María Prieto García
Manuel Prieto, una vida dedicada a la profesión más bonita del mundo
Se inicia el recorrido en la Plaza de España. Rodeamos la Iglesia por la calle Huelva, a la izquierda por la calle Virgilio Fernández y seguimos ascendiendo a la derecha por la calle Martín Vázquez. Salimos del casco urbano y encontramos La Era y los carteles de interpretación de los hornos de cal. Pasados unos metros encontramos los primeros hornos, la ruta continúa por el camino de hormigón. Pasado el horno de Manuel tomamos el camino que asciende y gira 180º a la izquierda junto a un pinar. Tras coronar encontramos dos caminos; tomamos el que desciende a la izquierda.
El camino que sale a la derecha nos lleva al Mirador de las Cumbres, mirador con unas vistas panorámicas impresionantes de la Sierra, el cual podemos visitar y volver a este punto para continuar por el camino de la izquierda. En el descenso nos encontramos con los hornos del Castillejo. Seguimos el camino que gira a la izquierda. Seguimos descendiendo y encontramos el Horno de Pepe. Llegamos al cruce con el camino de La Presa. Giramos a la derecha y tomamos el camino de tierra que continúa a la derecha justo delante del horno de Cosme. Continuamos por el camino de Alájar. Discurrimos entre alcornoques, paredes de piedra y junto a una acequia. En la finca El Molino encontramos a la izquierda el horno de Puerto Molino. Continuamos bajando hasta llegar a un cruce. Tomamos el camino de tierra de la izquierda. Entramos en una zona de especial interés ornitológico.
Discurre a la derecha la Rivera de Santa Ana. Encontramos el primer puente de madera y pasado un trecho un segundo puente de madera que salva el paso de la rivera, continuamos por el sendero cruzando un tercer puente de madera más pequeño que los anteriores, y llegamos al merendero del Bosque de las Letras, continuamos por el margen izquierdo de la rivera y pasamos por debajo de un puente para no cruzar por la carretera.
Salimos por el camino que sale debajo del puente y nos adentramos en el camino. Al poco nos encontramos con otro puente de madera sobre la rivera. Continuamos hasta un llano en el que podemos optar por cruzar el siguiente puente de madera en dirección a los Chorros de Joyarancón. Pero nuestro camino discurre justo antes por la izquierda ascendiendo por un castañar. Seguimos subiendo hasta una zona pedregosa de gran pendiente. A 50 metros encontramos un cruce. Elegimos la vereda de la derecha que se adentra en un helechal. Encontramos a la izquierda el horno del Tío Eulogio, continuando por el Camino del Negrillo encontraremos los Hornos de Miguel de Paco, Negrillo y Negrillo II.
Continuamos ascendiendo entre castaños hasta encontrarnos un cruce en el que el camino gira a la izquierda casi 180º. Sigue discurriendo nuestra ruta entre castaños hasta coronar el alto del valle, donde encontraremos el horno de Antonio de Urbana. El camino comienza a descender en su tramo final junto a un castañar a la izquierda. Se incorpora un camino a la izquierda pero elegimos seguir recto junto a un muro de piedra. No abandonamos el camino principal que se vuelve hormigonado justo antes de llegar a Santa Ana la Real.
Cruzamos la carretera y bajamos por la calle Nueva hasta llegar de nuevo a la Plaza de España, donde concluye la ruta.
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Tal y como explican desde el Ayuntamiento de Santa Ana la Real, el oficio calero se organizaba a lo largo de todo el ciclo anual; el clima fijaba la distribución de las distintas tareas. Normalmente no se practicaban hornadas en la temporada invernal y otoñal porque en estas fechas arrecia la lluvia, que es la peor aliada de la actividad. Cuando el combustible no quemaba bien a causa de la humedad, los caleros decían que el horno se aciscaba, es decir, que la leña se transformaba en pequeños trozos de carbón vegetal (cisco) incapaces de elevar la temperatura a los 900 ºC y 1000 ºC necesarios para que se produzca la reacción química que transforma la roca caliza (CaCO3) en cal viva y óxido de calcio (CaO).
La actividad calera comprende una serie de tareas específicas que se desarrollan a lo largo de todo el ciclo anual. Las fases del proceso productivo son las siguientes:
1. Recolección y Transporte de la leña.
2. Extracción, troceado y transporte de la piedra caliza.
3. Preparación del horno.
4. Carga del horno.
5. Calcinación.
6. Apagado y elaboración de morteros de cal.
El combustible que se seleccionaba en la recolección debía contener tres cualidades básicas: sequedad, tamaño menudo y alta capacidad calórica. La leña que se recogía del monte debía estar completamente seca para evitar el aciscamiento del horno. La extracción de la piedra se hacía a cielo abierto. Esta operación podía ser realizada en cualquier momento del año. La carga del horno consistía en la construcción de una falsa bóveda de piedra caliza en el interior del horno. Era una labor de mampostería muy especializada pues, sin usar ningún tipo de conglomerado, el calero debía calzar y apuntalar las piedras dejando una cavidad interior bajo la cual se situaban la caldera y el fogón. En esta cámara resultante se concentrarían posteriormente las altas temperaturas necesarias para cocer adecuadamente la piedra caliza que la bordea.
Hacer una horná es como se denomina en Santa Ana la Real al proceso de cocción o caldeo de la piedra caliza. La hornada se efectuaba de forma ininterrumpida durante aproximadamente 40 horas. Transcurridas varias jornadas tras la calcinación comenzaba una nueva operación denominada desenhornar, que consistía en retirar la cal viva del horno. El apagado consiste en el aporte de agua a la cal viva, lo que provoca una reacción química en la que el óxido de calcio (CaO) se transforma en hidróxido de calcio (Ca(OH)2).
La cal apagada o hidratada no es un producto final. El proceso concluía cuando era transformada en argamasa, que es un material compuesto por la propia cal mezclada en proporciones variables con arena, agua y distintos conglomerados.
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