La ciudad más antigua de Occidente se queda sin cuna
Los daños acaban con restos que certifican la antigüedad de 5.000 años de Huelva como asentamiento El yacimiento disponía de necrópolis y cultivos
Los restos arqueológicos hallados desde 2005 en el yacimiento de La Orden-Santa Marta dieron pie a que se empezara a hablar de Huelva como la ciudad más antigua de Occidente. Eran elementos que demostraban la existencia de un asentamiento poblacional continuado en la zona desde finales del IV milenio antes de Cristo, con vestigios prehistóricos desde el Neolítico hasta la actualidad e importantes referencias de la época tartésica, romana, visigoda y musulmana. La ciudadanía y la clase política local sacó pecho, reivindicando, una vez más, la condición pionera de Huelva, entre la cautela de la comunidad científica. Pero ahora buena parte de eso se ha perdido para siempre. Los daños sufridos durante estas Navidades por el yacimiento, según adelantó el sábado Huelva Información, han causado un perjuicio irreparable en cuatro parcelas, en las que aún había mucho por registrar y ahora ya será imposible recuperar.
Los hallazgos realizados hasta el momento fueron considerados de "una gran trascendencia para la comunidad científica y también para la sociedad en general". Así lo recogió la Consejería de Cultura en la Orden de 29 de marzo de 2007 para inscribir en el Catálogo General de Patrimonio Histórico Andaluz el denominado sector B-3 de la Zona Arqueológica de Huelva.
Este texto establecía claramente en su punto II la necesidad de que este "singular yacimiento arqueológico" contara con "un marco jurídico adecuado de protección". Entre sus valores detalla la existencia "de un poblado, con una necrópolis asociada, cuyos orígenes pueden remontarse a finales del IV milenio antes de nuestra era y un desarrollo hasta época tartésica, además de un poblamiento posterior en forma de ocupación dispersa desde la época romana a nuestros días".
En el mismo punto de la Orden se detalla que "los resultados evidencian la localización de un número de estructuras muy amplio, con una variedad tipológica y funcional, que permiten hablar de silos, fosas de enterramientos y fondos de cabañas, entre otros vestigios. Muchas de estas estructuras son únicas y de gran valor científico y patrimonial, demostrando las actividades arqueológicas una gran complejidad estratigráfica".
Técnicos de Cultura de la Delegación Territorial de Huelva están realizando estos días un informe en el que se valorará el alcance de los daños causados por el movimiento de tierras en el yacimiento. Su resolución será incorporada esta misma semana a la investigación que realizan el Seprona y la Fiscalía, detallando el tipo de restos que hayan podido ser destruidos totalmente en la finca.
La actuación de la maquinaria pesada se ha producido en uno de los tres planes parciales que permanecen sin construir en el Sector B-3. El central está dividido en cinco parcelas, de las que han resultado afectadas cuatro: las denominadas 8.1, 8.2, 8.3 y 8.4. En las tres últimas, según confirma el arqueólogo Diego González Batanero, denunciante de los hechos ante el Seprona, ya se realizaron años atrás distintas intervenciones arqueológicas, con sus correspondientes evaluaciones. La 8.1, en cambio, permanecía sin tocar.
"Desconocemos el alcance que tendría el yacimiento en esta parcela", cuenta el arqueólogo, "aunque se puede garantizar al cien por cien que tenía estructuras del Calcolítico y sistemas de cultivos tartésicos, y seguro que habría algún ídolo, como los encontrados en las parcelas aledañas". "Todo esto ha desaparecido totalmente y no lo podremos saber jamás", asegura González Batanero, quien descarta que se pudiera recuperar algo: "Si te llevas todo el sustrato natural, destrozas todo: depósitos de conchas, cerámicas de consumo, huesos, el sistema de cultivos".
Las tres parcelas ya excavadas por los arqueólogos y totalmente removidas por la maquinaria suponen también una pérdida irreparable: "No conozco exactamente el contenido de los trabajos pero nunca se interviene en la totalidad del terreno y siempre quedan capas a las que acceder. Y después de esa intervención, Cultura respondió con resoluciones de cautelas posteriores, que implican la supervisión arqueológica de cualquier movimiento de tierra".
Diego González Batanero tiene claro que lo sucedido es "una salvajada". "Esto demuestra que no hay vida inteligente en Huelva. No pasan estas cosas en un mundo civilizado", declara rotundo. No tiene dudas de que este yacimiento es "el más importante de Huelva", y uno de los más destacados internacionalmente por la relevancia del sistema de cultivos de vides del siglo X antes de Cristo encontrados y el asentamiento urbano continuado de 5.000 años.
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