Alto y claro
José Antonio Carrizosa
La confianza está rota
Los afanes
Un político, cuando se publican unas encuestas sobre intención de voto, suele estar más preocupado en mejorar los resultados de las próximas encuestas que en servir a los ciudadanos de su patria. Y esto ha pasado esta semana. Cuando el CIS anunció que Ciudadanos ganaba enteros en detrimento del PP, PSOE y, por qué no, hasta de Podemos, los políticos se reúnen para intentar mejorar los resultados de las próximas. El CIS, Centro de Investigaciones Sociológicas, es un organismo dependiente del Ministerio de la Presidencia y para las Administraciones Territoriales del Gobierno de España. Su sentido es un sinsentido. En torno al CIS se suelen reunir catedráticos de Sociología, politólogos, enchufados que desarrollan teorías y teorías que no llevan a ninguna parte. Pero tienen que estar, como un falsete, engañando y confundiendo al personal sobre intención de voto. En vez de dar resultados, que puede que no se asemejen a la realidad, deberían estudiar la fórmula para cambiar la ley electoral de este país.
Andan los políticos de capa caída. Siempre hay una voz más aguda de lo normal que encuentra punta a todo. Una voz artificial que destaca, pero una voz falsa, a fin de cuentas. Y es que los políticos me recuerdan mucho a lo que pasa en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz (COAC) en los últimos años. El Carnaval de Cádiz seguirá siendo Carnaval por los siglos de los siglos, y me sumo a esa petición para conseguir ser patrimonio inmaterial de la humanidad. Se lo merece. La fiesta se lo merece.
Pero el COAC es otra cosa. Los años dorados del concurso fueron los años noventa, incluso antes. De ese tiempo a esta parte, por culpa de unos y de otros se lo han cargado. Y se lo han cargado bien. Es como si mi tierra, ese Cádiz bíblico y universal, se hubiera enfrascado una boina inmensa y no saliera nunca de ella. La calidad del concurso se está perdiendo, y es así por el mal gusto del jurado y por las instrucciones del Patronato que no las entiende nadie. Instrucciones sin sentido común. Ustedes dirán que los tiempos han cambiado, sí, pero para mal.
Las puntuaciones del concurso son una farsa, y no se asemejan a la realidad visible en el escenario. Un Patronato influenciado por un falso feminismo y por una sinrazón engañosa. Pobre Kichi. Ya no recuerda la grandeza, por ejemplo, de un concurso que él mismo protagonizó en la comparsa El cielo de Cádiz en 1998, segundo premio. Ahora en Cádiz casi todo es un gran falsete.
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