El microscopio
Sí hay debate
YA en otras ocasiones hemos hablado del valor de la información contenida en algunos archivos familiares, que bajo una apariencia de humildad o sencillez causada por su endeble constitución o aspecto poco solemne, pueden servir para datar, completar o reafirmar ideas, noticias o historias de nuestros pueblos y ciudades.
Es el caso de estos documentos que nos ocupan, unos nos llegan de manos de la familia Pérez Jara, descendientes del que fuera primer tesorero de la Sociedad Gran Casino de Cortegana, don Francisco Jara de las Heras; otros de la familia Sala Turrens, también de Cortegana.
Siempre nos llamó la atención la estudiada arquitectura y la riqueza decorativa del Casino de arriba, El Gran Casino, sus recoletos rincones, sus juegos de luces provocados por las coloridas vidrieras. Ahora podemos constatar a través de la documentación recientemente sacada a la luz por la familia Pérez Jara que la autoría del edificio corresponde al arquitecto de referencia en toda la provincia de Huelva, José María Pérez Carasa. Se trata de tres cartas del arquitecto dirigidas a don Arcadio Cantos Marín, presidente de la sociedad Gran Casino: en la primera (11 de abril de 1922) pregunta por el estado de las obras: "Habiendo transcurrido mucho tiempo desde la última vez que nos vimos sin tener noticias de las obras del casino, he supuesto que las han dado ustedes por terminadas en su primera parte, dejando sin duda, para fecha ulterior el habilitar la parte alta. Estando, en mi concepto, lejano e incierto el día de la finalización total de las obras…"
Presenta la minuta de honorarios por los trabajos facultativos realizados hasta la fecha, que ascienden a 55.000 pesetas, correspondiéndole al arquitecto el 3,30%, o sea, 1.815 pesetas, más 200 por gastos de diferentes viajes realizados. La segunda es un recibo de 1.000 pesetas cobradas a cuenta de sus honorarios (16 de mayo de 1922) mientras en la tercera, ya de 28 de julio de 1924, le agradece el pago a cuenta de cuatrocientas pesetas, manifestándose consciente de las dificultades de pago por los tiempos de crisis por el que atravesaba el Casino.
El edificio, en dos plantas principales, presenta fachadas iguales a cada una de las calles, salvando el desnivel correspondiente a la calle Maura con una tercera planta sótano, utilizada como salón de juegos, resaltando la esquina en chaflán. Cada frente se divide en tres cuerpos mediante pilastras que simulan sillares, siendo el cuerpo central mayor y más alto, con balcón corrido y ventanas tripartitas rematadas por arcos rebajados y molduras en la planta alta, mientras en la baja destacan los amplios ventanales con formas geométricas sencillas, sutiles ondas, cristales de colores, rematados por dinteles de madera tallados con motivos florales, elementos propios de la ornamentación modernista. La esquina achaflanada destaca sobre el resto, rematada por frontón partido con volutas, de estilo neobarroco en cuyo centro se coloca un medallón ovalado de azulejos con las iniciales de la sociedad Gran Casino.
Responde al tipo de arquitectura ecléctica tan característico de esa época en Pérez Carasa, que si en otros edificios contemporáneos adopta modelos de carácter regionalista aquí opta por un mayor clasicismo y neobarroquismo, con diferentes alturas en la cubierta que aportan al edificio un singular movimiento.
José María Pérez Carasa (1889-1962) llegó a Huelva procedente de Madrid en el año 1914, para ejercer el cargo de arquitecto municipal, pasando después de unos años a ejercer sus funciones como arquitecto a la Diputación Provincial y por último, a ejercer la profesión de forma particular. Personaje de aficiones y gustos inusuales en la Huelva de la época, gustaba de la lectura, la música y de los viajes, habiendo recorrido Europa, Turquía, Oriente Próximo e incluso la Unión Soviética1, viajes que aprovecha para realizar estudios profesionales, como constatamos en la solicitud que hace al Ayuntamiento en 1928, pidiendo ausentarse por asuntos propios, para realizar una detenida visita a las estaciones trituradoras modelo de basuras de Soathwark y de Hampstead (Inglaterra) esperando de ello obtener datos de positivo beneficio para los intereses municipales2.
Su obra es importante en la capital y en la provincia (especialmente Andévalo y Costa), destacándose en Huelva las casas para don Juan Quintero Báez y don Antonio de Mora Claros, el Barrio Obrero, el ya desaparecido Convento de las Adoratrices, la Iglesia de la Milagrosa, el Instituto Nacional de enseñanza Media La Rábida, el Colegio Santo Ángel del Conquero, y una gran cantidad de viviendas particulares; en Ayamonte, El Lazareto; en Punta Umbría, la parroquia de Nuestra Señora de Lourdes, y su propia casa en esta localidad de veraneo, muchas de ellas catalogadas por la Consejería de Cultura (chalet propio en Punta Umbría, iglesia de la Milagrosa) o por los propios ayuntamientos como edificios de interés patrimonial, y en algún caso (Mercado de Calañas, y el Barrio Obrero Reina Victoria en Huelva), declarados Bien de Interés Cultural por la Junta de Andalucía.
