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Editorial
DOS noticias vinculadas al vertido de fosfoyeso en las marismas del Tinto saltaron ayer a la luz pública: una largamente esperada -el proyecto de recuperación de alrededor de 700 hectáreas afectadas por este producto- y otra que cogió de improviso, el cierre de la empresa química Foret, derivado precisamente de la prohibición de seguir vertiendo dicho residuo y de la imposibilidad de sus propietarios de lograr una alternativa mejor. La primera de ellas supone la culminación de las aspiraciones de todos los onubenses, que anhelan que ese inmenso espacio pase a ser un patrimonio de la ciudad para su uso y disfrute, cuestión que deberá ser definida por el Ayuntamiento y los responsables ministeriales de Costas una vez finalicen las tareas de restauración ambiental. Sin embargo, no resulta nada tranquilizador que las administraciones se resistan a dar una cifra sobre el importe que deberá afrontar la empresa Fertiberia para sufragar esos trabajos y a poner un horizonte temporal para la conclusión de aquéllos. Aún tratándose de una noticia positiva, resulta del todo desasosegante el hecho de que el consejero de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía afirme que, en cualquier caso, las labores de sellado del fosfoyeso tardarán menos en desarrollarse que los 43 años durante los que se han estado depositando. La cruz de la moneda nos vino a través de un escueto comunicado de prensa emitido por Foret pasado el mediodía. Esta firma, que desde hace meses venía realizando investigaciones para tratar los fosfoyesos y convertirlos en una sustancia con salida comercial, ha anunciado su cierre. Además de suponer la caída de una ficha más del dominó de la industria onubense (antes fue Astilleros, mientras que Ercros y Nilefos están a la espera de definir su futuro), el adiós a Foret supone el despido de 142 trabajadores fijos y que otros 280 empleados de empresas contratistas vean también peligrar su futuro laboral. La tarea de las administraciones era adelantarse a estas situaciones y trazar nuevos caminos para la creación de empleo y riqueza. Los acontecimientos, sin embargo, les han cogido con el paso cambiado.
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