El antiguo convento camuflado en una finca del barrio de La Ribera en Huelva
El exitoso perfil turístico de Instagram @huelva_secreta, descubre otra joya arquitectónica en Huelva capital.
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La Vereda de Peguerillas es una vía pecuaria que atraviesa tierras de marcado carácter agrario, y comunica los pequeños núcleos de población onubenses de La Alquería, La Ribera-Valcasado y Peguerillas, y las urbanizaciones de Los Salones y Los Almendros, ya en tierras de olotenses.
A la altura de La Ribera, se vislumbra desde lejos en el camino de arena lo que parece un torreón que sobresale entre construcciones típicas ganaderas. En su puerta, un cartel con la inscripción: Finca La Pintada.
Un edificio singular que llama la atención a cualquiera con un poco de interés en lo que le rodea. Aunque no es posible afirmar que la información es 100 % certera, existen fuentes orales que constatan que se trata del antiguo molino de aceite de la hacienda La Pintada. La torre, del siglo XVIII, pertenecía al convento de la Orden de los Mínimos, una orden religiosa católica fundada por el ermitaño San Francisco de Paula en el siglo XV, cuyo nombre hace referencia a la humildad de estos religiosos. Estos monjes cultivaban toda la zona de la Rivera de la Nicoba. Durante la época de esplendor de la Orden religiosa, el siglo XVIII, los mínimos contaban con 80 conventos repartidos por España, de los cuales la mitad se encontraban en Andalucía. Existía uno en Almonte (1574) y otro en la capital onubense (1588), pero no se han podido encontrar referencias del posible convento de Peguerillas.
Pero, ¿por qué La Pintada? El nombre hace alusión a su antiguo dueño, Don Manuel Rivero El Pintado. Rivero era un hombre de negocios ayamontino que tenía una flota de barcos galeones con los que, frecuentemente, hacía la ruta de América. Su apodo venía por las marcas que tenía en el rostro como consecuencia de la viruela. Fue alcalde de Ayamonte, y vivió desde 1697 hasta 1780. De familia modesta vinculada al comercio americano y a la mar, viajó hasta en seis ocasiones a las Indias occidentales, donde hizo la fortuna con la que emprendió varias obras civiles y religiosas en Huelva. Todavía existen algunas de esas construcciones, como la Casa Grande de Ayamonte, el Palomar de Huerta Noble en La Redondela, o la restauración de la torre de la Parroquia de las Angustias de Ayamonte.
Era un hombre de firmes convicciones religiosas, e invirtió importantes sumas de dinero en obras de arte de corte sacro. Se dice que El Pintado instaló en sus casas oratorios e imágenes y financió la construcción y rehabilitación de varias iglesias de Ayamonte. Tenía devoción y fe ciega en la Providencia y predilección por la Orden Franciscana.
Como agricultor, Rivero convirtió terrenos estériles y baldíos en huertas fértiles. Hizo plantar 5.000 olivos en la Huerta del Carmen (Huerta Noble), convirtiéndose en el principal productor de aceite de la comarca, lo que nos cuadra con la existencia del molino de aceite en Peguerillas. Rivero solía realizar concentraciones de parcelas que daban lugar a fincas, que organizaba y explotaba con su habitual destreza comercial. Para aquellos interesados, la tumba de El Pintado se encuentra bajo el altar de la Parroquia de las Angustias, en Ayamonte.
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