'El Cerrojo Tapas', el bar con más variedad de deliciosas tapas de Huelva

En Alosno, en pleno Andévalo puro, tierra de las cien músicas, donde el fandango acunó sus primeros versos y donde la palabra siempre es cantada, hay un lugar, de cuyo nombre sí quiero acordarme, que no te puedes perder si eres amante de la buena mesa y del saber vivir en su más amplia expresión. Un lugar en el que disfrutar de una grata experiencia para la vista, el paladar, el olfato y hasta el tacto y el oído. Un tesoro para saborearlo con los cinco sentidos: El Cerrojo Tapas.

La primera curiosidad de este establecimiento es su estructura, la física y la funcional: El Cerrojo, en realidad, son dos espacios en uno, que funcionan como los cantes de ida y vuelta. El primero, ideal para el aperitivo. Una cerveza bien fría o una copa de vino (nunca faltan los de Huelva) servidos por el mismísimo propietario y chef, Don Antonio Ramón Macías, que en esta primera barra hace de maestro tabernero a la vez que de anfitrión.

El segundo, el Cerrojo Tapas propiamente dicho, un local elegante y acogedor y claramente aconsejable para los paladares más exigentes. Y de nuevo, de vuelta al primero, El Cerrojo Copas, para disfrutar reposada y alegremente de la sobremesa al compás de los acordes de una guitarra y de unos cantes con los que con mucha probabilidad te podrás deleitar, ya que es habitual que, de manera espontánea, hombres y mujeres de esta tierra, se arranquen a tocar y cantar por sevillanas y fandangos.

Centrados en el Cerrojo Tapas, resulta sorprendente su carta. Así como el flamenco tiene muchos palos, a cuál con más duende y encanto, el Cerrojo tiene una variedad de platos que asombra. Una carta en la que no faltan las tapas señeras que lo han hecho conocido como los champiñones rellenos o el falso helado de gurumelo, pero sobre todo una carta, además de extensa, siempre viva, siempre con la presencia de nuevas propuestas y nuevas elaboraciones, que hacen de este espacio culinario un nuevo descubrimiento cada vez que lo visitas.

Una carta, además, muy bien cuidada desde la base, desde el planteamiento inicial, que se sustenta sobre una atención preferente y prioritaria hacia los productos de calidad, frescos y de cercanía. Materia prima Andevaleña, y materia prima onubense. Las carnes de cordero, de cerdo ibérico, y últimamente las de caza, o las setas tan abundantes en estas tierras andevaleñas, son la base de un sinfín de platos, sin dejar atrás los pescados y productos de nuestra costa en elaboraciones como “Aires Andevaleños”, “Croqueta de gambas al ajillo invertida” ó “Arroz con sorpresa ibérica”.

Pero el cerrojo es, ante todo y, sobre todo, innovación gastronómica en estado puro: una sabia elaboración y un perfecto maridaje de los productos locales con los sabores, texturas y olores más exóticos, cuyo resultado en boca nos invita a viajar con nuestra imaginación a destinos gastronómicos más lejanos. Y es que su chef y propietario, Antonio Ramón, hace gala de un sólido conocimiento y de una depurada técnica culinaria. Sabia mezcla de innovación y tradición: esa es la clave de bóveda en la que se apoya este templo gastronómico de primerísimo nivel.

Y por si todo esto fuera poco, baste recordar que, si por la boca muere el pez, por la vista nos enamoramos las personas. Riquísimas tapas preciosamente montadas sobre una variada e imaginativa cubertería, que en muchos casos está fabricada a mano a base de elementos naturales y reciclados como lajas de piedra, maderas de encinas y alcornoques o tenedores reutilizados. Se ve que Antonio Ramón y su equipo son expertos cocineros a la vez que imaginativos artesanos a la hora de presentar los platos de la manera más creativa posible. Tapas que, presentadas así, además de un buen bocado, merecen una buena foto para compartirla con nuestros amigos y hacerles partícipes así de esta sabrosa, alosnera y andevaleña experiencia, llena de arte comestible.

Cuenta entre sus numerosos premios y reconocimientos con un Solete Repsol, Campeón de Andalucía de tapas y finalista por dos veces del Campeonato de España de tapas.

Y es que, sin duda, sin prisa, pero sin pausa, El Andévalo, comarca auténtica donde las haya, con establecimientos como éste, va dándose a conocer más allá de sus fronteras, como así lo pregona su nueva marca “Destapa el Andévalo”.