Hermoso y Ventura, ¡bonito duelo !

Crónica taurina

El navarro y Ventura empatan a trofeos tras cortar tres orejas cada uno en una tarde donde pusieron más de su parte los toreros que el ganado de la divisa de Benítez Cubero · Fermín Bohórquez se fue de vacío

Pablo Hermoso, comprometido y maestro en la suerte de clavar frente al segundo toro.
Pablo Hermoso, comprometido y maestro en la suerte de clavar frente al segundo toro.
Paco Guerrero / Huelva

23 de agosto 2009 - 05:00

Ganadería: Se lidiaron seis toros de la divisa sevillana de Benítez Cubero, de aceptable presencia y juego irregular en conjunto, que rompió a descastado en los dos primeros toros, destacando después el tercero, cuarto y quinto como los más manejables. TOREROS: Fermín Bohórquez. Silencio en el que abrió plaza. Ovación recogida desde la tronera del burladero, en el cuarto de la tarde; Pablo Hermoso de Mendoza. Oreja en su primero; Dos orejas en el quinto de la tarde; Diego Ventura. Dos orejas en el tercero de la tarde. Una oreja en el que cerraba plaza. Incidencias. Entrada cercana a los 3/4 del aforo en tarde de alta temperatura. Al final del festejo salieron a hombros Pablo Hermoso y Diego Ventura.

Hacía falta valor y algo más para aguantar en ese sol de justicia que ayer caía en Aracena cuando dieron las horas del paseíllo. Pero la expectación hacia dos de los más notables ejecutores de las suertes del rejoneo estaba marcada y de nuevo la afición tiró de voluntad y allá que la bonita plaza de Aracena presentó un bonito aspecto. Tarde bonita por cuanto se encerraba dentro de ella, con la expectación como digo, por ver otro capitulo más de ese duelo particular que Hermoso y Ventura protagonizan en los ruedos. Se nota y mucho la rivalidad y de ello se beneficia el espectáculo porque nadie quiere tirar la toalla, sea cual sea el toro que anda en la plaza.

Muestra de ello es ese segundo, un ejemplar muy entablerado y huidizo al que Pablo Hermoso le cortó una oreja a base de estar, exponer y cuajar de la única manera que era posible: unos perfectos pares al sesgo dejando al animal los terrenos de tablas de los que se había adueñado desde el principio.

No quería el navarro que se le fuese la mínima posibilidad de cortar trofeos y allí cuajó una oreja muy seria y trabajada que al final serviría para empatar a trofeos con el rival, aunque eso es harina de otro costal que ahora les cuento más adelante porque hay que hablar en orden cronológico de la secuencia inicial con la que Fermín Bohórquez abrió plaza frente a otro toro muy rajado y nada fácil para lucir.

Esta vez, el jerezano estuvo sobrio y elegante, amén de muy acertado en todas las suertes. Ya saben ese arquetipo de toreo fácil, brillante a veces y sobre todo acertado en este primer pasaje de la lidia, al que la espada le birló toda posibilidad de trofeo, quedando todo en un escueto silencio. Frente al cuarto, un buen toro que se dejó con nobleza y prontitud, Bohórquez no estuvo acertado.

Demasiados fallos en todas las suertes dejaron la impresión de que al jerezano se le había marchado una buena posibilidad de triunfo.

Amarró el suyo Diego Ventura frente al tercero de la tarde. Al portugués se le ha muerto hace pocos días un pedazo de caballo torero que atendía al nombre de Manzanares. Ayer, con Ordoñez, llegó el recuerdo hacia el caballo ido. Ventura machacó la tarde llevando arriba un triunfo que remataría también con la elegancia y el temple de Orobroy.

No fue fácil el triunfo porque todo tuvo que hacerlo frente a un animal descastadito y soso al que Ventura le echó la sal restante para un guiso de dos orejas.

El nivel llegaba poco a poco a otras cotas más interesantes y pablo Hermoso vendría a cuajar de cabo a rabo al quinto de la tarde, uno de los mejores ejemplares del encierro donde Icaro le pondría la guinda a un buen pastel donde el temple en los quiebros, el dejarse llegar el toro hasta el límite y la elegancia que da la solera de tanto rejoneo bueno encerrado dentro puso en manos del navarro las dos orejas del toro tras un certero rejón de muerte.

Ventura salió a por todas en el sexto y a punto estuvo de remachar con rotundidad si no llega a ser por la mortecina condición de un toro que se quedó sin nada dentro tras los primeros compases de la una lidia que Ventura midió con un solo rejón de castigo.

Empeño y acierto con los pares a una mano y el nervio que Ventura imprime a su rejoneo quedaron mediatizados por el mal uso de los aceros.

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