Juanma Moreno y María Jesús Montero compiten por la bandera de la revolución verde
La Gobierno central y el andaluz se lanzan a rentabilizar dos símbolos del ecologismo en Andalucía, el Algarrobico y Doñana
La Junta cree que la socialista contraprograma a su presidente, aunque la vicepresidenta trabaja en una agenda con asuntos pendientes por resolver en la comunidad
Moreno se va a Doñana
¿Quién copió a quién? ¿Quién contraprogramó al contrario? ¿Fue María Jesús Montero, despavorida, al Algarrobico al saber que Juanma Moreno preparaba otra foto en Doñana? ¿Por qué hasta cinco consejeros de la Junta salieron a contradecir a la nueva secretaria general del PSOE de Andalucía?
Este medio ha hablado con algunos de los implicados para tratar de averiguar qué pasó el pasado lunes, cuando Juanma Moreno y María Jesús Montero coincidieron en reivindicar dos símbolos del ecologismo andaluz: el hotel del Algarrobico, paradigma de los excesos urbanísticos en la costa andaluza, y Doñana, el espacio natural por antonomasia de la Península Ibérica. Y la respuesta, aunque con matices, no es otra que la iniciativa política: la vicepresidenta ha comenzado a ejercer una oposición que era inédita desde que en 2018 el PSOE perdió la Junta.
Juanma Moreno ya no es el único que sabe cómo marcar la agenda política de la comunidad, María Jesús Montero no sólo no es Juan Espadas, sino que además es la vicepresidenta del Gobierno y la ministra de Hacienda, es la que posee los recursos y los instrumentos para ejecutar una completa estrategia en el sur. El PP critica que Montero utilice al Gobierno para su propia campaña, y es ciero, pero esta competencia tiene un efecto virtuoso: los temas comienzan a moverse.
El lunes por la mañana, en el avión que sale de Sevilla con destino a Almería, coincidieron María Jesús Montero y el consejero de Industria, Jorgue Paradela. A esa hora las luces ya se habían encendido en San Telmo, la nueva secretaria general del PSOE iba hacia el Algarrobico, donde se construyó entre 2003 y 2006 un aparatoso hotel que Juanma Moreno se había comprometido a tirar desde 2020. En el debate del estado de la comunidad de noviembre de ese año, el presidente de la Junta anunció que el derribo sería el símbolo de su "revolución verde".
Moreno, además, tenía previsto visitar Doñana ese mismo día para anunciar la compra de una finca de 1.100 hectáreas, las Tierras Bajas, una marisma sin alterar que unirá a la Veta la Palma, otra sonora adquisición de la Junta que suman 8.700 hectáreas. Juanma Moreno ha convertido a Doñana en su símbolo, de la mano del Gobierno central está adquiriendo suelos agrícolas para liberarlos y, con cargo al Presupuesto, compra fincas para el patrimonio público andaluz.
Hacía dos semanas que Moreno había cerrado la operación de compra. Los técnicos de Medio Ambiente habían inspeccionado el terreno, la noticia, como instrumento de una estrategia de comunicación que coloca al presidente en el centro y en el verde, era magnífica, pero María Jesús Montero salía de la madriguera para competir. ¿Casualidad?
Este medio ha podido comprobar que Montero tenía prevista esa misma visita hace tres semanas; de hecho, este diario llegó a publicar la cita, pero la anuló porque la ministra de Hacienda se tuvo que marchar a Madrid porque peligraba el decreto ómnibus. De hecho, la vicepresidenta del Gobierno y su equipo manejan una agenda de trabajo con asuntos pendientes del Ejecutivo central en Andalucía, y uno de los puntos era el Algarrobico.
La demolición del hotel es un asunto legal endiablado porque la promotora, Azata del Sol, sí consiguió una licencia de obra para levantar el edificio en unos terrenos donde, legalmente, no se podía. Lo que el Gobierno andaluz propone es que el Ayuntamiento de Carboneras revoque esa licencia, es la llamada solución rápida, pero ese paso no estaría exento de una demanda millonaria por parte de la empresa al municipio.
La vía que ha encontrado Montero, y que la Junta no comparte, es la de expropiar el 40% del terreno de la construcción, la que invade el dominio público marítimo terrestre. Para ello, el Consejo de Ministros de este martes ya lo ha declarado de utilidad pública y ha dado inicio a los cinco meses de plazo para ejecutar la expropiación. ¿Y el resto del terreno? Correspondería a la Junta, tendría que seguir al Gobierno en los mismos pasos: declaración de utilidad pública y expropiación.
Con los dos actos ya convocados, en el Gobierno andaluz se dispusieron a responder a la iniciativa de Montero, lo que en sí es revelador del impacto de la candidatura de la vicepresidenta en el PP. Este medio ha contado hasta cinco intervenciones de sendos consejeros, algunas incluso antes de que se supiese qué plan tenía Montero para el Algarrobico.
De hecho, uno de los pocos consejeros que no habló sobre ello fue Paradela, quien compartió vuelo con la ministra esa mañana. La portavoz del Gobierno andaluz, Carolina España y la consejera de Medio Ambiente, Catalina García, hablaron primero, pero se sumaron los de Presidencia, Antonio Sanz; Justicia, José Antonio Nieto, y Turismo, Arturo Bernal.
Aún no hay ningún sondeo que atestigüe que Juanma Moreno tiene razones para estar preocupado por la candidatura de Montero, pero sí es evidente que San Telmo actúa frente a ella con una explosión de voces que parece desproporcionada. Claro que al PSOE y al Gobierno central le solía ocurrir lo mismo con el presidente de la Junta, aunque ahora la lección de la sordina la han comprendido mejor.
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