Fertiberia defiende un proyecto "seguro" y que evitará las filtraciones
Rechaza las críticas de la Universidad a su propuesta Considera que la retirada del yeso supondría un mayor perjuicio ambiental La restauración acabaría a finales de la próxima década
El proyecto para la restauración de las balsas de fosfoyeso es "seguro" y evitará las filtraciones de contaminantes a la Ría. Ese es el mensaje que la empresa Fertiberia trasladó ayer para hacer frente al rechazo expreso a su propuesta por parte de la ciudadanía y las críticas vertidas desde algunos departamentos de la Universidad de Huelva. "El proyecto es sólido, contrastado, científicamente sustentado y asegurará a la ciudadanía la mejor restauración medioambiental", afirmaba el director de la fábrica, Roberto Ibáñez, en rueda de prensa.
Fertiberia presentaba por primera vez públicamente el estado de ejecución de unos trabajos que empezaron hace cuatro años, después de que el Tribunal Supremo ratificara la sentencia que declaraba caduca la concesión de ocupación de la marisma obligando a la empresa a cesar el depósito de fosfoyeso. Con un presupuesto estimado de 65,9 millones de euros, el objetivo de su proyecto de restauración es triple: garantizar la estabilidad estructural de los apilamientos, eliminar la posible generación de contaminación y restaurar la zona para reintegrarla en el medio ambiente circundante.
Dentro del primer capítulo se han ejecutado numerosos estudios de estabilidad sísmica, estáticos y dinámicos, incluso se ha tenido en cuenta la posible afección de un tsunami, destacaban ayer los técnicos encargados del proyecto. De hecho, esta área ha sido una sobre las que se han pedido estudios complementarios que acaban de ser entregados.
Objetivo clave será evitar la salida de contaminantes a la Ría, con un confinamiento que evite filtraciones una vez las balsas estén restauradas. Para ello se propone ejecutar una cobertura con materiales naturales y sintéticos (polietileno de alta densidad, arcilla compactada y un enmendado con calizas) que posteriormente será cubierto con una capa adicional de tierra vegetal y plantas autóctonas. Con esta cobertura se intenta impedir el contacto del agua de lluvia con los yesos como fuente fundamental de posteriores filtraciones; además, se han diseñado dos estructuras de drenaje separadas, una para las aguas embebidas en los fosfoyesos y otra para recoger las aguas superficiales.
¿Evitará este sistema las filtraciones que según un estudio de la Universidad de Huelva se están produciendo desde las balsas a la Ría? El trabajo realizado por el investigador Rafael Pérez-López y adelantado por Huelva Información alerta de que en la actualidad hay 56 puntos de fuga de aguas ácidas al estuario, tanto desde las balsas por restaurar como desde las ya restauradas, y considera que el proyecto de Fertiberia "no evitaría la descarga de compuestos químicos contaminantes a la Ría de Huelva". Para el miembro del departamento de Geología de la UHU, el riesgo está no ya en el agua de lluvia, sino en los restos de agua marina contenida en los poros del residuo y en la entrada de líquido a causa de las mareas.
La empresa Eptisa rechaza ese presupuesto, basándose en los resultados de un estudio hidrogeológico complementario entregado al Ministerio. "No tengo todos los datos de los estudios de la Universidad, pero creo que no se tienen en cuenta algunos aspectos muy importantes y se hacen algunas aseveraciones que van contra la lógica hidrogeológica", defendía ayer Óscar Velasco, geólogo de la empresa Eptisa. Según expuso Velasco, la mayor parte del basamento sobre el que están los apilamientos de fosfoyesos está constituido con "un material prácticamente impermeable, los fangos", que además cuenta con abundante material orgánico que genera un ambiente físico-químico adecuado para la neutralización de la acidez, atenuando así una posible contaminación. En cuanto a la parte que tiene otra composición, los denominados canales mareales, "se puede producir una eventual descarga de agua", reconoció el geólogo. "Ahora bien, esas salidas hay que ponerlas en sus justos términos", remarcó. "Es un agua que va a estar seguramente atenuada por procesos de atenuación natural. Y hay que considerar no sólo el volumen, sino la concentración de contaminantes que pueda tener", insistía frente al cálculo que había realizado la Universidad de Huelva, que cifró en 150 piscinas olímpicas la cantidad de agua que se filtraba anualmente desde las balsas. En este sentido, remarcó el alto grado de dilución de los contaminantes en un medio receptor tan amplio como la Ría de Huelva.
No obstante, calcular el potencial contaminante del agua es difícil al estar sometidas las descargas a la influencia de la marea, admitió el geólogo, que lanzó después un mensaje de tranquilidad: "Estas descargas a la Ría serían poco significativas tanto por las características de las emisiones como por la ya muy modificada calidad química que presentan las aguas del río Tinto". En cualquier caso, aseguran los representantes de Eptisa, una vez ejecutado el proyecto "las eventuales filtraciones serán cero".
Otra cuestión a recibir un tratamiento especial serán los denominados fosfoyesos negros, restos de ese color que presentan una radiactividad hasta 12 veces superior a la del resto de los residuos. Residuos procedentes de la etapa anterior de gestión de los yesos, cuando se vertían a la marisma y el agua a la Ría sin más control, la recomendación del Consejo de Seguridad Nuclear es dejarlos donde están. El único tratamiento extra que recibirán será cubrirlos con una capa de 50 centímetros de fosfoyeso normal para aislarlos. El fosfoyeso tiene una radiactividad natural procedente del fosfato con el que se fabrica el ácido fosfórico, recordó el jefe de Proyectos de Fertiberia, Juan Ramón Miró, pero el resultado final de la recuperación de las balsas será un nivel de radiactividad "igual o inferior a la que tiene ahora mismo Huelva".
Esa es la alternativa propuesta por la empresa para una superficie de 450 hectáreas sin restaurar (aunque también se harán mejoras en Marismas de Mendaña). La posibilidad de retirada se descartó hace tiempo por sus implicaciones medioambientales y sociales, aunque se incluyó en el estudio de alternativas. Los argumentos los resumía el director de Medio Ambiente Industrial de Eptisa, José Miguel Benavente: "El impacto medioambiental que se genera con el traslado sería mucho mayor que cualquiera de las otras alternativas". Quinientos camiones al día durante 30 años, remarcaba Miró.
La ejecución del proyecto propuesto será una carrera de fondo: una vez acabada la tramitación administrativa, el plan tiene un plazo de ejecución de 10 años. Y posteriormente 30 años de control de las actuaciones. "No es una capita de tierra", incidía Miró. Desde Fertiberia se remarca que el proyecto básico ha sido realizado por una empresa experta en la restauración de balsas en todo el mundo, Ardaman & Associates, mientras que el proyecto de ejecución lo ha redactado una compañía española, Eptisa, que lleva trabajando en las balsas 20 años, desde el proyecto de reordenación de los vertidos que transformó estos en apilamientos (que a la postre supondría el inicio del expediente de caducidad de la concesión de la marisma).
Por ahora, Fertiberia ha retirado el agua de las balsas, primero tratándola en planta y después por evaporación, proceso este último también puesto en duda por la Universidad. En paralelo, prosigue la tramitación administrativa del proyecto y espera que en unos dos años pueda culminarla. A partir de ahí comenzará a contar el plazo, por lo que las balsas no estarían completamente restauradas hasta finales de la próxima década si se cumple el cronograma inicial de la compañía.
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