Jesús Quintero: "Aunque me voy, no me ausento"
Una de las últimas entrevistas que se le hicieron en vida a Jesús Quintero en su Fundación en San Juan del Puerto.
Quintero, la genialidad de un onubense que descubrió a personajes como 'El Penumbra'
![Jesús Quintero: "Como decía el fandango, aunque me voy de palabra, no de pensamiento"](https://static.grupojoly.com/clip/afc66c1f-0426-4ccf-a8c6-1aec8e4ca3d5_source-aspect-ratio_1600w_0.jpg)
Ser periodista, ejercer de ello y trabajar en un medio local de tu ciudad no es fácil en estos días. Más bien, podría considerarse toda una hazaña. Lejos de lo que muchos puedan pensar, el periodismo, es tan bonito como desagradecido. Tan gratificante como decepcionante. Está tan lleno de altos y bajos como la vida. Y es por ello que quienes aman esta profesión, cada cual a su manera, son incapaces de entenderla por separado. En cada palabra, cada gesto, cada historia y cada relato, hay una parte de su autor. Una huella imborrable que quedará para siempre grabada como el silencio de ese 'Loco' capaz de decirlo todo sin decir nada.
Jesús Quintero, a quien hoy todos conocen y alaban porque ya no está en este cuento es también el mismo que hace meses suspiraba por volver a ser recordado (en vida) como lo que fue. Una mente única capaz de hacer historia y marcar una época, de inspirar a los personajes más célebres, de cruzar el charco y de sentarse, lo mismo que con el Risitas, con Gabriel García Márquez.
Y todo esto lo sé porque él mismo me lo contó. Tras una vida dedicada en cuerpo y alma a la comunicación, Jesús Quintero regresaba en 2020 a su tierra natal para mostrar al mundo entero su legado, desde Huelva. Y yo, que a pesada no me gana nadie, conseguí cumplir el sueño de hablar con el “maestro”. Con un Quintero que, tras años alejado de las cámaras y el mundo mediático, un día me llamó por teléfono.
No sé si fueron mis 10 correos electrónicos a direcciones varias encontradas en Internet solicitando la entrevista, o más bien, un ángel que hay allí en el cielo, pero llegó un día en el que sonó el teléfono y era el genio. “Hola, María, soy Jesús Quintero. He leído tus palabras y quiero que hagamos esa entrevista”.
Las llamadas se hicieron constantes. Contactaba conmigo unas dos veces en semana (así durante un mes), para contarme que estaba dándole forma a lo que me quería contar, pero que yo le diera algunas pistas.
¿Qué voy a preguntarle? Pensaba yo. Alguien como él tiene la licencia suficiente para hablar y contar cuanto quiera. Así que me relajé y tras escribir en un papel todo lo que siempre quise preguntarle, me acordé de lo más importante. Una buena entrevista es como un confesionario. Así que me limité a hacer algo difícil que pocos hacen. A escuchar lo que el "de la última fila" quería confesarme. Él me abrió su corazón como nunca pensé que lo haría una persona de su trayectoria. Generoso, sencillo y, para sorpresa de todos, más cuerdo que nunca a sus (por aquel entonces) 80 años.
Muchos quitaron valor a la entrevista. Algunos se reían (“está acabado”). Otros, simplemente, menospreciaban el trabajo asegurando que Quintero me atendía “porque estaba desesperado”. Lo cierto es que hoy sus palabras las guardo como una de las últimas entrevistas que Quintero concedió en vida.
"Recuerdo mi tierra, mi pueblo, mi ciudad, donde estudié en el Instituto de La Rábida, junto a La Mejorana", recordaba sentado en una mesa de 2 metros en la Fundación Jesús Quintero.
"¿Sabes que uno de mis primeros trabajos en Huelva fue como locutor de Radio Nacional de España? Que por cierto, me hicieron un examen en las oposiciones como si fuera a entrar en la BBC de Londres", contaba bromeando.
Un día Rafael Santisteban, prestigioso locutor, le preguntó al terminar una función, que por qué no se dedicaba a la radio, ya que su voz "llegaba a la última fila". Y su última fila, contaba, era la de los solitarios, los contracorriente, los desobedientes, los marginales y también los grandes y famosos. "Lo bueno de este archivo en el que estamos es que hay personajes extraordinarios con reflexiones increíbles recogidas que hoy serían imposible recopilar con las cosas que se cuentan", decía sobre su fundación. Un centro en el que rememorar sus entrevistas a Tierno Galván, La Pasionaria, Borges,... "Mi archivo es el archivo de una vida vivida intensamente. Desde mi pueblo, Huelva, Sevilla, Madrid, Barcelona, Argentina, Uruguay, Nueva York, Los Ángeles, Miami...".
Decía que sus silencios de los últimos años se debían a que no encontraba a la gente adecuada con la que hablar. "Me doy cuenta cuando alguien conoce y tiene cultura", decía.
Tras dos años con una profunda depresión en Sevilla se dio cuenta de que estaba cansado de ser "el locutor loro". Él quería hablar según su estado anímico. Buscaba la originalidad, el sentido crítico, la independencia, la belleza, la cultura, el transmitir que lo que cuentas es verdad. "Eso solo lo consigo hablando desde mi estado anímico. Unas veces la locura, otras la deriva. Eso fue lo que me llevó a crear 'El loco de la Colina'.
En sus programas siempre han aparecido los marginales y los grandes nombres del estrellato, pero siempre desde un punto de vista humanístico. Por eso le gustaba conservar su independencia y así lo hizo, hasta el final de sus días.
De entre todos sus entrevistados, destacó siempre a Antonio Gala. "Al que le pregunté un día, -¿Cree usted en un amor para toda la vida? Y me contestó: -"para toda la vida de los demás, sí. Para la mía, no".
Cuando le hicieron Hijo Predilecto en su pueblo y montaron su Fundación con más de 4.000 entrevistas y 20.000 horas de televisión en todo el mundo. "Pronto esto se va a convertir en algo que siempre soñé. Un archivo para la historia de la cultura en España que estará en Huelva".
"Hay un fandango que refleja lo que ha sido mi vida: aunque me voy, no me voy, aunque me voy no me siento. Aunque me voy de palabra, no de pensamiento. Aunque me voy, no me voy. Y eso es lo que siempre he seguido. Mi pensamiento. La comunicación es verdad, transmitirla. Todo lo demás es superficial y poco profundo", decía el maestro.
Jesús Quintero creía firmemente en que "alguna vez se podrían conseguir grandes cosas desde Huelva". Eso sí, tenía clara que la Fundación iba a ser "su última obra", sin obviar sus ganas eternas de volver a la televisión y "fundir la poesía y la creatividad con la realidad".
Cuando la entrevista llegaba al final le pregunté por su niñez. Qué quedaba del Jesús Quintero niño. Recordó entonces un día de paseo por la antigua estación de tren en Huelva. "Mi padre iba a trabajar a La Sevillana y yo iba a estudiar, pero a veces dejaba los libros en un quiosco y me iba a pasear por la Punta del Sebo, donde había dos balnearios. De ese niño queda lo mismo. La historia de una vida es la historia de un fracaso y de una pasión. Yo he vivido todos los fracasos y todas las pasiones y en eso quiero estar. No sé hacer otra cosa. Volverá el haber creado un estilo. Volverá el sentirme escuchado, volverá la gente que cuando yo me vaya nunca veré, pero que me siga y volveré a ser lo que soy, Jesús Rodríguez Quintero, de San Juan del Puerto, hijo del Niño Roque y ya está.
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