Oceanografía responsabiliza al sector pesquero del agotamiento del caladero

El informe encargado por la Junta concluye que se han cogido 800 kilos por día en lugar del límite oficial de 200 · El trabajo descarta la merma por contaminación y recomienda un ajuste en la flota

Barcos de la chirla amarrados al puerto de Punta Umbría, en una imagen tomada a mediados de diciembre.
Barcos de la chirla amarrados al puerto de Punta Umbría, en una imagen tomada a mediados de diciembre.
C.b./Efe / Huelva

30 de diciembre 2010 - 05:01

El esfuerzo pesquero y el no respeto del sector a las taras establecidas por embarcación y día son las principales causas de la merma de chirla en el Golfo de Cádiz, según se desprende del estudio realizado por el Instituto Español de Oceanografía (IEO) a petición de la Consejería de Agricultura y Pesca.

En el estudio, consultado por Efe y que sirvió como base para cerrar el caladero a esta pesquería hasta el próximo julio, se pone de manifiesto como, en determinados momentos, la tara de distintas embarcaciones ha llegado a alcanzar los 800 kilos por día, cuando el límite oficial es de 200 kilos.

Asimismo, resalta que esta actividad pesquera "nunca agotaría sus reproductores" si se mantiene el tamaño de primera captura en 25 milímetros y se respetan las taras mínimas y que la chirla, como apunta el sector, "no ha desaparecido, sino que ha descendido la de talla comercial".

Tras descartar que pueda deberse a la presencia de elementos biológicos que estén causando la muerte a la especie, el IEO concluye que la población, con la adopción del cierre del caladero, tiene recursos para recuperarse a corto-medio plazo, ya que esto permitirá que un numero importante de ejemplares se incorpore a la pesquería y por tanto, pueda mantenerse activa a la flota de draga hidráulica del caladero del Golfo de Cadiz.

Sin embargo, "si se continua ejerciendo el nivel de esfuerzo pesquero que se ha venido realizando hasta la fecha, cualquier alteración que afecte en mayor o menor medida a la población de chirla, como fallos de reclutamiento, se traduciría tarde o temprano en un descenso de las capturas comerciales.

En este sentido, desde el IEO se aboga por establecer medidas que regulasen el esfuerzo pesquero mediante horarios estacionales de pesca, eliminando la tara, y eliminar embarcaciones para ajustar el esfuerzo pesquero a las posibilidades reales de abundancia del recurso, como medidas de gestión, y poder alcanzar la sostenibilidad de esta actividad.

En los puertos de Huelva, principalmente Punta Umbría e Isla Cristina, tienen su base unos 85 barcos que se dedican a esta actividad y ahora mismo protagonizan un paro forzoso de 7 meses para tratar de recuperar las aguas atlánticas.

La conclusión a la que llega el Instituto de Oceanografía choca frontalmente con la versión que aporta el sector pesquero. Los armadores y pescadores rechazan que la situación actual del caladero se deba a una sobreexplotación causada solo por los barcos que faenan en las aguas del Golfo atlántico.

El trabajo que pone en entredicho la labor de los pescadores onubenses ya ha sido manejado por las cofradías onubenses aunque ahora lo hacen de forma oficial y con todas las cartas sobre la mesa. Precisamente en él se ha basado la administración pesquera para cerrar las aguas a la pesca de la chirla durante siete meses, algo inaudito hasta ahora.

El sector acogió con recelo y desconfianza el estudio que ya está marcando su futuro.

Ahora, la publicación por canales oficiales del trabajo científico añade intranquilidad al futuro de la flota, que está formada por 120 barcos de toda Andalucía.

Se supone que el plan será consensuado con los armadores aunque será complicado ajustar la flota al no contar ni la parada biológica forzosa con subvenciones específicas. Dentro del programa planteado está previsto que las embarcaciones de más de diez años puedan acogerse a las ayudas a desguace de los fondos europeos de pesca.

El sector achaca el agotamiento y la escasez de chirla y la falta de talla comercial a varios factores, entre los que se encuentran la contaminación de las aguas, los sucesivos temporales que han afectado a la zona e incluso a factores tan lejanos como la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar hace diez años.

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