Una autonomía de primera con una financiación insuficiente

Tribuna de opinión

Nuestra tierra es sinónimo de eficacia y estabilidad y referente en los sectores estratégicos, lo que nos dice que estamos en el camino aunque nos queda aún mucho por hacer

Estudiantes de la UPO.
Estudiantes de la UPO. / M. G.

28 de febrero 2025 - 06:57

La Andalucía que celebra este 28-F poco tiene que ver con la de hace 45 años, cuando los andaluces manifestaron alto y claro su voluntad de alcanzar la autonomía por la vía rápida, la fórmula que se había diseñado pensando en Cataluña, el País Vasco y Galicia. Andalucía tenía motivos suficientes para no ser menos que ellas. No más, pero tampoco menos.

Basta repasar los indicadores que esta semana publicaba el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía para comprobar que la Andalucía de hoy ha dejado atrás muchos de los lastres con que estrenaba la autonomía. Desde 1980, la población con estudios superiores se ha multiplicado casi por nueve, superando en la actualidad los dos millones de andaluces con estudios superiores. Las afiliaciones a la Seguridad Social han aumentado en este tiempo de 1,8 a 3,4 millones, prácticamente el doble. Y el número de pensiones contributivas ha crecido más de dos veces y medio hasta alcanzar la cifra, impensable hace no tanto, de 1,6 millones en 2024. Por poner sólo algunos ejemplos.

En 2019, la llegada de Juanma Moreno a la Presidencia de la Junta de Andalucía supuso un punto de inflexión definitivo en el despegue de nuestra tierra, a la que las fórmulas aplicadas por los gobiernos anteriores durante los primeros 37 años de autonomía habían sido incapaces de sacar de su letargo. Andalucía, ahora, lidera los indicadores de creación de empleo, descenso de paro y de fundación de empresas, el crecimiento de las exportaciones y la inversión extranjera del periodo. También hemos reducido a mayor ritmo que la media la tasa de abandono escolar temprano y aumentamos la renta de los hogares más de lo que crece en el conjunto de España. Nuestra economía crece por encima de la media y lideramos en crecimiento y número de autónomos. Nuestra tierra es, en la actualidad, sinónimo de eficacia y estabilidad, de confianza, y un referente en sectores estratégicos como el aeroespacial, el tecnológico o las energías renovables.

¿Qué nos dice todo esto? Que estamos en el camino. Que Andalucía se está transformando y que, aunque queda aún mucho por hacer, estamos avanzando en la dirección correcta.

Y todo ello, a pulmón, con un Gobierno central empeñado en castigar a Andalucía, en que nuestra tierra siga siendo una comunidad infrafinanciada, que pierde cada año unos 1.500 millones euros en comparación con lo que reciben de media las comunidades autónomas. Ya no sirve lo que su ministra de Hacienda defendía en su etapa de consejera andaluza.

En esta semana en la que los andaluces celebramos nuestros 45 años de autonomía, tristemente nos encontramos con nuevos agravios para nuestra tierra. El Gobierno ha querido pagar otra de sus deudas al independentismo poniendo sobre la mesa una condonación de parte de la deuda de las autonomías, que es más bien una reestructuración, sin que las comunidades la hayamos pedido ni la necesitemos.

La condonación de la deuda que nos plantea el Ministerio es un traje a medida del independentismo: un chantaje, en este caso de ERC, que las autonomías no estamos dispuestas a blanquear. Lo que realmente es urgente es una reforma del Sistema de Financiación Autonómica. Este sistema, pactado precisamente entre Esquerra y PSOE en 2009, no aporta recursos suficientes para que las autonomías cumplamos con nuestras obligaciones dentro del Estado del Bienestar, que son la Educación, la Sanidad y la Dependencia. Pero es que, además, es especialmente lesivo con Andalucía, porque la financia muy por debajo de la media. Esta infrafinanciación que sufre nuestra comunidad se traduce en 1.522 millones de euros menos cada año para gastar en médicos, profesores, colegios, hospitales, mayores…

Las comunidades autónomas de los diferentes partidos políticos mostraron su consenso el pasado 12 de febrero, cuando se celebró el Comité Técnico Permanente, un órgano del Consejo de Política Fiscal y Financiera de carácter técnico. Tras esa reunión, se mostró una unidad para pedir un Sistema de Financiación con más recursos para las autonomías, un nuevo modelo que es el Estado el que tiene competencia para poner sobre la mesa. Se exigió también un cronograma, así como un fondo que compense a las comunidades financiadas por debajo de la media (como es Andalucía) mientras se reforma el sistema.

Como respuesta, lo único con lo que nos hemos encontrado es con una propuesta de condonación de deuda ya cerrada.

Para Andalucía, la condonación de la deuda no es una prioridad ni una necesidad. Y mucho menos, en los términos en los que lo plantea el Ministerio, que no suponen ni un euro más para que las comunidades autónomas podamos construir hospitales o colegios. Ni uno solo de los 18.791 millones de euros que el Gobierno está dispuesto a condonar va a llegar a Andalucía. Y tampoco nos vamos a poder ahorrar el pago de los intereses, ya que la propuesta de acuerdo presentada por el Ministerio recoge de manera expresa, negro sobre blanco, que éstos quedan excluidos de la condonación.

La propuesta de la condonación de la deuda es una trampa con la que la deuda pasa de las manos de las comunidades a las del Estado. Pero igualmente, esa deuda debe afrontarse. Por tanto, la deuda que no paguen los andaluces en su calidad de andaluces, la harán en calidad de españoles. Por cierto, el más del 80% de la deuda andaluza fue generada en el periodo en que la hoy ministra de Hacienda era consejera.

Andalucía, además, no tiene un problema de deuda. Es una comunidad solvente, que sabe gestionar y en la que confían los mercados. Desde que Juanma Moreno llegó al Gobierno de la Junta, las agencias de calificación le han dado una nota de A, lo que quiere decir que puede salir a los mercados a financiarse sin necesidad de depender tanto del Estado.

Celebramos por tanto nuestro 28-F con la alegría de ser andaluces. Con la satisfacción de comprobar como los andaluces vuelven a sentirse orgullosos de su tierra. Pero también con la tristeza de ver cómo nuestra Administración central agravia a Andalucía y a los andaluces continuamente.

Andalucía nunca ha pretendido ser más que nadie, pero siempre se ha rebelado contra aquellos que trataban de dejarla atrás, de hacerla de menos. Ahí siempre nos va a encontrar en frente y unidos. Como unidos reclamaron los andaluces el 28-F de 1980 algo que era de justicia: una voz propia y una autonomía de primera.

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