Encinasola y el Múrtigas
Sierra
Entre ríos y puentes habita este municipio de esencias típicas de Huelva
El término de Encinasola acoge el curso medio y bajo del río Múrtigas (el Murtega portugués); aquí el río luce esplendoroso y con gran caudal de agua y va describiendo unas sinuosidades que forman espectaculares meandros que, pasado el arroyo de Pedro Miguel, continúan frontera arriba; en estas zonas desembocan arroyos muy caudalosos como el Río Sillo que, en la Junta, se une al Múrtigas siendo ríos prácticamente gemelos en tamaño: “Para entrá en Encinasola/ hay que pasar por el Sillo;/ es un río sin caracolas/ donde no cabe un barquillo/por chica que sea su eslora”, dice el fandango.
Pues desde el antiguo puente del Sillo avanzamos a su desembocadura en el Múrtigas, desde allí y aun antes, los molinos y las presas harineras nos acompañan hasta llegar al Puente de los Cabriles; luego bajamos por el río pasando la Lapa (cueva en portugués) y la sierra de Giraldo (Referencia al Cid portugués Geraldo).
Desde lo alto de la Sierra de los Rabadanes, en el Mirador del Múrtigas, divisamos el santuario de la Virgen de Flores que, a orillas de la ribera protege a los marochos; vemos como se desliza el río y entra en Portugal, frontera arriba, en una vida rayana de peligros y contrabando.
Desde aquí todo es posible: Encinasola, la Sierra y Andalucía; las tierras extremeñas, al norte y Portugal, los pueblos alentejanos al oeste. Esta mezcla sin parangón es la esencia de nuestras tierras.
Encinasola, en lo alto de un cerro, miraba a su río y la riqueza que proporciona, con un ojo y, con el otro, estaba atenta a la frontera y al peligro que de ahí pudiera venir; hoy, como hace mil años, los antiguos acuerdos de “vizinar” prevalecen y, es la armonía y la belleza, lo que ofrecemos a quienes visitan estos lugares.
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