El Dolmen de Soto atrae por su magia y su misterio a todos los visitantes
Entre las localidades de Niebla y Moguer, en Trigueros, encontraremos un monumento megalítico y recibe el nombre de ‘Dolmen de Soto’, datado en la Edad de Bronce (3000 a.C.) lo hallamos en el cabecillo del ‘Zancarrón’ en la finca ‘La Lobita’ y fue descubierto por Armando Soto en 1922. Impresionante estructura pétrea que nos recibe con un gran corredor enlosado que nos conduce a su cámara central, en la que se hayan representados, sorpréndanse, desde boomerangs hasta figura semihumanas... humanoides... Su construcción está bien orientada y permite durante los equinoccios de primavera y otoño que los rayos solares entren y atraviesen el corredor recorriendo casi una veintena de metros hasta llegar a la cámara central. Un espectáculo único. El alemán Hugo Obermaier es considerado como el mejor exponente del estudio de este monumento neolítico, con casi 75 metros de diámetro destaca de su entorno para indicarnos nuevamente que este es un lugar mágico, que este es un lugar de poder.
Uno de los últimos descubrimientos que se han realizado en el mismo es encontrar pigmentos (elementos usados para pintar) en lo que se considera como una muestra de decoración funeraria antes que surgieran las pirámides de Egipto, así lo indicaba Antonio Hernanz Gismero, catedrático de Química Física de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), y director del equipo junto el equipo de Primitiva Bueno, catedrática de Prehistoria de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH), en el Dolmen de Soto.
Se trata de un conjunto de rocas del monumento megalítico funerario del IV milenio a.C., en él estos pigmentos tan sorprendentes dentro de lo que es ya una “arquitectura” funeraria muy destacada y llena de simbología, sobre todo solar, de esta forma: “Si estas grandes construcciones las imaginas pintadas en negro y rojo con bases blancas, tal y como hemos demostrado que estaban, nos encontramos ante una decoración especialmente elaborada que pretendía transmitir un mensaje, contar una historia. Se estaba escribiendo discurso funerario, de forma que los que entraran en el túmulo estarían comprendiendo una historia contada a través de figuras grabadas y figuras pintadas” indicaba Primitiva Bueno. En el estudio, con avanzado equipo de análisis y microscopios, se extiende desde el 2009, Bueno decía al respecto: “hemos realizado diversos trabajos tanto en España como en otros lugares de Europa (Portugal, Francia) para defender esta teoría. Hemos sido los primeros en demostrar que los dólmenes de Bretaña tienen pintura, para lo cual hemos contado también con el equipo de Antonio Hernanz”.
La espectroscopia Raman facilita el observar la radiación que dispersa la materia una vez excitada con un rayo láser, esto también permite identificar los materiales que la componen, de forma que si en un lugar hay pigmentos pictóricos de cualquier época se podrá identificar como ha sucedido en el Dolmen de Soto. Hernanz explicaba que su trabajo “consiste en enfocar sobre un punto muy concreto en el que se crea que hay restos de pintura, pero en realidad es casi como trabajar a ciegas. En las primeras incursiones enseguida localizamos restos rojizos que proporcionaban señales Raman de hematites y sabíamos que ese mineral no formaba parte de la composición de la roca, lo cual confirma que el hematites se ha puesto ahí de forma intencionada en forma de pigmento rojo”.
El hecho de descubrir que los monumentos megalíticos estuvieran pintados es una sorpresa pues se desconocía o no se defendía con firmeza pese a que hubiera otros ejemplos destacados: “Sabíamos que a primeros de siglo, en la zona del norte de Portugal, se habían documentado restos de pintura que se creían exclusivos de allí. Por otro lado, ya habíamos visto restos en dólmenes de la Península Ibérica, así que en los primeros proyectos con Antonio Hernanz demostramos simplemente eso: que había restos de pintura en todos los dólmenes que tenían grabados. El siguiente paso fue hacer lo mismo en Europa: fuimos donde más dólmenes había y demostramos lo mismo”, matiza la UNED.
“La reflexión que debemos hacer es que si nosotros, después de casi 6000 años percibimos los restos de color. ¿Qué cantidad de color tendrían los monumentos? Pensamos, de hecho, que la piedra no se vería y que la masa de pintura sería plástica y blanda”, detalla Hernanz.
Sobre la iluminación de abunda que “hay que tener en cuenta que entraban con lamparitas alimentadas por grasa para mantener el fuego, lo cual daba un auténtico contraste de color y les permitía experimentar con las formas y el movimiento”, y que “probablemente la época de mayor esplendor del monumento fuera el Bronce final”.
Sobre el Dolmen de Soto se ha editado un volumen bajo el título “Símbolos de la muerte en la Prehistoria reciente del Sur de Europa. El Dolmen de Soto, Huelva, España”.
Consulta más misterios en ‘Huelva Sobrenatural’, de José Manuel García Bautista. Niebla Ediciones.
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