Tiros de misil en Mazagón
El campo de tiro de Médano del Loro es el único del territorio español donde se hacen prácticas de lanzamiento de misil · Cada semana varias unidades militares mantienen la actividad en la base
Sobre el cielo de la Costa de Huelva cae una espesa niebla que va a retrasar los ejercicios de tiro que el Ejército Español de Tierra tiene previsto realizar en la base militar de Médano del Loro en Mazagón. La mayor parte de los mandos que se concentran en la zona de observación, acondicionada para seguir los ejercicios, son veteranos ya en el seguimiento de estas prácticas, así que deciden esperar para dar tiempo a que la mañana ayude a disipar la niebla y lograr así eficacia en la práctica del ejercicio. Una taza de café hace más paciente la espera.
Apenas ha pasado media hora y todo se dispone para comenzar a lanzar tiros de misil contra el horizonte de Mazagón. El protagonista de esta jornada es el misil Mistral, una arma antiaérea de guía infrarroja. En total 230 militares de distintas unidades del Ejército de Tierra, que cuentan con este misil, se han desplazado hasta la base onubense para participar en estas prácticas de tiro. Son algo más de dos centenares de personas que se suman a la población de Huelva y que apenas si se dejan ver, concentrados como están en la base militar El Picacho. Allí comen, duermen y descansan del trabajo matutino. Con este mismo sigilo se lleva a cabo la intensa actividad que se desarrolla entre el 1 de octubre y el 1 de abril en estas dos bases militares. Durante este tiempo cada semana llegan unidades militares para hacer sus prácticas de tiro con misiles. Médano del Loro es la única del territorio español donde se puede disparar estas armas. También acuden militares extranjeros aunque estas prácticas forman parte de los acuerdos internacionales que mantiene el INTA.
Aquí se practica con Roland, Hawk, Patriot, Nasams y Mistral, también con Aspide aunque éste misil casi ha caído en desuso. Los cinco primeros son los antiaéreos con los que cuenta en estos momentos el Ejército.
Entre la corona verde que dibujan los pinos en esta parte de la Costa de Huelva, que forma parte del Espacio Natural de Doñana, se sitúa el puesto de mando y tres puestos de tiro desde donde se van a lanzar los misiles a la orden de "objetivo caliente". Bastan dos militares para lanzar este misil antiaéreo contra un objetivo.
El ruido del arma al ser disparada aunque seco y estridente, apenas si da pistas de sus consecuencias. Uno sólo de estos misiles podría derribar sin problema un avión de grandes dimensiones, lo dejaría 'pulverizado'.
Pero no es el caso de estas prácticas que, además, son escrupulosamente consideradas con los presupuestos que el Ministerio de Defensa asigna al Ejército de Tierra. Los blancos son dos aviones radiodirigidos, que fabrica la base aerospacial del INTA, que en esta ocasión también se encarga de lanzarlos, aunque esto podría hacerse desde cualquier punto de la base. Los aviones Alba y Banshee van provistos de una manguera que acaba en una vengala de luz para evitar, precisamente, el derribo. La vengala actúa como un chivato, además el misil de guía infrarroja va buscando una fuente de calor. Para alcanzar el objetivo basta con eliminar la vengala y dejar que el avión, que cuesta unos 30.000 euros, siga su curso. Claro está que no siempre se libra el modelo radiodirigido. Después de librar los dos primeros tiros, el tercero lo tira al mar y tiene que ser recuperado por una de las embarcaciones de la zona. Afortunadamente queda otro avión y las maniobras de tiro siguen su curso. Sólo al final del ejercicio, la orden es derribar sin contemplaciones el aeromodelo. A lo largo de la mañana, apenas en dos horas y media, se lanzan 8 misiles. El día anterior se hicieron prácticas con otros 7 y el ejercicio se completa con los tres misiles que se lanzan de noche, entre las 20.00 y las 22.00 horas. En resumen dos días de tiros.
Los soldados han tenido que superar una formación previa para tener entre sus manos los mandos que lanzan los misiles. Es el examen final de meses de trabajo y preparación mediante sofisticados simuladores, que aproximan a la realidad pero que no pueden sustituir al disparo real. El sistema de tiro real se puede hacer mediante un radar que determina un origen y traza un punto de tiro sobre el que se hace fuego, en este caso la operación se dirige desde el puesto de mando; o en base a normas establecidas en un manual.
Los misiles Mistral, que todavía no han sido utilizados por el Ejército, tienen como objetivo proteger y acompañar a las unidades de maniobra. La capital María Isabel Guerra los define como misiles de "defensa de puntos vitales". Apenas tienen un alcance máximo de 4,5 kilómetros.
Con el último tiro no acaba la maniobra pues antes de dejar el campo de tiro los militares deben eliminar cualquier rastro de haber permanecido dentro de un espacio natural. Bolsas de basura, restos de munición o de cualquier otra cosa que apunte a presencia humana. El coronel Luis Merino es tajante al decir que "aquí no queda nada que indique que hemos estado, alguna vez se puede quedar algún resto, pero es raro". Sus compañeros, en tono de humor, confirman que tratan de no darle oportunidad a una reprimenda. Ni que decir tiene que en el espacio marítimo que se delimita para las prácticas de tiro quedan restos mínimos. Los misiles se destruyen al impactar o se autodestruyen pocos segundos después de no haberlo hecho, los restos que pueden caer estallan al entrar en contacto con el agua; así, que lo máximo que se puede llegar a encontrar es un cascote, que no será superior al tamaño de unas gafas. Lo que si puede quedar enganchado en las redes de los pescadores son partes de los aviones derribados.
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