Los adolescentes onubenses rompen los tópicos: están "felices" y "sanos"

Los adolescentes onubenses rompen los tópicos: están "felices" y "sanos"
Los adolescentes onubenses rompen los tópicos: están "felices" y "sanos"
Elena Llompart

16 de marzo 2013 - 01:00

Si en el principal buscador de información en internet -Google- nos disponemos a teclear la palabra "adolescente", antes de terminar de hacerlo aparecen tres resultados a modo de propuesta: "adolescentes embarazadas", "adolescentes rebeldes" y "adolescentes y padres". El panorama que ofrecen estas 'páginas amarillas' de la red sobre los jóvenes no es más que el reflejo de la concepción social sobre este periodo del desarrollo biológico que, lejos de lo que pregona la sabiduría popular, no siempre es un tiempo tormentoso, sino de crisis o transición.

Porque los jóvenes, como ocurre en el caso de la provincia onubense, en términos generales son felices, se sienten apoyados, tienen un buen estilo de vida (no suelen tener episodios de embriaguez, presentan un consumo muy residual de cannabis y han reducido el consumo de tabaco) y gozan de buenas relaciones con su familia, su círculo de iguales y el vecindario sin que esta satisfacción emocional esté relacionada con la disposición de recursos económicos.

Así se desprende del Estudio sobre conductas de los escolares relacionadas con la salud y el desarrollo de los adolescentes andaluces, una investigación que aniquila los estereotipos y prototipos de adolescente comúnmente aceptados y referidos en los estudios, encuestas y medios de comunicación de un modo contundente: a base de cifras y resultados. Los obtenidos en 253 colegios seleccionados aleatoriamente de entre el conjunto de los centros educativos andaluces para alcanzar una muestra de 15.684 adolescentes escolarizados con edades comprendidas entre los 11 y los 18 años, de los que 961 son onubenses.

Esta investigación fue solicitada y financiada por la Consejería de Salud en 2011 después de que, un año antes, el estudio nacional sobre esta materia que se realiza cada cuatro años en el marco de un programa internacional auspiciado por la Organización Mundial de la Salud no incluyera, al contrario de lo que ocurrió en 2006, un muestreo particular para cada una de las comunidades autónomas.

Los investigadores Carmen Moreno, Pilar Ramos, Antonia Jiménez-Iglesias y Irene García-Moya (Universidad de Sevilla) y Francisco Rivera (Universidad de Huelva) son los artífices de esta pormenorizada investigación que ayuda a conocer en profundidad los estilos de vida de los escolares y analizar su evolución.

El resultado, tal y como explica Rivera, que es profesor asociado en el área de Metodología de las Ciencias del Comportamiento de la Onubense, es positivo aunque existen algunos hábitos a mejorar, sobre todo en lo que a alimentación se refiere. No en vano, Huelva destaca por ser la provincia andaluza en la que los adolescentes muestran un menor porcentaje de consumo óptimo de fruta (10,4%) que la media andaluza, como también ocurre en cuanto al consumo de verduras (14,3%), frente a Granada y Almería, donde consume frutas el 16,6% y 16,3% y verduras el 22% y 28,4%.

"En Huelva tenemos malos indicadores de alimentación: altos consumos de bebidas azucaradas y dulces pero bajo de fruta y verduras. Sin embargo, los adolescentes presentan bajos indicadores de obesidad y buenos de satisfacción con la imagen corporal. Hay que tener en cuenta que la obesidad se relaciona con lo que comes y con lo que gastas", contextualiza Rivera.

Un 17,7% de los jóvenes onubenses consume dulces a diario (un dato que supera la media, que es de 16,7%) y un 37,3% (la media está en el 34,2%) consume bebidas azucaradas cada día. Sin embargo, son los onubenses los que destacan por su bajo índice de sobrepeso y obesidad, mientras que ocurre lo contrario en el caso de Almería: el índice de sobrepeso andaluz es de 20,6% pero en Huelva se sitúa en el 16,4% y en Almería en el 23,2%. Por ello, la satisfacción de los adolescentes de la provincia con su imagen corporal es la más elevada de Andalucía, aunque las diferencias son mínimas: la media es de 3,74 en una escala de 1 a 5 y en el caso de Huelva esta cifra asciende a 3,85. Rivera cree que las alternativas de ocio "menos sedentarias" y un ocio más activo que en otras provincias pueden explicar estas variables aunque, a pesar de las mismas, "hay que potenciar el consumo de frutas y verduras, que en Andalucía, de todas formas, es bajo".

