Tribuna Económica
Carmen Pérez
T area para 2025
No es ningún secreto, más bien todo lo contrario. En todos los despachos del PP andaluz empezando por la calle San Fernando, donde está la sede regional, y terminando por el local de la agrupación de Dos Hermanas, la última que ha inaugurado el partido, hay una línea que no puede franquearse: hay que respetar escrupulosamente las competencias de las comunidades autónomas o, lo que es lo mismo, hay que evitar cualquier polémica con la Comunidad de Madrid.
Por eso no hizo ni falta advertir a ningún cargo público que nada de lo que estaba sucediendo con la visita del presidente de Argentina, Javier Milei, y la medalla que le había concedido la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, era de la incumbencia de Andalucía. Ni del partido ni, por supuesto, del Gobierno. Y eso a pesar de que era una de las noticias de la jornada, amplificada, además, por el Gobierno central, el PSOE y los partidos de izquierdas que consideran esta visita casi como una traición al Estado.
Juanma Moreno ha demostrado en este caso especial habilidad escapista. ¿Que hay polémica con la medalla que Díaz Ayuso va a conceder a Milei en Madrid? Pues el presidente de la Junta se pasa una buena parte de la jornada viajando hasta Tarragona, donde por la noche tenía que recoger, precisamente, una medalla aunque de otro tenor completamente diferente. La medalla de oro de la Casa de Andalucía en Tarragona.
Una visita que le va a permitir, además, asistir esta tarde al partido en el que el Málaga CF se juega el ascenso a Segunda División contra el Nástic.
Y así, frente a la polémica con Argentina, visita a Cataluña donde hay otro frente abierto que ese sí que interesa a los andaluces porque le toca directamente al bolsillo con la polémica por la financiación autonómica singular para esa tierra.
Una afortunada “coincidencia” de agenda semejante a la que propiciaron todos los miembros de su Gobierno. Ningún consejero se puso a tiro de los periodistas para evitar pasar un mal rato si alguno de ellos preguntaba. Todos estaban enfrascados en actos sectoriales de sus respectivos departamentos empezando por el portavoz del Gobierno, en Almería entregando subvenciones a los grupos de Desarrollo Rural; el de Presidencia, Antonio Sanz, con empresarios en Málaga anunciado los nuevos aviones del Plan Infoca e inaugurando un nuevo Punto Vuela, y así todos y cada uno de los consejeros.
Silencio también en el partido en el que todos los portavoces andaluces se pusieron de perfil. Salvo la secretaria general del PP nacional, Cuca Gamarra, quien no tuvo más remedio que salir del paso. “La condecoración está dentro de las competencias de la comunidad autónoma y es un acción que va en dirección al restablecimiento y al mantenimiento de relaciones de normalidad y de cordialidad” con Argentina, dijo en el Senado. Por cierto que a su lado estaba nada menos que Javier Arenas quien, por supuesto, mantuvo un sepulcral silencio.
No es ningún secreto que el PP que lidera Juanma Moreno se encuentra muy alejado del que representa Isabel Díaz Ayuso. De hecho, ambos presidentes sólo coinciden cuando no tienen más remedio que hacerlo. Esto es, en actos concretos de las campañas electorales o en encuentros institucionales en los que siempre guardan las formas.
Pero es evidente que ni Ayuso viene a Andalucía ni Juanma Moreno se prodiga en actos del PP madrileño. Todo lo contrario.
Hay quien asegura que se debe a que ambos protagonizan una pugna por suceder a Feijóo, una cuestión casi evidente. Sin embargo, hay otras razones de fondo político. Juanma Moreno repite insistentemente en los foros internos del PP andaluz que los votos de su mayoría absoluta son prestados y que el objetivo es ensanchar la base social para no perderlos.
La imagen de Díaz Ayuso, cada vez más escorada a la derecha, supone una amenaza cierta para el futuro del PP en la Junta. Pero también ha que tener en cuenta que Moreno defiende, como defendía Feijóo antes de ser devorado en la Villa y Corte, el valor de la periferia frente al centralismo madrileño. Un discurso que el presidente andaluz se cree a pies juntillas.
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