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Todo lo que está pasando en Cataluña no es más que ocultar la realidad del 3%. De aquellas comisiones extraordinarias, ese pasar por caja que tuvieron que hacer muchos. Pasar por caja o pasar simplemente la ITV del coche y otorgar suculentos honorarios al hijo de Pujol. Y, ¿no será que sigue existiendo ese 3%? Y por eso, y por más cuestiones, miles de empresas abandonan Cataluña en los últimos años. Puigdemont es una marioneta de Artur Mas. Una marioneta barata. Hace lo que le indica su maestro, porque la cosa va de enseñanza.
Si en el País Vasco la ETA asesinaba, en Cataluña se aprovecharon de las competencias educativas que el Gobierno central otorgó a las comunidades autónomas. Y en ese momento pensaron su proyecto: vamos a adoctrinar al personal. Y para adoctrinar a un pueblo no hacen falta grandes idearios. Comenzaron a crear marionetas. Como el pueblo piensa poco porque poco se le educa, no es inteligente y encima lee poco, y además se le exige lo mínimo, pues eso. Adoctrinamiento para crear marionetas. Marionetas de Artus Mas, ahora de Puigdemont, o de Oriol Junqueras, o de la extrema izquierda de la CUP (cada día menos libre y más extrema).
Estamos perdiendo inteligencia, y con ello estamos perdiendo nuestra libertad. Y lo que buscan los responsables del desastre catalán son las víctimas. Desean víctimas para convertirlas en mártires. Y el domingo tendremos mártires, porque ellos se harán los mártires o, en su defecto, los crearán.
Los inteligentes no necesitan regresar al fascismo, a la historia antigua. Los seres inteligentes y libres tan solo miran en la dirección del presente y del futuro. Se debe conocer el pasado, sí, pero para saber que lo que se ha hecho mal nunca debe volver a repetirse. Pero se ve que las marionetas ni son libres y nada inteligentes. Y regresan al pasado permanentemente para ocultar su propia inutilidad.
Y que conste, yo no soy ni de izquierdas ni de derechas, procuro ser del partido del sentido común (que no existe). Pero esto lo dijo mucho mejor el poeta chileno Nicanor Parra en un artefacto: "Hasta cuándo siguen fregando la cachimba, no soy de derecha ni de izquierda. Yo simplemente rompo con todo". Es una pena que, en España, los españoles, los del partido del sentido común, no hayamos salido a la calle para decidir, para decir libremente y con inteligencia. Para alzar la voz con respeto, con honestidad y desde luego sin mártires, que no hacen falta.
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