El experto explica que, para esta investigación, se intervino mucho en una cuestión que no es baladí en el caso de los estilos de vida: las horas de sueño. Sobre todo porque existe un ocio nocturno en casa relacionado con juegos on-line de ordenador que podría estar restando horas de descanso a los escolares. "Las horas de sueño están muy relacionadas con el rendimiento del día siguiente y la vitalidad. Pero hemos visto que no es tan excesiva esa disminución de horas de sueño. Hay un grupo residual que sí duerme menos de cinco horas y en el que habría que intervenir pero, en general, no duermen poco", señala. No en vano, aunque los onubenses encabezan el ranking de menos horas de sueño en fin de semana, el promedio de horas es de algo más de ocho, de forma que el resultado es positivo en todo caso.

Rivera advierte que ese cliché de adolescente que bebe, se emborracha, fuma y consume cannabis y maría "realmente no es el prototipo de adolescente, sino otro distinto". Aún así, señala que el 11,2% de los adolescentes onubenses consumen tabaco diariamente, mientras que la media andaluza es de 7,9%, similar a la obtenida en 2006. Las chicas consumen más tabaco diariamente que los chicos y estas diferencias son destacadas a partir de los 15 y 16 años, edad en la que comienza un marcado aumento en el consumo de tabaco, más acentuado en las chicas.

El consumo de alcohol semanal se observa en el 16% de los jóvenes andaluces, lo que implica una ligera disminución con respecto a los datos de 2006. En comparación con este dato del total andaluz, los adolescentes de Granada y Málaga tienen un consumo más bajo de alcohol (11,7% y 12,1% respectivamente); en cambio, en Jaén, Huelva y Sevilla el consumo semanal de alcohol es destacadamente más alto (22%, 20,2% y 19,4%, respectivamente). Los chicos presentan un consumo de alcohol más alto que las chicas y dicho consumo aumenta conforme lo hace la edad tanto en chicos como en chicas, siendo el consumo de alcohol más alto a los 17 y18 años, especialmente en los chicos.

Lejos de lo que puede parecer a simple vista, Rivera señala que Andalucía es mucho más homogénea de lo que se piensa aunque sí se puede notar alguna según el contexto o hábitat de residencia: en zonas con baja densidad de población hay una relación intergeneracional entre adolescentes muy alta, de modo que una experiencia normal a los 16, como puede ser una primera experimentación del consumo de tabaco, de alcohol o cannabis, lo vive un joven de 12, algo que no implica que, en el futuro, ese niño no se desarrolle de forma correcta y no consuma estas sustancias. En una capital como Huelva, sin embargo, Rivera apunta que los niños de 12 años tienden a juntarse con iguales de su edad y las experiencias son comunes y acordes.

En la misma línea, las alternativas de ocio -más presentes en capitales y ciudades grandes que en los pueblos- influyen como opciones frente al botellón, aunque Rivera advierte que indicadores de alcohol suelen ser relativamente estables y es difícil que haya un cambio en ese consumo. Además, a diferencia de lo que ocurre con el tabaco, es más sencillo para el adolescente acceder a él y está más asociado a un tipo de ocio.

Según comenta, existen investigaciones muy interesantes que analizan cómo la distinta percepción de gravedad influye también en el consumo de estas sustancias. "No tienen asociada la peligrosidad al alcohol porque a corto plazo no lo es. Lo consumen sus padres y gente de alrededor y lo ven en las películas", explica. Tampoco tiene que ver en este caso la crisis, ya que el del alcohol es un ocio relativamente barato.

No como el cannabis, cuyo consumo es residual en el caso de los adolescentes onubenses. "Parece que no va más allá de una mera experimentación que no tiene por qué ser negativa para el desarrollo. El cannabis subió al comienzo de esta década aunque se han estabilizado. No obstante, tenemos los indicadores más altos de Europa y eso es preocupante", comenta el experto.

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