Vicente Quiroga

Recuerdo de David Niven

05 de agosto 2008 - 01:00

Hace unos días evocaba aquí la inolvidable figura del gran director español Luis Buñuel, sin duda el de mayor relieve internacional de la cinematografía española de todos los tiempos, que a los veinticinco años de su muerte todavía interesa a los estudiosos del cine y sigue revelando una singularidad notable llena de claves dignas del mayor interés. Veinticinco años se han cumplido también estos días de la muerte de un actor inglés, David Niven, una de las máximas expresiones del humor y la flema británicos, que, sin embargo, tuvo resortes interpretativos suficientes para acometer con solvencia y talento otros cometidos más serios y dramáticos.

Precisamente fue una de estas actuaciones la que le valió el 'Oscar' de Hollywood por su magnífica interpretación en Mesas separadas (1958), junto a estrellas de la categoría de Deborah Kerr, Burt Lancaster y Rita Hayworth. Es oportuno recordar que cuando presentaba en una gala de entrega de estos preciados galardones del cine internacional en 1974, otorgado a la mejor película, un hombre desnudo irrumpió sorprendentemente en el escenario. El actor sin perder la calma dijo dirigiéndose al público: "Es fascinante pensar que la única carcajada que ese hombre ha arrancado en su vida ha sido mostrándonos sus pequeñeces". Réplica tan ocurrente demostraba la fina ironía y elegancia del gran actor que siempre fue David Niven.

Frente a su inconfundible prestancia y distinción nunca se dio gran importancia y siempre adoptaba una actitud sencilla y natural. Correcto en su comportamiento personal lo fue también en el ejercicio de su profesión. "En cuarenta años nunca he sido impuntual", y añadía: "Me pagan lo suficientemente bien, así que lo menos que debo hacer es llegar sobrio y puntualmente al trabajo". Nacido el día 1 de enero de 1910 nunca se perfiló muy claramente su destino en el mundo del cine. Arribó a Estados Unidos en un barco militar y tras desempeñar empleos muy diversos, llegó a Hollywood, donde trabajó primero como extra y luego como actor secundario pero imprescindible en muchas películas realizadas durante los años treinta, hasta destacar como intérprete de acusada capacidad expresiva.

No sería hasta la década de los cincuenta cuando llegaran sus más destacadas actuaciones en películas tan importantes como El puente sobre el río Kwai (1957), de David Lean, junto a otro prestigioso colega también británico, Alec Guiness; Buenos días tristeza (1958), de Otto Preminger, basada en la escandalosa novela -para aquella época- de la joven escritora Françoise Sagan, con la prematuramente malograda Jean Seberg, y encarnando al famoso héroe de Julio Verne, el sagaz Phileas Fogg, en La vuelta al mundo en ochenta días (1956), en la que su ocurrente criado lo interpretaba el famoso cómico mexicano Mario Moreno 'Cantinflas'.

Más adelante sus intervenciones fueron tan sobresalientes como su participación en una de las películas de James Bond, Casino Royale (1967); en la serie de La pantera rosa, de Blake Edwards, protagonizada por otro extraordinario actor inglés el inolvidable Peter Sellers. En otros registros muy diferentes no podemos olvidar su destacada presencia en el gran reparto de una de las grandes superproducciones de los años sesenta Los cañones de Navarone, sobre uno de los pasajes heroicos de la II Guerra Mundial y de la ocupación aliada en el sur de Europa. Compartían honores estelares con David Niven, otros grandes intérpretes Anthony Quinn, Gregory Peck y la actriz griega Irene Papas. Su figura inconfundible es todo un icono de la alta comedia.

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