Cuando todo sale al revés (1-2)

Liga adelante

El Eibar se lleva la victoria de Huelva casi sin tirar a puerta. El Recreativo se marca un gol en su propia puerta y falla un penalti.

Antonio Carrasco

24 de noviembre 2013 - 19:55

Hay días que es mejor no salir de la cama. Son esos en los que haciendo lo mismo que cualquier otro, nada responde como suele. Ayer fue uno de esos. Al Eibar no se le puede reprochar su sacrificio, su orden y su entrega, pero los vascos sumarán pocas victorias exponiendo tan poco como hicieron en el Nuevo Colombino. Ganó el cuadro que menos fútbol creó, el que menos tiró a puerta y el que menos riesgos asumió. ¿Por qué? Porque delante se encontró a un oponente al que le crecen los enanos en noviembre y que acabó dándose un tiro en el pie.

Al Eibar le salió el plan. Los vascos se encerraron sin contemplaciones. Adormecieron el partido al cerrar todas las vías de acceso y obligaron al Recre a tirar de paciencia, mover la pelota y perderse en combinaciones que morían una y otra vez a las puertas del área visitante.

El Decano lo sabía. No le pilló por sorpresa el planteamiento de su oponente. De ahí que buscase desde el inicio abrir el campo por las bandas. Sergi Barjuan levantó sus cartas en la alineación. Con Gallegos y Ezequiel en el campo era obvia la intención. Bien diferente fue el resultado que dio. Durante 45 minutos los dos jugadores de banda lo intentaron sin encontrar la profundidad necesaria. Apenas un par de acercamientos por cada costado fue todo.

En cambio el Eibar se sintió cómodo en su papel de sumiso en manos albiazules. De hecho, en un duelo de posesión recreativista prácticamente lanzaron los mismos córners los dos equipo. El Recre tuvo mucho la pelota pero finalizó pocas acciones. Se encontró el Decano instalado en el campo contrario durante casi toda la primera parte. El Éibar se atrincheró sin pudor. Fueron muchos minutos los que estuvo con once jugadores en su propio terreno de juego. En ataco todo lo basó a las dejadas de Urko Vera y las incorporaciones tímidas de su segunda línea. La sensación generalizada era clara. Abrir la lata, el objetivo. Todo la estrategia de Garitano se desmoronaría con el tanto que hiciese inútil la resistencia a ultranza planteada. Luego, con espacios habría tiempo para liquidar el choque. Eso sí, sin perder la cabeza porque si algún peligro tienen estos compromisos es que se atraviesan cuando no se abren y acaban provocando precipitaciones letales.

Con Montoro comenzó lo que parecía el principio del fin para el Éibar. El valenciano necesitó un minuto tras el descanso para adelantar al Recre. Balón a la espalda de los defensores, cogidos por primera fuera de lugar y resolución con calidad ante un vendido Irureta. Los vascos dieron el lógico paso adelante. El Recre pasó a disponer de espacios, aunque careció de ideas. Gallegos en el minuto 55 tuvo la primera oportunidad clara para sentenciar y la mandó por encima del larguero. No era el día.

Pero el mundo se le vino encima al Recre en diez minutos extraños. Primero Raúl Navas lanzó un obús desde la frontal. Su golpeo a balón parado sorprendió a Cabrero, que apenas pudo hacer nada más que recoger el cuero desde dentro de la portería. Dio en el palo y entró. Más duro fue el segundo. Una acción de Morales sin demasiado peligro culminó en un lanzamiento desde la frontal que dio en Ruymán y cogió a Cabrero a contrapié. Una falta y una acción desgraciada. Suficiente para darle la vuelta al partido en el minuto 63.

El Eibar regresó a la cueva. Tocó rehacer el partido de nuevo con media hora por delante. Si algo ha demostrado este Recre es poder de reacción. En varias ocasiones ya levantó situaciones peores. Pero la prueba eibarresa era dura. Las prisas aparecieron antes de tiempo. Sergi movió el banquillo para refrescar el ataque. Con Joselu buscó profundidad y con Jorge Larena creación. Antón dio un paso al frente. Atrás surgieron las dudas hasta que se cerraron las vías abiertas.

La primera oportunidad clara nació de una buena jugada individual de Gallegos. Su golpeo dio en la mano de Raúl Navas. El colegiado señaló el punto de penalti y mandó al central al vestuario tras ver la segunda amarilla. De nuevo se ponía el choque de cara. Linares lo tiró mal y al centro. Irureta le detuvo el lanzamiento. Era el minuto 79. Fue la prueba más evidente.

Aún quedaba tiempo, pero el propio Recre se estaba encargando de complicarse la vida. Con un hombre más aún había margen para la esperanza. Con uno menos, el Eibar iba a sufrir. Todo dependería del acierto albiazul. Sergi retiró a Zamora. Pasó a defensa de tres. Los vascos se encerraron aún más. El Decano lo buscó. Insistió. Apretó, pero lo hizo con muchas más ganas que claridad de ideas. Joselu la tuvo con el tiempo cumplido. Irureta sacó su golpeo abajo. De nuevo Antón rozó el empate. Cualquier otra jornada había aparecido una pierna suelta o un rebote redentor. Ayer no fue el día.

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