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Griñán, el líder contestado
XII Congreso PSOE-A
El secretario general gana por el 71% de los votos y opta por confeccionar una dirección sin integrar a los opositores. El PSOE abre en plena crisis y con un Gobierno de coalición un camino incierto.
El PSOE andaluz realizó un ejercicio de auténtica clarificación. José Antonio Griñán es su líder, pero contestado. El secretario general y actual presidente de la Junta salió elegido por el 70,9% de los votos a la vez que los críticos hicieron valer su peso con un 29% de votos en blanco. Ni siquiera se abstuvieron. En 2010, cuando sucedió a Manuel Chaves, fue elegido a la búlgara, y el único que se abstuvo fue él mismo, pero ayer críticos de las provincias de Cádiz, Málaga, Córdoba, Sevilla y una inmensa parte de la delegación de Jaén hicieron valer su peso y no lo apoyaron. Al presentarse un solo candidato, no había opción al voto negativo, de ahí que todos -tanto los críticos como el propio Griñán- entendieron esa opción como un rechazo personal. "No me querían como secretario general", valoró el presidente andaluz en un encuentro con periodistas. Ésa es la razón esgrimida por la que la nueva dirección socialista no ha integrado a ninguno de los críticos; es una Ejecutiva absolutamente griñanista que ahora deberá hacer frente a los movimientos que se abren en las provincias, muchos de los cuales se verán en los congresos del fin de semana próximo, pero, posiblemente, a lo largo de muchos meses más. El PSOE andaluz se ha desnudado; no está abierto en canal, porque Griñán ganó el partido, pero desde ahora será un organización con bastantes conflictos internos. Y ello llega en un momento, especialmente, difícil por cuanto los socialistas no gozan de una mayoría absoluta en el Parlamento, sino que se tienen que apoyar en sus socios de gobierno de Izquierda Unida. No es que parte del grupo de la Cámara se le pueda rebelar, pero el PSOE será desde ahora un partido menos cohesionado; quizás, como ya lo era desde que Manuel Chaves dejó el liderazgo del partido, pero es eso: desde ayer, todo ha quedado más claro.
Hay un hecho que abunda en el cuestionamiento que una parte del PSOE andaluz hace de Griñán como líder. El viernes pasado, cuando se abrió el congreso de Almería, la gestión de la Ejecutiva saliente fue respaldada por un 95% de los votos. Es decir, que el secretario general obtuvo muchos menos votos que su antigua dirección, de ahí que entre los griñanistas se opine sin tapujos que iban a por él. "El problema no era Susana Díaz, era él, ¿no?", aseguró una de las personas cercanas a Griñán en referencia a la secretaria de Organización, a la que muchos señalaban como culpable de los males de la Ejecutiva.
Para los griñanistas, los críticos habían preparado una estrategia conjunta para ir contra él antes de entrar en el congreso que hoy concluirá en Almería. Algunas conversaciones que varios de ellos habían mantenido con representantes de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) fueron leídas como el aviso de una maniobra oculta. Por eso, según los griñanistas, el secretario general pronunció las siguientes frases el viernes por la noche después de escuchar al plenario: "Si me pinchan, sangro; si me empujan, me caigo, pero lo que pido es que me lo digan a la cara".
La versión de los críticos es distinta. Su opinión es que apoyaron la gestión de la Ejecutiva saliente como un gesto, aunque desde su discrepancia. No evitaron las críticas en la sesión del viernes, y algunas de ellas fueron muy duras, pero después votaron a favor de la dirección. ¿Qué ocurrió, entonces? A juzgar de uno de ellos, la réplica que les dio Griñán fue desproporcionada, no intentó tejer lazos, sino todo lo contrario. Y eso deja el asunto aún más claro: tanto el presidente de la Junta, con su réplica, como los contestatarios, con sus discursos iniciales, habían llegado a la misma conclusión, la que del Congreso de Almería, el 12º cónclave de los socialistas andaluces, no sería el de la integración. Y así es. La segunda parte de esta estrategia se verá el fin de semana próximo, cuando se celebren los congresos provinciales de Sevilla, Cádiz, Málaga y Córdoba. En las cuatro se presentarán dos candidaturas, una ya, claramente griñanista, y la otra, opositora. Sin duda, los congresos más duros serán los de Cádiz, donde prácticamente están igualados en fuerza, y en Sevilla, donde es toda una consejera de la Presidencia, Susana Díaz, la que se enfrentará al alcalde de Alcalá de Guadaíra, Antonio Gutiérrez Limones. Díaz, la que ha sido la mujer fuerte de la sede de la calle de San Vicente, no tendrá, finalmente, ningún cargo en la nueva dirección regional. Todo su poder orgánico se lo juega en una provincia muy dividida. Fuentes cercanas a Griñán mantuvieron que la salida de Díaz no ha sido un castigo del secretario general a la que ha sido su mujer fuerte, porque ahora es consejera de Presidencia y ningún titular del Gobierno estará en la Ejecutiva. Sin embargo, es cierto que la voluntad de Díaz era seguir vinculada a la dirección andaluza, que ahora queda en manos de Mario Jiménez, el onubense que hasta ahora era portavoz en el Parlamento.
Ya antes de que se abrieran las urnas por la mañana se vio que algo sucedería. La organización del congreso quiso que hubiese una urna para cada provincia, lo que fue interpretado por los opositores como un modo de controlar el voto para que no fuese secreto. El sistema no pudo prosperar, pero aun así los críticos entienden que la votación no fue del todo libre, porque las papeletas estaban situadas fuera de las cabinas. Según ellos, de no haber sucedido esta votación de este modo, el porcentaje de rechazo hubiera sido mayor. La votación de la Ejecutiva esta mañana dará una nueva pista del verdadero poder de los críticos.
A partir de ahora, se abre una incógnita en el partido que sustenta al Gobierno de la Junta y que lleva en el poder desde la creación de las autonomías. Y la duda es si Griñán podrá reconquistar el partido o si el movimiento de los críticos irá en aumento, extendiéndose por otras provincias y tomando cuerpo como una corriente pública y contestataria. El sentido común indica que el PSOE ha escogido el peor momento para abrir la brecha: gobierna en la Junta, aunque el PP es el grupo mayoritario en el Parlamento, y la grave crisis económica necesita partidos seguros y fuertes.
Las elecciones del 25-M han pasado factura. Claro está: en el PP, pero también en el PSOE.
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