de Moguer y de la Biblioteca Iberoamericana, firmó una conferencia en la que subrayó que el regreso de Colón y los Niño con la noticia del Descubrimiento se convirtió en un acontecimiento estelar. Los marinos de Moguer, como ya demostraron a lo largo del primer viaje colombino, se emplearon a fondo en la exploración de las nuevas tierras, explicó Romero.

Las condiciones del viaje, el papel protagonista de la carabela Niña o el recibimiento propiciado a los tripulantes en La Rábida, Palos de la Frontera y, sobre todo, en Moguer -solar de los Niño-, fueron analizados con precisión, destacando el arribo y presencia de los aborígenes taínos y las exóticas mercaderías que Colón trajo de las nuevas tierras.

La breve y última estancia del almirante en Moguer, antes de partir para Barcelona al encuentro de los Reyes, abrió las puertas a un nuevo mundo cargado de posibilidades y afectó al modus vivendi y las estructuras de la villa señorial en el municipio. Los otros viajes colombinos, y aquellos realizados por particulares bajo el amparo de la Corona, llevaron a Pedro Alonso Niño, al comendador Vélez de Mendoza, al piloto real Andrés Niño o a Diego García a seguir por su cuenta con nuevas exploraciones.

El interés de miembros de la nobleza, como Pedro Portocarrero El Sordo, señor de Moguer, que colaboró en la financiación del segundo viaje colombino, y otras personas de diferentes sectores por el negocio de las Indias, tuvo reflejo en las relaciones comerciales, según apuntó Diego Romero en su charla. En Moguer, las autoridades cuidaron la infraestructura y la actividad portuarias, entrando en conflicto de intereses en no pocas ocasiones con la vecina villa de Palos. Su implicación en la gesta descubridora tuvo consecuencias en la emigración, y también propició el incremento de la flota de barcos y una cada vez más nutrida familia marinera vinculada a la Carrera de Indias.

Pilar Gil, por su parte, profesora titular de la Universidad de Huelva, trató ayer también del flujo de población indígena de sus territorios originales hacia España desde los inicios del Descubrimiento. La mayoría de esa población fue esclavizada, mientras otros pocos, autoridades en sus pueblos, recibieron un trato acorde con su estatus. Constatando la escasez y la fragmentación de la información reflejada en los documentos, acerca de cómo fue el devenir vital de los indígenas en España, puede decirse -concluyó Gil- que la historia la escriben quienes tienen el poder de hacerlo. "Y por ello serán éstos quienes, en función de sus intereses, diseñen la imagen de los aborígenes, anulando la diversidad cultural que los caracteriza y reduciéndolos a una realidad homogénea y estereotipada. Los indígenas, como representantes de la otredad, serán mantenidos en la ausencia", explicó.

La doctora María da Graça Mateus, del Instituto de Cultura Ibero-Atlántica de Portugal, participó en la última jornada del congreso comentando que los viajes de Cristóbal Colón a los antípodas occidentales desencadenaron un proceso complejo de interpretación del Nuevo Mundo. La oposición entre el Viejo y el Nuevo en la Europa Moderna, marcada por el peso secular de la tradición judaico-cristiana y de la admiración y respeto por la autoridad de los clásicos, constituye un obstáculo a una interpretación objetiva y despojada de la realidad en el Nuevo Mundo, explicó la profesora portuguesa. "Nombrar el Nuevo con nombres viejos -señaló- revela un proceso de apropiación y de expropiación, así como un horizonte de expectativas configurado por una experiencia previa".

Según mateus, en la lectura del Nuevo Mundo, por los navegantes europeos, es claro que la expectativa precede el conocimiento, la interpretación se solapa a la observación y la analogía neutraliza la diferencia. Las cosas tienen los nombres que convienen a quién los atribuye. Fue así con Colón que, en un acto de apropiación de la realidad y de configuración del mundo en armonía con sus convicciones, fue dominado por una furia nominativa.

Cristóbal Colón, dijo, no inventó América, considerando la semántica quinientista del verbo inventar. Su hecho involuntario fue la apertura del camino para esa invención. Con razón, dijo Jorge Luis Borges que Colón "incurrió en el tropezón mayor de su vida y para colmo le birlaron la gloria de su accidente".

La jornada de conferencias comenzó ayer con el profesor de Historia Moderna y Vicerrector de la Universidad de Santiago de Compostela, Roberto Javier López, que habló sobre las derivaciones de la empresa americana en el Reino de Galicia. Y a éste siguió la doctora Luise Benat, de la universidad francesa de Paris IV-Sorbonne, quien analizó qué supuso el Descubrimiento del Nuevo Mundo en Italia, centrándose en las navegaciones de Ramusio.

Por último, y poniendo fin a este congreso internacional, interveno Bárbara Polo, de la Universidad de Valladolid, que destacó los reflejos de la carta náutica de Colón de 1494 en la cartografía europea.

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