El universo alrededor de la palabra
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Javier Sánchez Menéndez presenta esta tarde 'De cuna y sepultura', sexta entrega de su gran obra dedicada a la vida en la poesía
El escritor aporta nuevas claves para entender
Huelva/Las librerías tienen en sus estantes desde el pasado abril De cuna y sepultura, la sexta entrega de esa gran obra vital de Javier Sánchez Menéndez que es Fábula, alumbrada hace poco más de 25 años, cuando ya el escritor gaditano definió la palabra, la poesía, como el mismo centro de la existencia. Es lo que llama "vida en la poesía", vivir para la poesía o, simplemente, vivir, que en su universo particular es la elipse trazada alrededor de la palabra. Hoy hablará de ello en la presentación del libro en la Biblioteca Provincial de Huelva, antes de hacerlo el jueves en Cádiz y la semana que viene en Sevilla.
Hay en esa búsqueda constante de la palabra poética, anota, un acto de sencillez máxima, de sinceridad y de humildad. Rasgos, los tres, que definen el camino y que avanzan mucho de la forma en que se llegará a esa "última visión del firmamento" a la que se refiere Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, Cádiz, 1964) como cierre de su propio ciclo existencial.
Hay mucha generosidad en esa voluntad de compartir reflexiones con su prosa poética. Compartir sin imponer, porque el escritor es aquí persona viva con sus lecturas. Son el alimento de su indagación sobre poesía y palabra, siempre con la vista puesta en los clásicos, a los que entregaría más de una vida corpórea para descubrir y redescubrir, volver constantemente a ellos, en esa línea, clave para la existencia, que empiezan los presocráticos y alcanza hasta la generación del 50, a cuyos versos se encomienda en último extremo para el proceso al que se debe.
Es ahí donde se encuentran referencias literarias, que son referencias vitales, con Platón convertido en una suerte de piedra angular, como Rilke, siempre los versos de Rilke, para alimentar el alma, la palabra interior, junto a Leopardi, Elliot o Pound.
En estos tiempos de velocidad sin freno, de aceleración sin razón, es necesario, más que nunca, observar. "Nos perdemos todo por no pararnos a contemplar lo que tenemos por delante". No se trata sólo de mirar, sino de dejar a un lado las prisas y dedicarle tiempo. Y atención, que no es lo mismo, "para asimilar lo que se contempla". Y entender todo lo que se asimila.
Contemplar, atender y asimilar es parte fundamental en la constante búsqueda. Y a ello dedica uno de los capítulos en De cuna y sepultura, nuevo apunte desvelado para abrirse a ese entorno a descubrir. Hay que tener voluntad para hacerlo, pero también hay que tener capacidad para ello a través de la lectura, estimulante natural aquí para la formación del criterio personal.
Ahí entran las claves literarias que salpican los escritos del gaditano, junto a la naturaleza entre metáforas de búsqueda: tierra, árboles y nubes para una conversación interior. Y esa infancia y juventud, historias de la adolescencia, memoria italiana en los paisajes de Trieste, la tía Juana, Loreto, los años de estancia en Moguer o el perro de la niñez.
Hay una desnudez progresiva de Sánchez Menéndez en Fábula, que ya inició en 2010 con La vida alrededor, y continuó con Teoría de las inclinaciones (2012), Libre de la tormenta (2013), Mediodía en Kensington Park (2015) y Confuso laberinto (2016), antes de llegar a este De cuna y sepultura que ahora edita El gallo de oro.
Y lo hace con la libertad del tiempo, afortunado, reconoce, entregado a la lectura, necesaria por delante de la escritura, ahora que su hijo Jaime está al frente de la dirección editorial de su propio sello, La isla de Siltolá, y que su hija dirige la librería de la calle San Bernardo sevillana.
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