Conoce este referente gastronómico y del vino que se encuentra al lado de la Gruta de las Maravillas
Una propuesta diferente, referente en la Sierra de Aracena y, sobre todo, para los amantes del vino. Un templo gastronómico, parada obligatoria si se visita también la Gruta de las Maravillas, al encontrarse a escasos metros de ella
Así es comer en este restaurante referente de la cocina serrana y micológica en Huelva
Ir a Aracena es visitar la Gruta de las Maravillas, el Castillo... Pero, ¿qué hacer tras ello? Una propuesta diferente es el Restaurante Vita Vinum, del chef y somelier Hugo Ernesto Rosales, nacido en El Salvador, pero desde el año 2000 en nuestra piel de toro.
Este chef se formó en la Escuela Superior de Hostelería de Sevilla para profundizar en su pasión sobre los vinos. Lo de chef vino impuesto al montar su negocio, ya que tras tener a su primo Diego, un gran jefe de sala, hizo falta que entrara en la cocina y entró, sacando un talento innato nunca explotado.
Hugo iba para doctor, de hecho, empezó la carrera de Medicina en El Salvador, su patria natal. Pasó incluso por Estados Unidos, pero tras esto fue a parar a Huelva, donde siguió su formación en la rama de la salud, realizando un ciclo formativo de Grado Superior de Laboratorio Clínico, trabajando un tiempo incluso en el Hospital Infanta Elena de Huelva y en Praga con analíticas de sangre y demás.
Hace cuatro años empezó con su propio restaurante, el cual es a día de hoy un referente en la sierra y, sobre todo, para los amantes del vino, ya que cuenta con más de 100, vinos tan curiosos como el Habla del Mar, de fermentación submarina, o el Spinapura, su favorito de la DOP del Condado. Sin duda, el paraíso de los winelovers
Este templo gastronómico es parada obligatoria al salir de la Gruta de las Maravillas, ya sea por la calidad de sus platos, por cercanía a la misma (se encuentra a unos 20 metros) o por su excelente carta de vinos.
La elección de platos para la crónica fue fácil, comenzamos con un Salmorejo Vita con sus virutitas, una elección fresca y rápida que fue el preludio al plato que vino después: un Chuletón de ternera de un kilo aproximado.
Fue una delicia, pues, a veces, en la sierra de Aracena apetece salir del cerdo ibérico, en el cual también Vita Vinum se lleva una mención por sus platos del mismo. Terminamos la velada con un vino de postre, un Pedro Ximénez, pero en este caso acompañado a un helado de turrón.
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