Javier Sánchez Menéndez

Posretrotopía

Los afanes

27 de abril 2017 - 02:03

La muerte del pensador Bauman en enero de este año le ha devuelto la vida. Sobre todo, porque su fallecimiento le ha alzado como gran sociólogo y filósofo, y porque tenemos la ocasión de leer algunos de sus libros que ahora aparecen. Uno de ellos es Retrotopía, publicado este mes por Paidós como su obra póstuma. Viene a decir Bauman en este ensayo que nuestro futuro ha dejado de ser sólido, y que comenzamos a buscar la utopía en el pasado. "El objetivo ya no es conseguir una sociedad mejor, pues mejorarla es una esperanza vana a todos los efectos, sino mejorar la propia posición individual dentro de esa sociedad tan esencial y definitivamente incorregible", dice Bauman.

Pero la retrotopía de Bauman, en la sociedad actual, se convierte en posretrotopía. Por más que acudamos al pasado o deseemos acudir a él para lograr objetivos o mejor, idealizar objetivos que fueron en algún momento, nunca llegaremos al futuro por este camino. Seguimos mirando hacia delante, debemos seguir ansiando el futuro. Lo pasado pasado está, y por más que veamos imposible conseguir unos objetivos en base a las situaciones actuales, hay que morir en el intento. O al menos hay que intentarlo.

El antropólogo David Le Breton comentaba hace unos días que la pérdida de referencias lleva a los adolescentes a conductas de riesgo. Unas conductas de riesgo que aparecieron en los años 70 y se han extendido como la espuma en los países ricos y en los pobres entre los adolescentes (problemas alimentarios, matanzas escolares, toxicomanía, escarificación, alcoholización extrema, jóvenes antisociales, islamismo extremista,…). La pérdida de referencias lleva a Le Breton a hablar de la "individuación de sentido" como causa.

Y todos estos cambios que comentamos y que estamos viviendo en nuestras sociedades, además de ser evidentes, son preocupantes. El Diccionario de Oxford ha elegido como palabra del año a posverdad. Nuestra sociedad se conforma con aquello que parece verdad aunque no lo sea y fabricamos, para interés personal, nuestras propias verdades que son falsas verdades. No olvidemos que todo está inventado, y todas estas cosas, con otros términos, ya las dijeron antes otros pensadores. La sociedad es como una gran pescadilla que se muerde la cola y gira en torno a sí misma, con los mismos errores y con el anhelo de un futuro mejor. Ocurre que para conseguir ese futuro prometedor hay que asumir los derechos y deberes, y hay que ser exigentes, ahora mucho más.

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