La Bota, una playa con encanto e historia

Un extenso arenal fino y dorado como fachada atlántica al otro lado de la desembocadura del Odiel. Antes que los núcleos costeros que escoltan La Bota, El Cruce o simplemente la playa fue testigo centenario del embate de las olas contra el litoral onubense. Esas mismas olas llevaron hace 74 años el cadáver de William Martin hasta la mesa de operaciones del Estado Mayor de Hitler. El hombre que nunca existió apareció allí para cambiar la historia. Uno de esos guiños del destino que puso a Huelva a través del mar en el camino de la humanidad.

Pocos de los miles de bañistas y veraneantes que a diario disfrutan de su sol y el privilegiado entorno de dunas y pinar son conscientes de la relevancia del paraje de su esparcimiento. La Bota es lugar de baño y de paseos porque el paraje invita a olvidarse entre el verde. De aspecto apacible y calmadas, sus aguas esconden una trampa alimentada por la desembocadura del Piedras que convierte un tramo de esta playa en un peligro con un amplio historial. Las advertencias de las autoridades y la abundante seguridad que habitualmente vigila su tramo más inseguro, no son suficientes cuando la imprudencia de los bañistas los empuja a desafiar sus corrientes.

Para ser una playa no urbana cuenta con todos los servicios necesarios. La alta concurrencia por su cercanía y accesibilidad han hecho que en La Bota sean frecuentes los chiringuitos, los establecimientos de hostelería y que a lo largo de su arena se acumulen los vendedores ambulantes durante todo el periodo vacacional. Es una playa que permite tanto acudir a disfrutar de una jornada con comida de casa, como sentarse a disfrutar del horizonte de mar infinito con la rica gastronomía onubense. Al caer la tarde su extenso arenal completamente llano se convierte en una avenida costera por la que pasen miles de veraneantes en todas las direcciones.

Llegar es muy sencillo. Precisamente a su ubicación debe el nombre por el que comúnmente se le conoce. La Bota es El Cruce para los onubenses. Ubicada en una posición equidistante entre El Portil y Punta Umbría, la antigua carretera se bifurcaba precisamente allí. A la derecha quedaba la desembocadura del Piedras y a la izquierda Punta Umbría. Para quienes no querían decantarse por ninguna de las dos, siempre estuvo ahí ese cruce de caminos. Hoy se puede acceder por el camino habitual tras desviarse en la autovía a Punta Umbría o bien desde la propia Punta tomar la carretera antigua en sentido inverso.

La Bota dispone de todo tipo de comodidades. Hay conexiones por transporte público con la capital onubense y parada de diferentes líneas que conectan con otras playas. En sus accesos hay zonas acondicionadas para el aparcamiento, aunque la saturación en temporada alta provoca que los coches se acumulen a los lados de la carretera que corre en paralelo al mar. Hay puestos de socorro y vigilancia permanente. Además, hay un completo sistema de limpieza diario y en sus accesos los visitantes cuentan con duchas y servicios para el aseo.

El número de familias que visita esta playa onubense es alto.

El arenal de la playa de la Bota se extiende hasta El Portil.

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