Último despertar de los campanilleros

El grupo musical de Aracena ha puesto fin esta madrugada a sus tradicionales cánticos de octubrel tradición ascentral Los campanilleros aparecen en Aracena en torno al siglo XVI y XVII.

José Ramón, JR, (centro) dirige a los componentes de los campanilleros durante una intervención en Aracena.
José Ramón, JR, (centro) dirige a los componentes de los campanilleros durante una intervención en Aracena.
Javier Moya Rufino / Aracena

26 de octubre 2009 - 01:00

Los campanilleros entonaron la madrugada pasada sus últimos cánticos hasta el próximo año. Se trata de una de las tradiciones más ancestrales de Aracena en la que una treintena de hombres, mayores y jóvenes -éstos últimos, cada vez en mayor medida- se dedican a cantar por las calles y barrios del municipio serrano durante las madrugadas de los domingos del mes de octubre.

La festividad de la Virgen del Rosario está históricamente ligada a los campanilleros, quienes afinan sus voces al amanecer para despertar a sus vecinos e invitarles así a la misa de las siete y media de la mañana en la parroquia de la Asunción, y a la iglesia del Castillo, en el caso del último domingo de octubre.

Esta devoción fue extendida por los frailes dominicos, que a mediados del siglo XVI se instalaron en el antiguo Hospital de San Sebastián, convertido ahora en el convento de Santo Domingo, y a posteriori, en todo un barrio que lleva su mismo nombre y es además de los más antiguos de Aracena. Durante el siglo XVII destacó la figura de la Madre Trinidad, una de las monjas dominicas del convento de Jesús María, que promovió a los campanilleros como un reclamo para incrementar la devoción al rosario. De hecho, algunas de las letrillas más antiguas de las canciones se le atribuyen a ella.

Las coplas de los campanilleros hacen referencia a los misterios del rosario y reflejan el devenir del pueblo y las devociones marianas de esta localidad serrana, por ejemplo, la llegada de los servitas que popularizaron la advocación de la Virgen de los Dolores en el siglo XVIII.

La tradición de los campanilleros ha perdurado durante los últimos años gracias a José Fernández Guerra, encargado de escribir durante muchos años las letras de las coplas, y a su vez, de transmitir la ilusión a su hijo José Ramón, JR, director del coro aracenense.

En cuanto a los instrumentos empleados en el coro de campanilleros los hay antiguos como las esquilas, sonajas hechas con platillos metálicos dispuestos en dos tablas en forma de cruz, el cántaro y la alpargata, el triángulo y la carrañaca. En este sentido, en el siglo XX se introdujeron novedades en torno a la pandereta, y mucho más tarde, en el saxofón, la bandurria y la guitarra para terminar con la trompeta y los timbales.

Los campanilleros hacen frente a cualquier adversidad climatológica, tal y como indica una de sus temas: "no le temen al frío ni al agua, ni a la malas noches que puedan pasar". Y es que durante más de una madrugada, y no es el caso de este año, han pasado verdadero frío e incluso han sufrido alguna que otra llovizna. En los últimos años el crecimiento de Aracena ha provocado un mayor esfuerzo del coro que recorre todos los barrios, incluido los nuevos, como el Cercado de Reyes a las afueras de la ciudad.

La compañía de muchos vecinos a lo largo del recorrido y la presencia de otros que se levantan gracias al cántico de los campanilleros para asomarse a sus balcones y puertas es otro de las particularidades de esta tradición en el mes de octubre.

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