Un hormiguero en la caverna
arte | una ambiciosa campaña de mecenazgo
Víctor Pulido instala en el interior de la Gruta de las Maravillas el prototipo de libélula gigante de su proyecto 'Imago' Planea una gran escultura para la Universidad
El individuo y la colectividad. El pensamiento y la naturaleza. El narcisismo individualista y el trabajo colaborativo. La filosofía y la entomología. La belleza y la practicidad. La libélula y las hormigas. Platón y Aracena. Víctor Pulido e Imago. Todo ello en la Gruta de las Maravillas, una tarde de domingo, con una escenificación casi orwelliana que muy pronto será visible para todos. Y dará que hablar. También que pensar.
Todo lo que un día surgió de esa cabeza prolífica, incansable, imparable, del artista Pulido tomó forma hace una semana en la joya turística natural de la Sierra aracenense. A las mismas entrañas de la tierra, donde las estampas más bellas de la creación subterránea, un pintor y escultor de la capital llevó el producto de sus inquietudes actuales. Ese prototipo de gran lepidóptero articulado, con la pureza de su blanco poliuretano, entró en la cueva con la ayuda inestimable de una legión de hormigas de dos piernas. Fue una nueva versión de ese encuentro de hormiga y libélula desconocido para los que no fueron avisados, como la fábula que argumenta ese "proyecto vivo" del artista que precisamente dentro de dos días dará el salto a Málaga.
La gran libélula se posó en el lago Esmeralda con la ayuda de cuarenta devotos de la filosofía Imago, trasuntos de obreras como también lo pudieron ser de los ladrones de Las mil y una noches. Pero Víctor Pulido no es el Alí Babá del cuento ni tampoco vende artículos chinos por internet. Quizá sería más lucrativo su trabajo en ese caso, y no le haría falta llevar la obra que tiene entre manos y el concepto a ese espacio singular, único, seguramente, en toda España y Europa, aunque haya alternativas asombrosas. Porque esos bichitos comunitarios, aquí sin antenas, representan, en fila, la necesidad de la aportación colectiva, que será también la que el artista reclame para seguir dando forma a su gran proyecto. Para que su majestuosa libélula emperador encuentre por fin el trono que merece.
La puesta en escena de Aracena pronto inundará redes sociales, medios de comunicación y otras formas publicitarias. Será carta de presentación de una campaña de mecenazgo colectivo (crowdfunding, sí), con la que se buscará financiación para el gran sueño (uno de ellos, objetivo al fin y al cabo) de colocar una gran escultura libeluloide en la fachada de uno de los aularios del campus universitario de El Carmen. El deseo es compartido por la propia Universidad de Huelva. Más que eso, alentado también y apoyado, aunque no pueda ser al cien por cien. Es un proyecto ambicioso, de calado, para llevar la filosofía coreana que inspira a Pulido a los propios estudiantes de la Onubense. Para realzar la arquitectura educativa. Pero también para inundar de arte la consagración al pensamiento que suponen las aulas universitarias.
Ya reflexionó Platón en su día sobre el hombre y el conocimiento. Y le dio forma con el famoso Mito de la caverna, que ahora recupera Pulido para amarrar su propio trabajo introspectivo. Lo comparte con amigos para llevarlo al interior más profundo de la Sierra de Huelva, y lo sirve para que la colectividad se empape, para provocarles una reflexión, no a cambio de un humilde donativo (que eso es complementario) sino por hacerles partícipes de un proceso creativo, de la universalización del arte, de un trabajo solidario, de la cultura implantada en los hormigueros, a los que quiere devolver a la sociedad.
Ya avanzó en mayo del año pasado el sentido de sus últimos desvelos, provocados un lustro antes por el sueño de su pequeña Noa. Imago vio la luz precisamente en la Universidad de Huelva, en la sala de exposiciones de Cantero Cuadrado. Nada como ese espacio pequeño, de hipnótica base circular, el mismo en el que un día creció el césped para que camparan a sus anchas los protagonistas de su Vida perra, para instalar allí esa gran libélula, prototipo articulado y desmontable que aún imagina sobrevolando el Palacio de Cristal de El Retiro.
Esa figura enigmática, su gran insecto alado, no es solo Imago. También el cuaderno de dibujos inspirado por su hija y esa fantástica serie de acuarelas sobre placas de mármol que conforman el imaginario de seres en transición metamórfica. Hasta ahora.
Es la obra en constante concepción de El Bichos, que ahora seguro le llaman, como desgrana ese texto autobiográfico letrado por Marcos Gualda, negro amigo al servicio de un artista rendido al color. Al de la propia naturaleza, de seres invertebrados, tan llamativos y admirados como repudiados. En su reivindicación de la belleza frente al pisotón. Al paralelismo servido a la interpretación de los animales inteligentes, que quizá comprendan la necesidad de afrontar también un propio imago vital, un punto de transformación que podría verse reducido a adoptar la actitud de la libélula emperador o de la hormiga obrera.
La representación de la Gruta de las Maravillas, quizá sin llegar a ser performance, por no pública, sí será difundida en fotografías y vídeos para la promoción de su esperado crowdfunding, que llegará muy pronto. Los detalles ya se conocerán, que para eso las sorpresas que vienen de Víctor Pulido se cotizan alto.
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