Dos penachos sobre Huelva
episodios de pestilencia
La modelización del movimiento de los humos industriales el fin de semana muestra un impacto conjunto de las empresas de la Punta del Sebo y del Polígono Nuevo Puerto en la ciudad
Viernes, ocho de la tarde. Una borrasca situada al oeste de Portugal amenaza con dejar un fin de semana de lluvias en Huelva. Pero en lugar del aguacero lo que llega a la capital es un fuerte olor que alarma a la población. Es el primer episodio de pestilencia de los varios que se sucederán a lo largo de cuatro días, llegando a sumar más de 400 llamadas al 112 y provocando la reacción en forma de comunicados y declaraciones de administraciones e industrias. El foco o los focos emisores concretos siguen siendo desconocidos, no así el proceso por el que el olor llega a la ciudad, que sigue un mismo patrón.
Viento suroeste a sureste, inversión térmica y emisiones industriales. Esos son los tres elementos en juego en cada episodio de mal olor, explica Jesús de la Rosa, profesor del Centro de Investigación en Química Sostenible (Ciqso) de la Universidad de Huelva que ha modelizado el posible impacto de las emisiones industriales de los días en los que se ha registrado el hedor en Huelva. En el caso del pasado fin de semana, la llegada de la borrasca trae vientos de componente sur a Huelva, que van rotando de este a oeste. Unidos a una capa límite (la capa de aire más cercana al suelo) muy baja el cóctel estaba servido: el impacto de los penachos industriales de la Punta del Sebo y el Polígono Nuevo Puerto se dejaba sentir con fuerza. Y con ellos traían el olor que iba barriendo la capital por zonas: pasando por el entorno de la Universidad y el hospital y después el centro.
Esa situación se repitió de forma casi idéntica el viernes y el domingo. Según los cálculos de De la Rosa este tipo de eventos ocurre menos de un 5% de los días del año y no es nuevo: los impactos de los penachos industriales siempre han estado ahí y suceden también en otros polos como el Campo de Gibraltar ("allí pueden durar días") o en Tarragona. Pero este último episodio se ha caracterizado por una duración relativamente larga, además de por el fuerte olor. Y en la modelización realizada se descubre un elemento que añade complejidad a la tarea emprendida por administración e industrias a la caza del foco emisor: los penachos de Punta del Sebo y Nuevo Puerto se superponen en algunos tramos horarios y dependiendo de las zonas, una mezcla de emisiones que a juicio del investigador "hará muy difícil determinar de dónde viene el mal olor". De hecho, podría deberse a un efecto acumulativo.
La dificultad estriba en el gran número de focos emisores existentes. El modelo realizado la Unidad Asociada CSIC-Universidad de Huelva Contaminación Atmosférica, de la que De la Rosa es investigador principal, elige un punto de cada uno de los polígonos a diferentes alturas para conocer la posible fumigación industrial en la ciudad, aunque sin tener en cuenta datos de funcionamiento de las empresas en la simulación. Sólo busca representar el patrón de conducta de los penachos industriales de cada una de las zonas en los días 16 y 18 entre las 20:00 y las 24:00, en las que más se notó el olor. Al introducir las variables meteorológicas y atmosféricas se recoge el movimiento antihorario de esas plumas, primero con el impacto de los de Punta del Sebo y Nuevo Puerto en la ciudad y después con el desplazamiento de la pluma de Punta del Sebo hacia Corrales-Bellavista, e incluso Aljaraque al comienzo de la madrugada. Y ambos se solapan "pudiendo superponerse al mismo tiempo los contaminantes de ambos polígonos industriales al oeste de la ciudad". Algo que hace reflexionar al especialista sobre la dificultad de medir el impacto acumulativo de todos los penachos procedentes de ambos núcleos industriales. Y que contrasta con la posición expresada hasta ahora por la Junta de Andalucía, que circunscribe al Polígono Nuevo Puerto el origen del olor.
De la Rosa no se pronuncia exclusivamente sobre ese origen, pero advierte que los focos de emisión son numerosos, con contaminantes tanto inorgánicos como orgánicos, por lo que deduce "la alta complejidad en la determinación de un foco y la contribución de cada uno a los olores en la ciudad". Por otra parte, remarca el especialista, habría que tener en cuenta también el efecto de la evaporación de las balsas de fosfoyeso, que ya estudia con un proyecto financiado por el Gobierno central.
A este hecho se suma que no todas las sustancias de origen industrial se miden. Para muchos compuestos no hay legislación e incluso la Administración o la Universidad no cuentan con equipos que permita su control en alta resolución, en márgenes muy pequeños de tiempo. En cuanto a los que sí se miden por estar legislado, De la Rosa insiste en el mensaje transmitido desde la Administración autonómica: los datos de la red de calidad de aire son normales. Es más, en esos días, comparándolos con otras estaciones de Andalucía, "muestran niveles bajos de PM10 (partículas) y gases contaminantes como óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono y ozono troposférico". Tampoco se registraron picos de dióxido de azufre (SO2) en ninguna de las estaciones, aunque eso no significa que no haya existido impacto industrial, señala el profesor, sino que "el foco que tradicionalmente lo produce está abatido en gran medida desde finales del año 2013". Pero en ellos, como transmite el 112 a todo aquel que llama durante los episodios de olor, no hay pista alguna sobre su procedencia.
Otro sistema de control que utiliza la Unidad de Contaminación Atmosférica son las cámaras instaladas en el Campus del Carmen, una orientada hacia las balsas de fosfoyeso y Nuevo Puerto y otra en dirección a San Juan. Cada cinco minutos toman una imagen y el resultado de cada 24 horas se registra en una grabación que puede seguirse en la cuenta de twitter@uhuaerosolcams. Tampoco en este caso se detectaron anomalías.
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