Tres políticos andaluces para los nuevos tiempos

Rondan los 40 años, Agustín Aguilera, Ramón Fernández Pacheco y María Márquez, entran en la escena futura de los dos grandes partidos andaluces

María Márquez abre el debate sobre un cuerpo propio de Policía Autonómica

María Márquez,   Agustín Aguilera y   Ramón Fernández-Pacheco.
María Márquez, Agustín Aguilera y Ramón Fernández-Pacheco.

Juanma Moreno tiene un problema con el PP de Sevilla, que a efectos internos es como el PSOE de Cádiz, aunque los hispalenses no conspiran en las ventas como los gaditanos, sino en las notarías. Es menos peligroso afilar navajas en la Duquesa de Medina Sidonia que registrar facturas en el fedatario de la calle Tetuán. Juanma Moreno lo sabe, el alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, es un hombre de digestión lenta, casi geológica, y aún no ha asimilado que el elegido por Mariano Rajoy para suceder a aquel tándem Arenas-Zoido, motivo de tantos disgustos, fuese el malagueño que hoy es presidente de la Junta y no él. Y Moreno acaba de mover ficha en el patio sevillano al colocar a Agustín Aguilera como número dos del partido. ¿Aguilera? ¿Quién? Apunten: 41 años, y lo sabe todo sobre financiación autonómica.

Felipe González comenzó a gobernar con 40 años, pero es una excepción, la edad media de acceso a los ministerios de los políticos españoles desde la Restauración se sitúa entre los 52 y 53 años. Con cuarenta, aún se juega en los juveniles. Moreno, con 54 años, y María Jesús Montero, con 58, son otra generación, no están de salida, pero la ven.

Juanma Moreno comenzó esta legislatura a la que tan poco tiempo le queda con un movimiento similar, cuando nombró al almeriense Ramón Fernández Pacheco, de 41 años, portavoz de su Gobierno y consejero de Medio Ambiente, cuando Medio Ambiente era una consejería entera y no ese departamento mermado que es ahora, después de que Antonio Sanz se haya llevado las competencias sobre el Infoca, el mejor servicio de extinción de incendios forestales de España. Fernández Pacheco fue observado entonces como un delfín de Moreno, pero el presidente prefirió dejarle sólo la Consejería de Agricultura y nombrar a Carolina España, titular de Hacienda, nueva portavoz.

Fue el cambio más acertado de aquel reseteado en el que el PP tuvo que tirar de independientes, y no por demérito del ex alcalde almeriense, sino porque el presidente de la Junta supo ver que María Jesús Montero iba a tener problemas con la negociación del sistema de financiación autonómica y prefirió a Carolina España, que como la vicepresidenta del Gobierno, es mujer y titular de Hacienda. El debate que se ha abierto con la quita de la deuda ha demostrado aquella buena visión de Moreno, la malagueña España es más sosegada que otros portavoces del PP, conoce bien las cuentas y, aunque haya admitido que la condonación aportaría una mejor solvencia a la Junta, ha contestado que no la solicitará mientras no se resuelva el modelo de financiación.

Sí, es una respuesta política y no económica porque, en efecto, reducir a la mitad la deuda es bueno en términos hacendísticos, pero de política, sobre todo de política, va esta propuesta que María Jesús Montero ha hecho a todas las comunidades mientras solventa cómo traspasar la recaudación del IRPF a la Generalitat. ¿Podría ser para todos?

¿Café, de nuevo? No. Llegado el caso, si Cataluña recaudase el impuesto de la renta y el modelo se pudiera ampliar al resto, Juanma Moreno no solicitaría la misma medida para Andalucía porque sabe que lo primero es malo para casi todos. Es una respuesta política. Como su negativa a negociar la quita de la deuda como consuelo por la falta de un nuevo modelo de financiación. Estos dos noes son rotundos ahora, no hay matices. Y es en este asunto donde confluyen Moreno, Carolina España y el sevillano Agustín Aguilera, que además de flamante número dos del PP de Sevilla, es el jefe de la Oficina Económica de la Junta de Andalucía, y persona de confianza de sus dos mayores. Delfinato sevillano, no le pierdan la pista en los próximos años porque está llamado a subir nuevos escalones.

Y a Ramón Fernández Pacheco tampoco. Como consejero de Agricultura, no hay día que el buen hombre no apabulle con una agenda propia de un Marco Polo por el territorio andaluz, que lo mismo te lo encuentras una noche en Jaén donde ha ido a ver una cooperativa de aceite que en Jerez, donde se instruye sobre la variedad de la denominación de origen. El almeriense ha demostrado que tiene una condición indispensable para ser un magnífico delfín, sabe esperar y no se tomó mal el desprendimiento de funciones.

Y brilla, y es que ése es un defecto del Gobierno andaluz, porque más allá de Carolina España, del incansable Fernández-Pacheco o del expansivo Antonio Sanz, lo que hay es una lista de consejeros ausentes, figuras que un día fueron pesos políticos y hoy andan retirados en sus departamentos. Todo gira en torno a Moreno, no hay una agenda para Andalucía del Gobierno popular más allá del estilo de hacer política del presidente de la Junta. El último sondeo de 40dB, que es de esta semana, es revelador, porque el PSOE se habría situado en Andalucía como primera fuerza política de cara a unas elecciones generales.

Y cerramos con otro nombre que frisa los 40 años. La onubense María Márquez, 35 años, que esta semana se ha estrenado como nueva portavoz del grupo socialista en el Parlamento. "Modernícese, señor Moreno, modernícese, pase de pantalla", le espetó Márquez en su primer debate con Juanma Moreno, este jueves en el Parlamento andaluz. "Le deseo toda la suerte del mundo pero lo va a tener complicado", se despidió el presidente de la Junta en una intervención un tanto displicente.

La intervención de la onubense ha sido criticada porque se centró en rendir cierta pleitesía a su jefa, María Jesús Montero, pero sólo hay que volver a ver las imágenes para comprobar que la diferencia con Juan Espadas es oceánica. Son 35 años, y es ella quien interroga al presidente de la Junta, lo hace con fluidez y con rotundidad. Tal como sostuvo una Susana Díaz recién llegada al Gobierno andaluz de la mano de José Antonio Griñán, la buena mar no hace buenos marineros. La marejada, sí y son tiempos convulsos para el PSOE.

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