Crónicas levantiscas
Juan M. Marqués Perales
Los que manejan el mundo
Los afanes
A style="text-transform:uppercase">bandonamos la naturaleza. La olvidamos, nos alejamos de ella y apenas nos acordamos de su grandeza, que es nuestra necesidad. Abandonamos la naturaleza, y lo hacemos para acercarnos a las falsas esperanzas, a la mentira. Bauman dijo que las redes sociales son una trampa, y además de eso son un colapso en nuestras vidas, nos engañan, nos hacen creer que todo es verdad y en ellas todo es falso. Las redes sociales limitan nuestra capacidad de desarrollo personal y humano, nuestras relaciones, nuestras amistades, nuestra propia vida, en definitiva.
Pensamos que las redes sociales nos hacen más libres, más seguros, y estamos perdiendo tanto la seguridad como la libertad. Nuestras certezas han dejado paso a las falsas amistades, al engaño visual de nuestra identidad. Dejamos de ser, y perdemos el control de nuestra grandeza. Fíjense que van cambiando las edades de la muerte, de nuestra muerte, parece que estamos vivos, pero no somos nadie, dependemos y perdemos las habilidades sociales. Las redes sociales nos encierran en un erróneo yo donde perdemos el diálogo y dejamos de contemplar todo y de contemplarnos nosotros. Abandonamos la naturaleza y abandonamos nuestra propia naturaleza.
Puede que toda esta dependencia a los dispositivos sea una de las causas de que nuestros jóvenes apenas lean, que no se acerquen al fabuloso mundo de la cultura, que no sepan valorar la grandeza de una educación necesaria que amplía el horizonte. El placer de los dispositivos y de las redes es un placer momentáneo, un falso placer al que nos vamos acostumbrando.
La percepción de leer en una máquina o dispositivo a leer en un libro en papel cambia. Y cambia mucho. No se perciben de la misma manera los contenidos, las descripciones, incluso dejamos de valorar la obra en sí. Porque perdemos el sentido real de la percepción, sólo nos fijamos en las impresiones que fabrican expresiones que no logramos controlar ni dirigir. Los conocimientos, las ideas, la riqueza global del contenido de un libro, sólo puede percibirse con una obra en papel, nunca con un dispositivo.
Por tanto, debemos volver a la naturaleza, y no sólo contemplarla, sino tocarla, olerla, sentirla, y vivirla, como se hacía antes, mucho antes de que existieran las redes sociales y los dispositivos que se nos han hecho necesarios e imprescindibles. Aunque la sociedad cambie, aunque la sociedad evolucione, no podemos abandonar la naturaleza. Nosotros somos naturaleza.
También te puede interesar
Lo último