Estiércol de gallina y calor para desinfectar los cultivos de fresa
Varias fincas ensayan con éxito la técnica de biosolarización como alternativa al bromuro de metilo, un compuesto químico prohíbido por la UE, para la preparación de los suelos antes de la siembra
El equipo de investigadores del Ifapa, que dirige el profesor José María López-Aranda, ha logrado buenos resultados en la técnica de desinfección de terrenos agrícolas conocida como biosolarización. Pretende ser una alternativa de fumigación sin componentes químicos en los cultivos de fresa de la provincia de Huelva.
Las fincas experimentales se encuentran en la comarca del Condado, una de ellas es la de El Cebollar, que dirige Juan Jesús Medina en estrecha colaboración con Luis Medina. Entre las líneas de investigación que se aplican está la de sanear los terrenos sin utilizar productos químicos. Los experimentos de biosolarización se iniciaron después de que la Unión Europea firmara el Protocolo de Montreal y el bromuro de metilo empezara la cuenta atrás, hasta desaparecer de los cultivos. Este compuesto químico se utilizaba mayoritariamente por los agricultores de Huelva en los cultivos de fresa. El bromuro de metilo dejó de aplicarse en campo en el año 2007 y en vivero, en el 2009. Para entonces ya se contaba con alternativas. La que más éxito tuvo entre los agricultores fue la mezcla de dos fumigantes: dicloropropeno y cloropicrina. Pero estos dos componentes también se han encontrado de frente con el Protocolo de Montreal y las directrices limpias de la UE, y llevan el mismo camino que el bromuro de metilo. En los próximos meses la UE tendrá que decidir si estos compuestos químicos entran en la lista negra, que los irá erradicando como ya pasó con el bromuro de metilo.
Sobre este escenario los investigadores trabajan para buscar soluciones bien a base de mezclas de componentes químicos o mediante procesos de carácter orgánico. En esta segunda línea se incluye la biosolarización.
El método consiste en preparar la tierra para cubrirla con una capa de estiércol. En la finca experimental de El Cebollar se usa el de gallina por ser el que tradicionalmente venían aplicando los agricultores de la comarca al encontrarse en el entorno. Se acompaña de un riego por aspersión de corta duración, justo inmediatamente antes de cubrir el terreno con un plástico grueso para evitar posibles roturas por parte de animales. El plástico permanece en la tierra desde mediados de julio hasta mediados de agosto, unas cuatro semanas, que vienen coincidiendo con los días en que se registran las temperaturas más altas en la provincia y en esa zona concreta.
Este proceso, que se experimenta en Huelva desde mediados de los 90, presenta un efecto aditivo año tras año cuyos resultados positivos se comprueban de manera progresiva. Entre los beneficios que produce en la tierra, el profesor Medina señala el aumento del contenido de materia orgánica del suelo; el mejor control de malas hierbas; y el incremento del desarrollo vegetativo y de la capacidad productiva de las variedades de cultivo.
Los inconvenientes de aplicar la biosolarización vienen tanto por el gasto, que se estima es unos 950 euros/hectárea, como por el trabajo y tiempo que se requiere para preparar del terreno. Ambos factores, pero sobre todo el segundo, siguen siendo superiores si se compara con la aplicación de un fumigante químico.
Sobre la bondad medioambiental de este método, el investigador Juan Jesús Medina explica que no existen estudios sobre la alteración de los componentes de los terrenos de cultivo después de haber sido tratados con estiércol, al menos en Huelva. Este incide en que estos abonos tienen un alto contenido de nitrógeno que inevitablemente queda en los suelos más allá de la superficie y no descarta que pueda llegar a aguas subterráneas. Medina indica que si se llevan a cabo análisis de campo en los terrenos tratados con este abono "podemos llevarnos sorpresas".
De hecho en un informe sobre los resultados de la biosolarización, Juan Jesús Medina llama la atención sobre la prudencia con que se debe aplicar en zonas marcadas como vulnerables a la contaminación de nitratos, como por ejemplo en Las Malvinas y sus alrededores en los términos municipales de Moguer y Palos. Precisamente son dos de los pueblos de la provincia de Huelva que destacan por su producción fresera.
Durante la campaña 2009 /2010 en las fincas de experimentación del Ifapa en Huelva se ha trabajado con nuevos biofumigantes como la viñaza de remolacha o la glicerina, y se continúa ensayando con diferentes dosis de estiércol fresco de gallina y pellets de brassica (otro abono). Además, se está poniendo a punto la desinfección de pellets incorporados directamente al lomo del cultivo justo antes de su construcción. Los resultados de estos nuevos ensayos están pendientes del correspondiente informe que se hará al contrastar los datos.
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