Rafael Nadal, la leyenda que dejó en Huelva un recuerdo imborrable

Rafael Nadal Parera puso fin el pasado martes a una carrera plagada de éxitos. El que para muchos es considerado como el mejor deportista español de la historia se despidió de las pistas en Málaga, representando a su país y con un Martín Carpena a rebosar para despedir a una leyenda con infinidad de títulos en su haber, entre los que se incluyen 14 Roland Garros, dos Open de Australia, dos Wimbledon, cuatro US Open, 36 Másters 1000, cinco Copa Davis, dos oros olímpicos... y una Copa del Rey.

Apenas tres semanas después de conquistar su primera Copa de los Mosqueteros en la Philippe Chatrier de París ante Mariano Puerta, el tenista balear acudió a Huelva para disputar la octogésima edición del torneo más antiguo que se celebra en España. "Es el típico jugador jovencito que se habla mucho de él, que se ve claramente como más tarde o más temprano va a acabar allí arriba, pero tampoco te esperas que va a ser de esa manera. Se le contrató y justo ese año ganó Roland Garros. Con Albert Costa pasó también que se le contrató y ese mismo año también ganó Roland Garros", comenta a este diario Javier García Sintes, ex tenista onubense y director de la escuela de tenis en el Real Club Recreativo de Tenis.

Su padre, José García Requena, que da nombre a la pista central de las instalaciones, fue el encargado de traer a Nadal a la Copa del Rey. "Emilio Sánchez Vicario le ayudó durante varios años a traer otros jugadores y así se ha ido haciendo año tras año, tirando un poco de contactos que eran amigos. En ese momento pues lo fue haciendo mi padre y ahora en estos últimos diez años pues lo he ido haciendo yo un poco de la misma manera", explica.

En el caso de Rafa Nadal, afirma que fue un proceso costoso en todos los sentidos: "Rafa vino a través de Carlos Moyá, que ya había venido muchas veces (el ex número uno del mundo se alzó con el título en cuatro ocasiones). A pesar de su juventud ya lo conocía y a través de él que era el contacto se pudo firmar el contrato. Fue costoso pero porque al final fue un mismo contrato para traer a los dos jugadores", comenta.

Pablo Záfora, actual director deportivo del Real Club Recreativo de Tenis, recuerda aquella edición con cierta nostalgia. Aunque aún no formaba parte del club, sí empezó a trabajar en el Decano del tenis en España meses más tarde y ya estaba involucrado de una forma u otra. "Moyá fue el que lo convenció, él fue el que dijo las cantidades, él fue el que negoció directamente con él, y consiguió traerlo. Consiguió traerlo de manera que hicieran un partido entre los dos. Y era un partidazo, porque Moyá estaba en el 2 o en el 3, poco le faltaba. Y Nadal, que acababa de ganar su primer Roland Garros, pues mira".

Con 19 años recién cumplidos, el 30 de junio de 2005, Rafa Nadal avasalló al que años más tarde sería su entrenador. Un primer set más igualado que se resolvió con un 7-5 y un segundo set donde la joven promesa de Manacor barrió a un ya veterano Carlos Moyá. Lo hizo delante de 2.500 personas que abarrotaron las instalaciones del Real Club Recreativo de Tenis de Huelva, colgando el cartel de 'no hay billetes' días antes de la gran cita. "Fue el gran boom de Nadal cuando gana Roland Garros y claro, justo viene tanto Nadal como Carlos Moyá, que en aquel momento también era lo que era. La pista se llenó, se quedó muchísima gente sin entrar", cuenta García Sintes.

Lo que poca gente sabe es que Rafa Nadal también estaba contratado para la siguiente edición. El balear acordó jugar la Copa del Rey en 2006, pero una vez más las fechas evitaron el regreso del que ya era el mejor tenista español del circuito. Al coincidir con la segunda semana de Wimbledon, muchos jugadores a lo largo de estos años han tenido que cancelar su participación en el torneo por avanzar en Londres. Nadal, lejos de quedarse en las primeras rondas, alcanzó la primera final de su carrera en hierba perdiendo contra Roger Federer, que lograba su cuarto título consecutivo en Wimbledon.

"Aquí cuando vienen, el trato que se tiene con ellos es muy familiar, porque al final lo que intentas es agradarle todo lo posible, ya que económicamente no puedes compensar, entre comillas, lo que ellos suelen pedir. Tenemos otros encantos, en el sentido de que se les trata muy bien en cuanto a estancias, en cuanto a comidas, y no les falta de nada. Y Nadal no fue menos", relata Záfora, que rememora una cena con Nadal el día antes del encuentro en el antiguo restaurante Rancho Grande: "Es una persona tal como se ve en la televisión, es una persona totalmente como nosotros, una persona normal. En ese momento más todavía, porque en ese momento no era quien era ahora. Ahora por supuesto tiene que tener mucha más intimidad en el sentido de que no puede estar en un sitio así, tan expuesto".

Desgraciadamente, Huelva no podrá disfrutar de un último baile de Rafa Nadal. Y no será porque desde la junta directiva de la Copa del Rey no se haya intentado. "Se ha intentado traerlo para el año que viene, de cara a la edición número 100. Pero bueno, los tres contactos que ha habido con él, al principio nos dijo que no podía decir sí o no, porque no tenía ni idea de lo que iba a hacer con su vida. En un siguiente intento estaba preparando la gira de Estados Unidos, pero no la jugó porque jugó en los Juegos Olímpicos y tomó la decisión de que no jugaba en la gira de Estados Unidos. Y ya por último me dijo que no podía ser, seguramente porque ya habría tomado la decisión de que lo iba a dejar en la Copa Davis, pero no me podía dar esa noticia, noticia que pasados 10 días dio en redes sociales", aclara García Sintes.

23 años de carrera que llegan a su final dejando un legado único. En las instalaciones del Real Club Recreativo de Tenis aún se guardan con cariño retratos de aquella final donde Rafa Nadal comenzaba a mostrar al mundo que había nacido una estrella, la cual seguirá brillando con luz propia en todos aquellos lugares donde ha dejado su huella.