Anabel Domínguez, una influencer dispuesta a romper barreras por la inclusión

Desde hace unos años su vida comenzó a cambiar tras manifestarse una enfermedad neurodegenerativa (distrofia muscular) de cintura que ha vivido con ella desde siempre.

Anabel Domínguez
Anabel Domínguez / Josué Correa

Es de Gelves (Sevilla), tiene 28 años y vive en Huelva por amor. Conoció a Saúl, su chico, en Madrid, cuando ambos eran estudiantes y tras pasar una temporada en la capital decidió venirse a la provincia con más horas de sol de España, donde reside desde hace año y medio con el onubense.

Anabel Domínguez es Graduada en Publicidad y Relaciones Públicas por la Universidad de Sevilla, aunque su profesión en la actualidad es otra. Asegura que es influencer a tiempo completo. "A día de hoy vivo de ello. No sé cuál es la clave del éxito (y ni siquiera sé si esto se considera éxito), pero creo que es el cariño y la constancia que le pongo a las cosas. No me cuesta dedicarle tiempo porque lo veo como un hobby, me encanta y por suerte me da ingresos", explica.

La onubense Anabel Domínguez
La onubense Anabel Domínguez / Josué Correa

Con una comunidad que ronda los 20.000 seguidores, considera que quien se hace influencer porque tiene un cometido en el mundo de las redes sociales nunca empieza pensando que quiere ganar dinero por ello, sino porque le gusta su trabajo y lo que comunica y, dice, esa es la razón por la que con el tiempo comienzan a abrirse tantas puertas.

Anabel tiene distrofia muscular de cintura, una enfermedad neurodegenerativa que provoca una pérdida progresiva de la masa muscular, lo que conlleva una debilidad. "Es una enfermedad que va a peor y cuyo desenlace es la silla. Pero no existe el dolor, ni tengo que estar todo el tiempo en el médico. Digamos que me ha tocado la mejor parte de la distrofia. Por desgracia no hay tratamiento, pero con fisioterapia y un buen estilo de vida, se lleva bien. Mi madre siempre decía: no hay cura, pero mientras llega la cura, hay que ser feliz".

La joven no vive pensando en encontrar la cura, vive en el presente, disfruta de cada momento al máximo y eso es lo que muestra en su perfil de Instagram.

"No siempre lo acepté y bajo ningún concepto quería hablar de la palabra discapacidad. Pero las situaciones y mi experiencia cuando me mudé a Madrid hicieron que me encontrara y que quisiera contarle a la gente cómo es vivir con mi enfermedad".

No fue hasta el confinamiento en 2020 cuando le ofrecieron un programa en la radio de su pueblo para hablar de la palabra que antes le aterraba pero que hoy en día pronuncia bien fuerte: discapacidad. Un programa que ella tituló con No soy lo que ves porque es algo que siempre se decía a sí misma cuando la gente la miraba extrañada por la calle. Cree que la gente no es capaz de ver lo que hay detrás de una persona que tiene discapacidad, por eso cada lunes hablaba de ello en directo. Y para hacerlo extensivo a todo el mundo, llevó esos programas a Instagram, alcanzando un éxito que superó todas las expectativas.

Pero el antes y el después llegó tras su primera entrevista en Diario de Sevilla. Tras aquello sus seguidores comenzaron a multiplicarse. Y es que nadie quiere perderse la verdad que cuenta esta chica cuyo perfil dista mucho del resto de influencers. "Al final siento que la gente conecta conmigo porque lo que muestro es una vida como otra cualquiera".

A su perfil, dice, acuden muchas personas que no tienen discapacidad, precisamente, porque les llama la atención la forma que tiene de afrontarlo, por la naturalidad con la que aborda el tema, rompiendo los esquemas, acabando con el tabú que, por desgracia, todavía existe.

Anabel aporta un halo fresco a lo que hay en las redes sociales. Un nuevo perfil de influencer que más allá de medidas y cuerpo perfecto, tiene mucho que contar desde la normalidad de su día a día.

Le encanta la moda y a pesar de no cumplir el canon, su particular estilo y su abrumadora personalidad están haciendo que las marcas más reconocidas de España se enamoren de ella. La última, Holea, que la ha elegido como embajadora.

"Es verdad que no soy la típica chica a la que le gusta la moda, la gastronomía o los viajes, pero yo me apunto a todo. La gente tiene un concepto prefijado de que las personas con discapacidad están en casa todo el rato llorando, que no tienen una vida más allá de que las cuiden y yo muestro que no siempre tiene por qué ser así. Dentro de las limitaciones que puedo tener con mi enfermedad, a mí me gusta pensar que puedo ser independiente".

Anabel no siempre fue en silla de ruedas. Empeoró cuando cumplió 15 años y fue después cuando su vida y su personalidad dieron un giro de 360 grados. "No tiene nada que ver la persona que soy ahora con la que era antes. He desarrollado una habilidad especial para apreciar las cosas buenas de la vida que antes no tenía. Ahora disfruto mucho más de todo", confiesa.

El secreto está en la aceptación. Su forma de quererse y aceptarse la llevan a considerarse una persona feliz, que vive de la mejor manera con la situación que, simplemente, le ha tocado.

Una lección de vida que le hace triunfar delante y detrás de la pantalla. Recibe un aluvión de mensajes a diario, aunque sus preferidos son los de aquellos padres y madres que buscan ayuda tras recibir un duro diagnóstico para sus hijos. Se enorgullece al ver cómo consigue hacerles entender que no todo es tan negativo como parece. Les ayuda a entender la enfermedad, a familiarizarse con ella y a enfrentarla de la mejor manera posible.

De esta tierra, Huelva, le gusta todo. Desde Manuel Carrasco, hasta la tranquilidad que se respira, las papas con choco y sus mágicos atardeceres. Es por ello que la veremos, seguramente, contemplando una puesta de sol en el Muelle de la Rio Tinto.

Para Anabel Domínguez no hay más felicidad que la que da el ahora, el momento presente. A través de sus redes quiere hacer ver y demostrar que hay mucho más detrás de cada persona, de cada realidad y de cada historia.

“Pocos tienen la suerte de que el sol les abrace tan bonito cuando se despide hasta el día siguiente. Ese es vuestro tesoro”, dice la influencer. Un mensaje que envía a todos aquellos que aún no lo saben, pero que tienen la felicidad esperándoles, muy cerca, al alcance de su mano.

Eso sí, tendrán que aprender a mirar más allá de donde la vista alcanza. Porque como dice Anabel, “uno no es siempre lo que ves”.

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