Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
Relevo en la Junta
Ciudadanos y el PP han comenzado a hablar ya del diseño del nuevo Gobierno andaluz, aunque las fuentes consultadas entre los populares quier ser muy cautos, hasta que Vox no anuncie su voto positivo a Juanma Moreno. Ante la ausencia mediática del que será el próximo presidente andaluz -Moreno no tiene agenda desde la semana pasada- es el secretario general del PP, Teodoro García Egea, el que lleva el pulso de la negociación. Será él quien se reúna este martes con el secretario general de Vox, Javier Ortega, al que acaba de lanzarle esta advertencia: "La única esperanza de Susana Díaz es Vox".
García Egea, desde Madrid, y Elías Bendodo, en Andalucía, son las dos personas más implicadas en la negociación. Egea, con el encargo de aplacar a Vox, y Bendodo, con diálogo abierto con Ciudadanos. El PP no quiere que nadie hable del próximo Ejecutivo hasta que Ortega sea contentado, pero Ciudadanos sigue insistiendo en que el programa de Gobierno ya está negociado, son los 90 puntos, y no se cambiará "ni una coma".
A pesar de que se esté negociando el Gobierno andaluz, García Egea y Ortega Smith se reunirán este martes en Madrid y a puerta cerrada, sin intervenciones públicas posteriores.
Para que Juanma Moreno sea presidente, necesita tanto los votos afirmativos de Ciudadanos como los de Vox. Sin estos últimos, la mayoría del cambio se quedaría sólo en 47 escaños, y ésos son insuficientes. Si, finalmente, los de Santiago Abascal no entran en razón y Moreno pierde las dos primeras votaciones, la socialista Susana Díaz podría solicitar a la presidenta del Parlamento que ella querría intentar la investidura. Al fin y al cabo, cuenta con 33 escaños, pero seguiría necesitando, como Moreno, a dos partidos.
Pero una vez producida la primera votación, el plazo para la repetición de unas elecciones comienza a correr. Si no hubiese investidura en dos meses, el Parlamento se disolvería de modo automático.
Las horas decisivas para la investidura comienzan este martes. Vox quiere firmar un documento con el PP que se haga público. El que acordaron García Egea y Ortega Smith para la formación de la Mesa del Parlamento sólo era un articulado de instrucciones sobre cómo votar para que Vox tuviese un secretario de la Mesa y Bosquet fuese elegida presidenta.
Ahora desea más, solicita un documento. De la habilidad de García Egea dependerá que haya fumata blanca para elegir a Juanma Moreno. Si fuese así, sería presidente antes del 18 de enero, que es el día que comienza la convención nacional del PP en Madrid, a la que está previsto que acudan tanto Aznar como Mariano Rajoy. Moreno llegaría ya investido presidente de la Junta.
Ciudadanos no va a mover un dedo para congraciarse con Vox. Buena parte de los fundadores del partido naranja en Cataluña comparten la tesis de Manuel Valls, que pasa por cercar a Vox en la extrema derecha y buscar alianzas con los partidos, claramente, constitucionales. De esta inquietud también se deriva el aviso del secretario general, José Manuel Villegas, sobre las elecciones municipales del 26 de mayo. Ciudadanos pactará a su derecha e izquierda en los ayuntamientos, con independencia del acuerdo que se fragüe en la Junta.
Vox ha mostrado dos grandes debilidades para participar en las instituciones. Primero, su bisoñez: se lanzó desde el primer momento a apoyar el cambio sin concesiones y sin pedir entrar en el Gobierno, por lo que tuvo que rectificar al proyectarse ante sus simpatizantes como unos invitados de piedra que, además, eran insultados por Ciudadanos.
Y segundo: su desconocimiento del funcionamiento de las comunidades autónomas es mayúsculo. Abren debates, por ejemplo, sobre competencias que son nacionales o que están fundamentadas no sólo en leyes, sino en pactos de Estado. Con retraso y con 12 escaños -son la última fuerza del Parlamento andaluz-, tampoco tienen tanto maniobra como para cambiar el autogobierno andaluz.
Sus mensajes, lejos de servir para empatizar en una negociación, son disrruptores, muy al estilo de los grandes populistas europeos y norteamericanos.
Pero a Ciudadanos y a PP hay algo que le preocupa más, aunque no sea tan urgente: la confección del nuevo Gobierno andaluz y su gestión posterior. Al fin y al cabo, ése es el objetivo, gobernar; no consiste sólo en desalojar al PSOE.
Como muestra de un mayor control en el gasto, el Gobierno tendrá 10 consejerías, tres menos que en la actualidad, más la Presidencia de Juanma Moreno. Ciudadanos quiere que Juan Marín, que será el vicepresidente, asuma competencias de un verdadero número dos de la Junta; es decir, busca ser también un consejero de Presidencia. Esto es muy complicado, puesto que el consejero de Presidencia es el coordinador del resto de consejeros, es la persona que preside los llamados consejillos, las reuniones de los viceconsejeros previas a las reuniones del Gobierno.
Esta es una discusión en marcha. El malagueño Elías Bendodo es el hombre llamado a ser consejero de Presidencia; si Ciudadanos consiguiese que el PP no tuviese ese departamento, habría que buscar nuevas fórmulas, como un coordinador de Presidencia con rango de viceconsejero.
Uno de los problemas que ahora descubren los negociadores del PP y de Ciudadanos es que no todas sus críticas a los Gobiernos del PSOE estaban fundadas. Por ejemplo, la reducción del número de consejerías: José Antonio Griñán ya lo hizo, el resultado fue unos macrodepartamentos muy difíciles de gestionar con un ahorro más bien escaso, por no decir nulos.
Aun así, hay fórmulas que pueden resultar menos gravosa: Cultura y Turismo casan bien juntos en Andalucía, donde hay un patrimonio histórico y expresiones populares, como el flamenco, que sirven como polos de atracción de visitantes. Empleo y Asuntos Sociales también pueden unirse, y alguna consejería económica, como la propia de Economía, puede asumir Industria e Innovación.
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