La Palma-Cartaya: Final para los condales ante un Cartaya que tiene los deberes hechos

El conjunto de Nacho Molina camina al borde de la depresión después de la derrota en Las Cabezas

Limón y su tropa acuden felices al derbi tras el sonado último triunfo

Se prevé un ambientazo en el Municipal palmerino

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Los jugadores de La Palma se abrazan tras un gol. / La Palma Cf
Manolo Camacho

30 de abril 2024 - 12:25

La cabeza de los futbolistas de La Palma debe ser un hervidero. Mil preguntas sin respuestas. Un laberinto que solo ellos pueden desentramar. Los números del conjunto palmerino en lo que va de segunda vuelta son claramente de descenso. Mañana a las 12:00 tendrá otra oportunidad. Válgale lo que sumó antes de la crisis galopante que le acompaña. De hecho, el último gatillazo fue en Las Cabezas, ante un Cabecense que huele a descenso. La derrota allí se ha llevado por delante todas las palabras. Incluso las intenciones de cambiar radicalmente. Hay veces en la vida, o en el fútbol, que viene a ser casi lo mismo, que tienes que tomar una decisión drástica.

Así es la actualidad de La Palma, cercana al dramatismo porque hasta hace nada, nadie imaginaba esta situación, a tres puntos del descenso, sin contar con algún posible arrastre. Necesita un triunfo y algo más para quedar libre de pecado, en las tres jornadas que restan. Parece asequible, pero el equipo se ha empeñado en darle emoción al asunto.

Expuesta la situación de los locales, decir que asoma derbi y el compareciente es el Cartaya, una especie de milagro en el fútbol moderno porque estamos invadidos por la materialidad y lo romántico ha quedado en un segundo plano. Por eso, su hazaña es digna de estudio. Tiene la fórmula de la Coca Cola, que a todo el mundo le gusta pero se desconoce sus entrañas. Lo de Limón y sus muchachos es de matrícula de honor, que ganarse el perdón eterno hagan lo que hagan en el futuro.

Por lo tanto, el Cartaya, que doblegó a uno de los equipos más en forma del campeonato a estas alturas, el Xerez DFC, llega con traje de gala y enseñando sonrisa profidén. No es para menos. Tienen la salvación virtual en el bote y cuando un equipo, contra todo pronóstico consigue un objetivo de tamaña altura, lo único que le queda es disfrutar. Y cuando una tropa sale al campo a ponerse el mundo por montera, entonces es más peligroso aún. Y La Palma lo sabe.

Puesta la lupa en Nacho Molina, ya que hemos hablado de Limón y sus milagros, hay que apuntar que el sevillano es el mismo que ascendió a La Palma la pasada temporada y primo hermano del técnico que hasta hace poco puso el sueño palmerino cerca de las estrellas. Luego no se pone en solfa su trabajo. Otra cuestión es que el mensaje ya no llegue como antes. Además de sumar (restar en este caso), que a pesar de los esfuerzos del club en el mercado invernal, los que han llegado apenas se han hecho sentir. Y luego están las fugas por la trasera de la vivienda, que han sido varias.

Expuesto el panorama en la realidad, el partido es de sonrisas por un lado y de seriedad y preocupación por el otro. Ya se sabe que las sensaciones no ganan partidos y que el favoritismo solo es una palabra. Veremos.

Resumiendo. Es una final para La Palma aunque este término ya lo hemos acuñado en alguna ocasión referente a los condales en las últimas semanas. Es el partido que puede y debe valer por todo lo anterior para el conjunto de Nacho Molina. Mientras, el Cartaya mira de reojo y observa. Es lo que pasa con los equipos a los que les sale absolutamente todo.

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