Identifican en el cementerio de La Puebla los restos de tres fusilados en el año 1938

Tras ser ejecutados por Consejo de Guerra, los enterraron el 27 de abril de forma normalizada y por el rito católico Los expertos creen que podrían ser Esteban Rodríguez, Lucas Barba y José Rodríguez

Sepulturas donde se encontraban las personas fusiladas en abril de 1938.
Sepulturas donde se encontraban las personas fusiladas en abril de 1938.
Elena Llompart Huelva

13 de septiembre 2015 - 05:01

Los puebleños Esteban Rodríguez Pérez y Lucas Barba Fernández, y el tharsileño José Rodríguez Macho fueron condenados, asesinados mediante jurisdicción militar y enterrados en el antiguo cementerio municipal de Puebla de Guzmán el 27 de abril de 1938. Los primeros tenían 45 y 30 años, aunque la edad del tercero se desconoce.

Así consta en el Libro de Actas de Enterramientos Municipal de 1936 a 1940. Ellos fueron tres de los nueve ejecutados en aquel cruento mes y a los que posteriormente se les dio sepultura en el cementerio municipal, de forma normalizada y atendiendo al ritual católico. Catorce días antes lo fueron otros seis hombres, cinco de nacionalidad portuguesa -José Acedo Bresonia, Enrique José Acedo Palma, Jacinto Corrunca Candea, José Acedo Palma y Manuel Alonso- y una persona residente en Puebla de Guzmán, Ángel Peña Miranda.

En el libro fueron anotadas estas nueve inhumaciones, aunque el registro de datos fue parcial y no consta ni el día de fallecimiento ni la causa de muerte, aunque sí quedó escrito que "intervino el Juzgado Militar". Todo esto lo explica la exhaustiva memoria que las arqueólogas Elena Vera Cruz, Elisabet Conlin Hayes y el antropólogo Juan Manuel Guijo Mauri han realizado sobre la investigación y los posteriores trabajos que han llevado a cabo en el camposanto viejo de la Puebla de Guzmán.

Los expertos exhumaron los días 20 y 21 del pasado mes de julio los restos de tres personas que, en palabras de Vera, "probablemente se identifican" con Lucas, José y Esteban. Los restos ya han sido analizados (están bajo custodia del Consistorio puebleño) y se recogieron las correspondientes muestras genéticas, a la espera de que haya familiares que los reclamen y soliciten la realización de pruebas de ADN para confirmar que se trata de estas tres personas, tal y como indican desde la Dirección General de Memoria Democrática de la Junta de Andalucía.

La intervención de búsqueda, localización y exhumación ha sido financiada por la Diputación (12.400 euros), mientras que el Consistorio de la Puebla aportó los medios auxiliares necesarios y Memoria Democrática colaboró facilitando los permisos y realizando labores de intermediación.

Hasta llegar a la exhumación de los tres cuerpos el camino fue complejo. Porque fueron los resultados infructíferos de los trabajos de localización de las fosas comunes del camposanto -las cuatro registradas en el Mapa de Fosas andaluz y de la que hablaban los testimonios orales- los que desembocaron en la búsqueda de estos otros tres cuerpos. Familiares de los represaliados y enterrados en las cuatro fosas solicitaron la recuperación de sus antepasados, pero en octubre de 2014, tras un exhaustivo sondeo, el equipo no localizó ninguna de estas fosas.

Fue entonces cuando los especialistas iniciaron otra investigación en el Archivo Municipal, que finalmente ha permitido identificar los restos de tres personas, enterradas de forma normalizada aunque con signos de violencia. Según destaca el informe, al ser sepultados en el subsuelo, a bastante profundidad, los enterramientos realizados el 27 de abril se han conservado, mientras que las otras seis inhumaciones, realizadas en nichos, no han podido ser recuperadas, pues "ya habían sido vaciadas y desmontadas todas las estructuras emergentes antes del inicio de la intervención arqueológica".

La ubicación exacta resulta desconocida, ya que en el registro únicamente se concreta el número de patio y de nicho, pero no se determina ni el sector ni la fila. Sin embargo, creen los expertos que, por las anotaciones realizadas el día 23 de abril, en las que se especifica la colmatación del Patio II y el inicio de entierros en el Patio III, "podrían haber ocupado los últimos nichos del sector de San Mateo en el Patio IV".

De esta manera, el equipo optó por la búsqueda y localización de las sepulturas del suelo con la ayuda del plano en el que se refleja la organización y distribución del cementerio, realizado durante la década de los años sesenta, antes de las nuevas obras que se acometieron en los años setenta. Una vez que localizaron las dos sepulturas, redactaron un informe con los resultados obtenidos y solicitaron la exhumación de los restos óseos localizados en el subsuelo. La aprobación de la exhumación llegó mediante una orden publicada en el BOJA el 24 de Junio de 2015, procediéndose posteriormente a realizarse las labores de campo los días 20 y 21 de julio.

Según la memoria, las inhumaciones se realizaron en el Patio III y se depositaron en las primeras tumbas de las filas 4 y 5, las más alejadas de la entrada. "En la fila 5 número 1 se depositó un cuerpo que se corresponde, según registro, con Esteban Rodríguez Pérez; en la fila 4 número 1 se depositaron dos: José Rodríguez Macho y Lucas Barba Fernández, este último tiene anotado a pie de registro "Esta arriba", de modo que se interpreta que José se depositó primero y Lucas encima", señala el informe.

Según explica Elena Vera, el estado de conservación de los restos es bastante óptimo, especialmente si estos se comparan con los de otras exhumaciones. Y se constata, en al menos dos cuerpos, indicios de balística, mientras que en el tercero no se han encontrado claramente pero, "al tratarse de dos cuerpos que estaban juntos en la misma sepultura, consideramos que eran los mismos".

En el informe se detalla, por lo tanto, que se constata la existencia de indicios de muerte violenta en parte de los restos encontrados en las sepulturas 1 de las filas 4 y 5 del Patio III. Identifican así los expertos una serie de evidencias, siendo la más contundente la presencia de "un orificio de entrada de proyectil en el parietal derecho del individuo 2, recuperado en la fila 4, como parte de un sujeto en desconexión anatómica, afectado por la actividad del propio cementerio pero acumulado en el extremo sur de la cista".

Una segunda prueba se corresponde "al proyectil de Máuser recuperado de la fila 5 y asociado proximidad, sin evidencias de daños directos, a restos óseos compatibles con un sujeto masculino y por tanto compatible también con una de las personas asesinadas", mientras que la tercera son las esquirlas de proyectil recuperadas en el interior de la bóveda craneal del mismo sujeto al que se asociaría el proyectil de Máuser. En cuanto que el cráneo está removido y el conjunto al que se asociaría se encuentra en desconexión anatómica y no presenta daños conservados de balística "cabe hablar de una correspondencia de presunción".

Por último, entiende el equipo que existe "una correspondencia entre el sexo de las evidencias antropológicas recuperadas en las filas 4 (individuos 1 y 2) y en la fila 5 (individuo 2) con los sujetos asesinados", si bien también dejan claro los especialistas que "cabe hablar de una prueba totalmente circunstancial basada en el diagnóstico sexual". Tendrán que ser, por lo tanto, las pruebas de ADN las que confirmen los resultados.

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