Socialmente responsables no sólo en Navidad
Respons(H)abilidades
En tiempos de globalización en los que vivimos una permanente crisis ética, la integridad es un valor diferencial que hace más rentables a las empresas y más felices a las personas
Hace poco hablábamos de cómo la salud de las personas y su bienestar emocional están directamente influidos por la calidad de sus relaciones. Compartíamos que está cada vez más probado que las personas más felices son más solidarias y más sanas. Pues hoy vamos a dedicar este espacio a las relaciones de calidad de las empresas y a cómo la Responsabilidad Social Corporativa o RSC bien gestionada las hace más rentables, más sanas y, por qué no, también más felices, porque la gente que trabaja para la empresas responsables lo son y eso se nota después en sus resultados. ¿Se dan cuenta? Se trata de un dar-recibir sin final, tremendamente enriquecedor para la sociedad en su conjunto, que no se puede limitar a la Navidad. Porque si tener relaciones de calidad es bueno para la salud de las empresas y de las personas, no tiene sentido que nos cuidemos sólo en estas fechas.
Una buena excusa para empezar
La Navidad es un magnífico momento para iniciar una gestión responsable que puede hacer más rentables a su empresa todo el año. Así que no entiendan este artículo como una crítica al uso desmedido de la solidaridad en estas fechas por parte de las marcas. Lo que sí me entristece como persona, y me preocupa como profesional, es que no sea el comienzo de una estrategia de responsabilidad social estable que dure todo el año.
Esa estrategia de gestión estable desde la Responsabilidad Social Corporativa no puede ser altruista ni puntual, sino que debe tener objetivos anuales, un plan de acciones, medición de resultados, y revisión y definición de nuevos objetivos. Todo lo que no se parezca a esto, en mi opinión se parece más al uso interesado del espíritu navideño. Y no es que eso sea malo, es una opinión, así que no se ofendan las empresas que sólo se acuerdan de su entorno social en Navidad. O sí, que se ofendan si esa incomodidad les inspira un poco a cambiar y ser consciente de su poder social el resto del año.
Otra crítica que me surge ante la proliferación de campañas navideñas es la saturación que se genera en la percepción de los ciudadanos. Porque recibimos tantas llamadas a la empatía o a la compasión solidaria, y todas al mismo tiempo, que en ocasiones parecen conseguir un efecto rebote nada productivo para nadie.
Otra problema que identifico en estos días (y eso que no iba a ser crítica hoy) es la confusión social que provocan las empresas que quieren vestir de Responsabilidad Social las acciones sociales con las que diseñan sus campañas de marketing a final de año, porque eso no es RSC.
La RSC no es acción social
Ya lo sé. Lo he escrito muchas veces, y nunca me parecen suficientes. La Responsabilidad Social Corporativa no es acción social. Y en estas fechas, cuando la política empresarial e institucional del buenismo adquiere su máximo esplendor, es especialmente importante recordarlo.
Es imprescindible no olvidar que una de las herramientas más poderosas que la sociedad tiene a su alcance para mejorar y cambiar es el compromiso social desde una Responsabilidad Corporativa coherente de las empresas, y muy concretamente la de las pequeñas y medianas empresas, por ser la aplastante mayoría.
Las empresas que trabajan su RSC con coherencia son las que se comprometen todo el año a aportar en lo social al mismo nivel que lo hacen en lo económico y en lo ambiental, y además con el interés legítimo de ser más rentables y resistentes. No hay altruismo en la RSC, aunque sí mucha solidaridad.
Por otro lado está la simple acción social y puntual de las empresas, que sí puede ser altruista y está bien, pero que no es ninguna solución y mucho menos a largo plazo.
Dar y recibir mucho más allá de la Navidad
Si me dejan, me voy a poner un poco filosófica. Supongo que es por las fechas navideñas o porque estoy en un momento de serenidad personal y profesional que me permite ver con claridad una certeza: el sentido de la vida está en el equilibrio entre el dar y el recibir. Así de simple. Y no se trata de la generosidad social o material, es algo mucho más profundo: dar desde uno mismo y recibir en uno mismo, en un continuo fluir generador de riqueza. Lo que pasa es que no siempre sabemos dar y no siempre sabemos recibir y desequilibramos la balanza.
Las inseguridades, las suspicacias, las desconfianzas, las necesidades de reconocimiento o protagonismo, los prejuicios, los miedos infundados, la expectativas exageradas, las creencias que nos limitan... Estos son algunos de los palos que metemos en esa figurada rueda interna del dar-recibir que necesitamos que se mueva de forma fluida para que se cumpla una regla universal que cada vez tengo más comprobada: cuanto más doy, más recibo. Esta regla funciona todo el año, no sólo en Navidad, y en las empresas también.
La Responsabilidad Social Corporativa es una herramienta perfecta para que las organizaciones equilibren su dar-recibir, y recojan en ese circuito que se retroalimenta los beneficios de hacerse responsable del rol social que tienen como agentes de cambio.
Porque exactamente igual que las personas, las empresas no son culpables de todo lo que pasa, y tampoco son responsables de las consecuencias de lo que dicen y hacen, pero sí son responsables de la intención con la que lo dicen o lo hacen. Y necesitamos empresas responsables, cargadas de buena intención, que sean hábiles para responder mucho más allá de la Navidad.
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