Pasión por el silbato

Patricia del Valle es una pionera del balonmano playa de Andalucía

Patricia del Valle arbitrando un partido de balonmano pista.
Patricia del Valle arbitrando un partido de balonmano pista. / Vicente Muñoz
Macarena Lozano

12 de enero 2017 - 02:05

Sevilla/"No concibo mi vida sin el balonmano". Así de rotunda se expresa Patricia del Valle. Y no es para menos. Esta sevillana de 27 años divide su tiempo entre las escuelas deportivas municipales del colegio Emilio Prados y su labor como árbitro en las modalidades de pista y playa. "Me paso todo el año pitando, primero en la temporada de pista y después en los partidos de playa. No tengo apenas ocio y lleva siendo así desde hace seis o siete años. Y antes, cuando jugaba, también me perdía muchos planes. Pero el balonmano me lo ha dado todo y gracias a él he visto cumplidos muchos sueños", resume la joven.

El más reciente de ellos tiene que ver con su nombramiento como primera árbitro internacional de balonmano playa de Andalucía. El pasado septiembre la federación española la propuso junto a su compañera, la valenciana Laura Buchón, para asistir a los cursos de ascenso a Árbitro Internacional EHF de balonmano playa. La cita se celebró del 1 al 3 de noviembre en Canarias, donde tres días después se disputó la Champions Cup, en la que participaron los campeones nacionales de las ligas europeas. Patricia arbitró 13 encuentros, entre ellos el del tercer y cuarto puesto. "Se suponía que íbamos a pitar el de la final, pero como la jugaron dos equipos españoles no pudimos", apunta.

Cuando jugaba veía a los árbitros como el enemigo público número uno"

Apenas un mes antes Patricia había recibido también la designación nacional como colegiada de balonmano pista, pitando la final del campeonato de España infantil. "Que Laura y yo formemos la primera pareja femenina completa de playa que llega tan lejos, que yo sea además la primera andaluza que lo logra y que también haya conseguido ser nacional en pista es algo que ni siquiera podía imaginar. Y se me ha cumplido todo en poco más de un mes, así que es un poco complicado de asimilar", reflexiona la hispalense.

Si difícil es llegar -"como mujer no es fácil conseguir ser árbitro nacional", apostilla Del Valle-, más aún lo es mantenerse. Bien lo sabe esta polifacética amante del balonmano, que descarta poner límites a su ambición: "Quiero llegar lo más lejos que pueda, ojalá pueda arbitrar partidos de un europeo o de un mundial y, cómo no, de Liga ASOBAL".

Quién se lo iba a decir a Patricia cuando la animaron a ponerse un pinganillo. "Hay que entenderme. Desde los cinco o seis años hasta los 19 sólo había sido jugadora y veía a los árbitros como el enemigo público número uno. Ahora sé que no son robots que coloca la federación para perjudicarnos", reconoce entre risas.

No fue una decisión fácil para esta estudiante de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. Ella, que había sacrificado tanto por el balonmano desde que su maestro de Educación Física le dijo que tenía aptitudes para jugar, se vio frenada por las lesiones. "Me llamaron con la selección andaluza para todos los campeonatos de España que por edad me tocaron y en uno de ellos ganamos. Pero en juvenil de segundo año, cuando estaba en mi mejor momento y la selección española iba a convocarme, sufrí una triada en la rodilla, me operé y estuve un año parada. Me recuperé, fiche por un equipo de Primera División, el Club Balonmano Sanlúcar, con el que estuve cuatro temporadas y en la última tuve que retirarme porque me hice otra tríada en la otra rodilla", rememora.

Dicen que cuando una puerta se cierra, otra se abre. Este dicho se ajusta muy bien a la trayectoria de Patricia, que redirigió su pasión por el balonmano hacia el arbitraje, al tiempo que descubría las alegrías que reporta transmitir sus experiencias a niños y niñas que, al igual que su seño, son felices en la pista. "Como entrenadora no aspiro a ser campeona de Sevilla o de Andalucía, sino a motivar a mis niños para que consigan cosas, para que se comporten bien y se respeten. A veces te sacan de quicio, pero son maravillosos", concluye.

El deporte como eficaz transmisor de valores

Para Patricia del Valle es muy especial ser entrenadora y coordinadora de las escuelas deportivas del colegio Emilio Prados, el mismo escenario en el que ella hizo sus pinitos como jugadora de balonmano hace dos décadas. "Cuando yo empecé había cuatro escuelas y ahora son diez. Trabajamos muy duro para que este deporte siga siendo un estandarte en el Cerro del Águila y Rochelambert, que son barrios que no tienen muchos recursos, así que contribuir a que los niños sean felices y crean es sus posibilidades es muy importante. Y también a que aprendan a respetarse entre ellos, a esforzarse y a ser responsables", comenta. En su opinión, practicar alguna modalidad deportiva es esencial para la juventud. "Si todos los niños y adolescentes hicieran deporte, muchos problemas que se dan a estas edades se solucionarían, estoy segura", sentencia.

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