El microscopio
Sí hay debate
Editorial
MUCHAS semanas llevamos sufridas de temporal y muchos son los daños provocados sin que la intensa lluvia y el viento hayan dado una tregua. El Gobierno de la nación ha anunciado la llegada de fondos para compensar a las centenares de explotaciones agrícolas afectadas y para reparar algunos espacios turísticos costeros, aunque hay motivos sobrados para estar intranquilos ante las enormes pérdidas de las cosechas y la proximidad de la Semana Santa, fecha subrayada en rojo en el calendario para entrar con buen pie en la temporada turística. Centenares de metros del paseo marítimo de Matalascañas se han hundido y en Mazagón, como revelaban las fotos que ofrecíamos en nuestra edición de ayer, los chalés situados en primera línea de playa se han quedado a escasos metros de precipitarse al vacío al haber desaparecido toda la arena que hacía de muralla natural. En algunos puntos, los sistemas de alcantarillado han quedado por completo destruidos, provocando el vertido directo y diario de los residuos a la arena. Se plantea una triple necesidad urgente: fondos para reparar los daños y ayudar a los damnificados; soluciones que eviten que estos hechos vuelvan a repetirse, dado que en gran medida los ha provocado la mano del hombre, y mejoras en los sistemas de alerta a la población. En el caso de los daños generados en el litoral oriental hay estudios que lo atribuyen al cambio de las mareas generado por el espigón Juan Carlos I, pero la reacción de las autoridades para corregir esta situación a lo largo de los años ha sido parchear las playas rellenándolas de arena sin atajar el problema de fondo, como construir compuertas en el dique o espigones en peine en las playas, tal y como sugiere un informe de la Universidad de Huelva. Otra consideración tiene lo ocurrido en la tarde de ayer, cuando las aguas penetraron en Isla Cristina, Isla Canela, Punta del Moral y Pozo del Camino, así como en los cascos urbanos de Ayamonte y Punta Umbría, sin que las autoridades competentes hubiesen dado la alerta previa, ni a los ayuntamientos ni a la población. Urgen explicaciones, respuestas y hechos, aunque tampoco estaría de más la visita a los lugares afectados por parte de algún responsable político.
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