¿Conoces Puerto Moral? Un pueblo mágico entre encinas y alcornoques
Puerto Moral, el hogar de los panzurracos es desde el año 1817 una villa independiente, antes perteneciente al pueblo de Aracena. Actualmente está catalogado como uno de los pueblos mágicos de España. Quizás esa magia sea desprendida por los numerosos encantos de esta localidad como pueden ser sus molinos de agua o su jardín botánico. Puerto Moral también está ubicado en un entorno único, junto al embalse de Aracena, rodeado de rutas senderistas y dehesas cubiertas de tranquila bruma que nos transportan hacia un mundo mágico que a día de hoy sigue latiendo.
36 zagales y zagalas llenan de algarabía esta localidad recogiéndolos en un colegio rural, que forma parte del programa Adersa 2. Cristina y Pablo son dos de sus profesores. “En este tipo de centros se trabaja por proyectos”. Esta modalidad de enseñanza, además de cubrir todas las necesidades curriculares que a los alumnos se les imparte en el resto de centros, integra la educación con el entorno.
“Hoy hemos salido con lupas a observar plantas e insectos, pero en otras ocasiones también salimos a coger setas o construimos cabañas. Adaptamos las actividades a las distintas temporadas”.
María, Juan y Laura son los tres sanitarios que cuidan de los pacientes de Puerto Moral. Agradecen mucho trabajar en un pueblo con pocos habitantes. “Lo más positivo es el trato tan cercano que tenemos con nuestros pacientes”. Por el consultorio pasan al día de 10 a 15 personas, aunque algunas veces hacen visitas a domicilio a los pacientes que tienen más problemas de movilidad. Puerto Moral es el lugar donde más cómodos y mejor han trabajado. “Una menor ratio de pacientes hace que podamos hacer mejores se- guimientos y esto se traduce en una atención más completa”.
Una de estas pacientes es Carmen, que a sus 92 años es la persona de mayor edad del pueblo, cuyas historias siempre han ido entrelazadas. “A la gente de aquí le decían panzurracos, porque el agua de la fuente hace muchos años tenía ranas. A los niños se les hinchaba la tripa al beber agua”. Carmen no tiene hijos pero no se siente sola, siempre ha estado arropada por sus sobrinos y numerosos nietos, hasta el punto que el el pueblo la conocen como tita Carmen. Al poco de casarse su marido encontró trabajo en la presa de El Chorro, pero volvió al pueblo cuando construyeron el embalse de Aracena. “El embalse salvó a Puerto Moral de la despoblación”. Piensa con orgullo en cómo ha cambiado el pueblo durante su vida y tiene por seguro que seguirá mejorando.
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