El espíritu de las Cruces de Mayo inunda Almonaster y sus aldeas

Almonaster la Real recupera sus esperadas Fiestas de las Primavera 2022, que vuelven al municipio tras verse suspendidas en los dos últimos años a causa de la pandemia. Señeras tradiciones que brillan por su gran riqueza patrimonial y la historia que tienen detrás.

El ciclo festivo de primavera del municipio cuenta con celebraciones tan destacadas como las Cruces de Mayo y la Romería de Santa Eulalia, sin duda, dos de las manifestaciones con mayor valor etnográfico en la comarca de la Sierra.

Las Fiestas de la Cruz de Almonaster la Real se celebran desde tiempo inmemorial y se presentan como un tesoro cultural de incalculable valor, concretado en la realización de unos ritos ancestrales que se han conservado prácticamente inalterables con el paso de los años. Junto a la Cruz de la Fuente y la Cruz del Llano, las aldeas de Aguafría, Las Veredas y Calabazares también conservan esta tradición ancestral.

Este fin de semana será la primera gran cita. Es el turno de las Cruces de Mayo de Aguafría, que se celebran desde este viernes 22, hasta el 24 de abril.

La Cruz de Aguafría

En el aspecto festivo, el mes de mayo se ha venido celebrando desde siglos mediante la colocación, en una plaza o un lugar preeminente, de un árbol denominado 'Mayo'. Este árbol suele ser un álamo, un pino o un chopo al que se ha desmochado, dejando sólo la copa y que se adorna con algunos objetos o no, según el lugar.

La costumbre del mayo, aunque ha decaído ante la falta de pujanza del mundo rural, no ha desaparecido. En gran parte de Castilla la Vieja, León, Aragón, Galicia, País Vasco y en determinados lugares de Andalucía, se siguen colocando los Mayos. En Aguafría se coloca junto a la Cruz y en torno a ambos se baila y se canta terminando el Romero.

La figura del Mayordomo ha perdido relevancia en el tiempo. Años atrás era él quien se encargaba de presidir la fiesta e incluso de sufragar los gastos que se originaban, pero hoy tales funciones la desarrolla una comisión de varios miembros, que cada año se elige al finalizar la fiesta de un modo singular: cada comisionado saliente, lanza un cohete al lado de la persona que debe relevarle al año siguiente.

En el primer día de fiesta es la famosa traída de los pinos, una corta romería a un lugar cercano, en el que acompañados por el clásico tamboril, los mozos talan los pinos que posteriormente serán colocados alrededor del pedestal de la Cruz, adornados con flores, banderas y cadenetas.

Al día siguiente se celebra la Santa Misa y su procesión por las empinadas calles de la aldea. Por la tarde tiene lugar el Romero, multicolor y folklórica comitiva, al compás de coplas, cohetes, tamboril, flauta y panderetas. El Mayordomo vestido con faja negra y sombrero ancho adornado con lazo rojo, va acompañado de un diputado, que será mayordomo el próximo año. Ambos van montados a caballo.

El cortejo se dirige a recoger a la Mayordoma, que espera en su casa, ricamente enjoyada, con amplia falda de rayas, ajustado corpiño de terciopelo negro, mantelera con finos caireles y bordados, zapatos de bajo tacón y sombrero adornado por flores naturales (aunque en los últimos años la pamela ha ido desapareciendo). Tras la recogida, se inicia la marcha para pedir permiso al alcalde pedáneo para la traida del romero. Al frente de la comitiva va el Mayordomo con bandera seguido del diputado, a continuación marchan Mayordoma y diputada y seguidamente; el coro de cantoras y tambolirero/a.

Una vez transcurrido el encuentro con el pedáneo, se dirigen a la Iglesia, donde se recogen los manojos de romero fresco y florido que cuelgan del lateral de la portada neomudéjar. Mientras, los cohetes suenan, la espadaña de su torre voltea las campanas y un sonido ronco de gaita y tamboril se deja oír por toda la aldea. Regresan a la Cruz para depositar el romero a los pies del pedestal y tras esto, el Mayordomo le entrega la bandera al diputado capacitándolo para este menester en el próximo año.

Nadie sabe de los comienzos de esta de esta festividad, ni quienes fueron sus progenitores. Sí es conocido que en el año 1898, la Cruz de Aguafría se celebraba con las mismas características que se celebra hoy, gracias en gran medida al tesón y el entusiasmo con que los habitantes de la aldea preparan y mantienen esta hermosa tradición.