EN esta especie de nueva revolución minera que se observa en la provincia de Huelva hay una asignatura pendiente que supone toda una contradicción. En la zona de Aroche existe una explotación minera de wollastonita paralizada desde el principio de los tiempos por causas supuestamente medioambientales: la preservación de los buitres leonados, esos que ahora se comen a los cerdos y ovejas porque los conservadores no les dan el menú que necesitan para conservarse.

Y lo curioso de este caso es que la wollastonita es uno de los minerales más ecológicos que existen y de hecho así se le considera internacionalmente. Este mineral, del grupo de los silicatos, es un magnífico sustituto del amianto, que como se sabe es otro mineral (silicato de cal, alúmina y hierro) pero que puede producir cáncer, está prohibido ya en las construcciones y ha sido el causante, por ejemplo, de que hubiera que paralizar la demolición del antiguo hospital Manuel Lois, cuando este periódico hizo público su presencia en él.

Pero hay más, el uso de la wollastonita en algunas de sus aplicaciones reduce considerablemente el dióxido de carbono que emiten otros productos alternativos y que tanto afecta al cambio climático.

Es decir, que para preservar a un buitre leonado (con todo respeto y cariño por el pájaro), al que ni siquiera le dan de comer y por tanto no lo preservan de hecho, hay que impedir que se extraiga un mineral que tiene un importante valor ecológico y es sustituto de otros muy contaminantes y causantes del cáncer, por ejemplo... Hay veces en que resulta muy difícil entender las pasiones de los conversos.