Sin embargo, de la comarca de la Sierra no se conocía ninguna obra, salvo la adaptación del Hotel Las Colmenillas en Aracena para Sanatorio antituberculoso, por lo que este descubrimiento supone una agradable novedad. Sabemos de la relación de las élites onubenses en aquellos años 20 con la sierra, y en especial con la localidad de Cortegana, en la que pasaban buenas temporadas de veraneo familias como la del alcalde Juan Quintero, en la cercana Villa Luisita, y otras de la burguesía local, en tiempos en que aún las playas no eran el destino preferido para mitigar los calores estivales. Por ello es posible que de aquí surgiera el contacto, y la propuesta de encargar este proyecto para la nueva sociedad a un joven pero consistente arquitecto que ya había dado muestras de su hacer en edificios como las viviendas para Juan Quintero, de 1916 (con Gonzalo Aguado), y el Barrio Obrero, del mismo año, experimentando su definitivo reconocimiento profesional pocos años más tarde, cuando en 1928 se le encarga el proyecto de Pabellón de la Provincia de Huelva para la Exposición Iberoamericana de 1929 en Sevilla. El edificio se plantea como una amalgama en la que se representan los elementos arquitectónicos más sobresalientes de la provincia (puerta de los novios de la Iglesia de San Jorge de Palos, portada manuelina de la Iglesia de Almonaster la Real, o el claustro del monasterio de la Rábida.
No obstante, este estilo ecléctico e historicista de su obra, evoluciona a favor de un racionalismo de extrema pureza, en palabras de María Teresa Pérez Cano y Eduardo Mosquera Adell3. Su incursión en esta corriente moderna comienza con el chalet Plus Ultra en Gibraleón (1933) y la Estación de Autobuses de Damas (1934) y en Huelva aún perviven algunos ejemplos. Y curiosamente, también de esta etapa se conserva en la localidad serrana un edificio, proyectado en 1943 para don José Turrens Romero en la actual calle Benafique. Se trata de una vivienda unifamiliar de líneas muy depuradas y sencillas con un elemento diferenciador, el torreón que remata una de las fachadas, y donde el arquitecto hace especial hincapié en la habitabilidad y funcionalidad de las estancias interiores.
Así pues, gracias a la documentación conservada y facilitada por las dos familias corteganesas podemos añadir estos dos edificios al haber profesional del prolífico arquitecto, cuya obra ha sido reconocida y protegida por los instrumentos patrimoniales adecuados. Como reconocimiento a su labor en Huelva y provincia, el Colegio de Arquitectos de Huelva le dedicó un homenaje y una exposición en el año 2006 en la que el Archivo Municipal de Huelva participó de forma activa, al ser este archivo el lugar que conserva la mayor parte de la producción de este arquitecto, siendo por tanto lugar imprescindible para su estudio.
Pero no son estas las únicas obras realizadas en Cortegana por arquitectos onubenses de reconocido prestigio; en concreto nos referimos a la monumental fuente actualmente situada en El Prado, de Manuel Pérez y González, otro emblemático arquitecto municipal de Huelva entre cuyas obras se encuentra el antiguo Mercado Municipal del Paseo de Santa Fe (1899-1905), edificio integrante del Patrimonio Histórico de Huelva, las escuelas de la calle San José o un Proyecto de Pescadería (1876-1882) demasiado ambicioso para la estrecha economía municipal, por lo que nunca vio la luz4.
Otros edificios singulares en esta localidad fechables en los últimos años del s. XIX y la primera mitad del s. XX llaman nuestra atención. Se me ocurren el casino 'de abajo', la casa de Estrada, de estilo puramente regionalista con referencias hispanoárabes, o el edificio de viviendas de esquina calles Real y Cervantes, de líneas muy sobrias e interesante juego volumétrico. Quizás, entre los documentos de algún archivo, permanezca algún dato, algún indicio, que permita conocer, valorar, y con ello proteger los edificios que conforman el patrimonio arquitectónico de esta localidad serrana.
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1 Eduardo Mosquera Adell y Maria Teresa Pérez Cano: La vanguardia Imposible. Consejería de Obras Públicas y Transportes: Sevilla, 1990.
2 Archivo Municipal de Huelva, Leg. 882
3 Eduardo Mosquera Adell, y Maria Teresa Pérez Cano: La vanguardia … op.cit.
4 Asunción Díaz Zamorano: La construcción de una ciudad. Ayuntamiento de Huelva: Huelva, 1999.
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