Curiosidades de Huelva
¿Sabes dónde está la 'Puerta de España' en Huelva?
Doñana es un espacio que cuenta con más de 68.000 hectáreas en las que habita un amplio abanico de especies que hacen del lugar un marco único.
Un verdadero paraíso que se enfrasca entre sus ecosistemas. Aquí os mostramos algunos de los ejemplares que hacen que Doñana sea la reina de la naturaleza.
Esta belleza de ave sobrevuela el espacio de Doñana a una gran altura en busca de alimento. Sus presas son de tamaño medio y grande. Mide de 96 a 104 centímetros y según los datos que aglutina el Ministerio para la Transición Ecológica cría en colonias en grandes cuevas, cárcavas o paredes rocosas con numerosas repisas y extraplomos.
Se diferencia de las hembras porque en época nupcial tiene el cuello y la cabeza de color verde brillante y el pecho castaño. Este ave siempre está ligado al frescor del agua donde desarrolla su vida. En la temporada estival se aleja del agua en busca de alimentarse. Una vez que vuelva a salir el sol regresa al suelo líquido.
Este peculiar ave se caracteriza por sus finas y largas patas. También por el color de las mismas -rojas- que diferencia por completo al resto del cuerpo. Su estancia en Doñana también pasa por estar a la vera del agua y tanto no se quiere separar de la misma que anida en el propio suelo. Con sus cerca de 40 centrímetros este ave es agresiva cuando está en época de reproducción.
A este pequeño ave le encanta el mar. E ir en grupo. Corretea por donde rompen las olas para encontrar un alimento. Entre su menú degustación se encuentran los camarones, los gusanos marinos, moluscos y trozos de peces. Entre el gris y el pardo cambia su pelaje según la estancia que marque el cielo y solo tiene tres dedos en cada pata.
Doñana no sería nada sin sus flamencos. Sin duda alguna este ejemplar es una de las bellezas naturales que habitan en el Parque Nacional. Su plumaje blanco y rosado le da una verdadera elegancia que mantiene sobre aguas poco profundas. Es una apuesta segura para la fotografía cuando nace o muere el sol.
No es amiga del resto de aves. O así se entiende debido a que es depredadora de los pollos de otras especies. No solo eso sino que caza oculta en la vegetación para después dar un picotazo a su víctima para dejarla sin vida al momento. Entre sus peculiaridades está en que construye una rampa desde su nido para que sus crías bajen sin problemas hasta el agua.
Una especie común en el resto del país pero que también tiene su sitio en el Parque Nacional de Doñana. En la imagen aparece con sus rayones, sus pequeños familiares. La madre tiene que estar pendiente cuando nacen y separalos del padre ya que éste se los come. Tienen un amplio registro alimentario de todo lo que se encuentran por el suelo.
La joya de la corona de Doñana. Esta auténtica belleza que se encuentra en peligro de extinción. Este félido vive en estado salvaje y solo hay unos pocos privilegiados que han podido ver alguno en acción. El Parque abrió el pasado año un Observatorio que da la facilidad para poder disfrutar de estos ejemplares de la familia de los félidos.
Espectacular plumaje que dibuja a este ave de poco más de 50 centímetros. Sus reflejos rojos y verdes se conjugan a la perfección para que la estampa sea única. Para poder disfrutar de su actividad hay que acercarse hasta las zonas de marismas y bancos de fango. El pico alargado caracteriza su manera de alimentarse.
Almería, Murcia, Mallorca y Doñana son los único lugares donde uno se puede encontrar con esta colorida especie. Aunque su hábitat esté ligado a zonas costeras también vive en zonas de matorral alto. Se alimenta de vegetación principalmente aunque algunos invertebrados no se escapan de sus ganas de comer.
El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación clasifica a estos ejemplares como raza autóctona en peligro de extinción. Esta raza marismeña tiene una amplia antigüedad en el núcleo de bovinos y aunque su ascendencia es desconocida, dicen que está ligada a las primeras formas derivadas del Uro salvaje.
Otro de los elegantes aves que habitan en el Parque Natural. Los machos de las hembras se distinguen en sus patas y la longitud de sus alas, por apenas 0,4 centímetros. No es hasta los tres meses de edad cuando se puede reconocer a uno de estos ejemplares por su sexo. Además de en Doñana su localización se extiende a otras esquinas de Europa.
No cabe duda de que son ejemplares que pintan de bellas estampas cualquier fotografía en las que aparezcan. Su majestuosidad se vertebra sobre todo con sus cuernos que pueden llegar a tener hasta 20 puntas, debido a su vejez. Sus portentosas carreras por el Parque Natural agrandan la belleza medioambiental de este lugar de ensueño.
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