Curiosidades de Huelva
¿Dónde está 'La Puerta de Entrada a la Sierra' de Huelva?
La Semana Santa es un momento especial para descubrir la provincia de Huelva a través de su cocina. Los platos de toda la vida vuelven a la mesa de familias y bares para quedarse durante un par de meses. Torrijas y pestiños ganan la partida a las tartas o el chocolate como desayuno o merienda. El bacalao, las espinacas o los garbanzos cobran protagonismo. Se trata de platos que están vinculados a este tiempo religioso de vigilia en la que se invita a no comer carne.
Descubre a qué sabe la Semana Santa en Huelva.
Versionada para la ocasión 'cuaresmal' sin jamón ni chorizo, la sopa de olores de Aroche (muy popular en toda la Sierra onubense) es una suerte de sopa de ajo castellana y cocido de patatas. Se come mucho durante los días de invierno, pero también como reconstituyente en las romerías de comarca y por supuesto en las largas noches de la Semana Santa.
Es el rey de la Cuaresma. Un cocido que sustituye la ‘pringá’ por un poco de bacalao, huevo cocido y acelgas (o espinacas, que hay gustos para todo) y que además de ser un buen reconstituyente posee un sabor único tanto por sus ingredientes como, muy especialmente, porque con una sola cucharada se rememoran todas las semanas santas de antaño.
Un guiso de patatas sin nada más que patatas, ya que la vigilia obliga. Las patatas viudas de Ayamonte (o de Huelva) constituyen un plato sencillo pero bien rico en el que mandan, lógicamente, las patatas, aunque acompañadas de una buena base de pimentón, tomate y ajo. Cuidado al cocinarlas, no nos quedemos sin caldo.
Otro cocido propio de la tierra que cambia el jarrete, la papada, la morcilla o el pollo con dos ingredientes únicos: los chocos y los langostinos. La combinación de ambos con los garbanzos, un buen sofrito de base y un poco pimentón deja cualquier cocina impregnada de un aroma que alimenta por sí solo. Quien lo pruebe está perdido para siempre.
Es una receta tan sencilla que solo quienes saben consiguen hacerlo bien. Aunque la frase que antecede parezca una contradicción, no lo es tal. La raya al pimentón hay que saber cocinarla para que consiga ese sabor único, tan de Huelva, de este plato que hace no mucho tiempo se comía muy a menudo y que ahora parece haberse perdido precisamente porque nadie la hacía como nuestras abuelas. Un plato tradicional de Cuaresma por hay que recuperar.
El gurumelo, como se le conoce, es una joya micológica endémica de la zona central y oeste de Andalucía, especialmente en Huelva y sur de Extremadura y en Alentejo. Es un plato típico del Andévalo y de toda la Sierra de Aracena y Picos de Aroche, con Paymogo como la capital del gurumelo con su feria anual.
Hay tantas formas de degustarlo como gustos. Pero la manera más sencilla y exquisita es a la plancha.
Otra de las recetas de gurumelo más preparadas, sobre todo en el Andévalo, es con arroz. Un plato delicioso que sorprende por el intenso sabor que deja el gurumelo en todo lo que toca.
El bacalao es uno de los protagonistas de la gastronomía de la Semana Santa y es cocinado de múltiples maneras y acompañados por todo tipo de alimentos. Aquí se hace junto al tomate, aunque la cebolla y el ajo también intervienen en su cocinado.
El potaje de espinacas con garbanzos mantiene su presencia en la mesa de muchas familias a pesar de que el frío forme parte de meses pasados. La verdura y la legumbre se unen para formar un dúo muy solicitado.
Los buñuelos de bacalao datan su origen en el siglo XIII. Su receta consiste en pequeñas piezas de bacalao bañadas en una mezcla de harina y huevo que antes de freírlas se sazonan con azafrán para darles color.
Otro potaje típico es el de garbanzos con bacalao, que mezcla tierra y mar en un mismo plato sin necesidad de comer carne. El cuchareo también se practica en primavera.
El dulce por excelencia de la Semna Santa es la torrija. Pan, huevos, leche, azúcar, canela y aceite se unen para conformar un plato casi exclusivo de la primavera y, por tanto, muy esperado por todos los comensales para terminar el almuerzo o de una buena merienda.
La leche frita también ocupa un lugar preferente en los mostradores de confiterías y pastelerías. Este calórico dulce es apropiado para cargar energías durante el desayuno o la merienda acompañado de un café o un batido.
El pestiño, típico en Andalucía, se mantiene como uno de los dulces predilectos a lo largo de todos los tiempos y también tien su sitio durante estas fiestas. Su simple combinación de harina, aceite y miel lo hacen apetecible en cualquier momento del día. Hay multitud de formas de tomarlos. Hay quienes los prefieren recubiertos de azúcar o quien le añade naranja y canela. Aunque la receta más tradicional es la que los recubre de miel. Ahora als hay de chocolates y con sabor a fresas.
Si el potaje de vigilia es el rey, el hornazo es la estrella de la repostería onubense en tiempos de Cuaresma y Semana Santa. De Gibraleón, de San Bartolomé, de Trigueros, de Huelva, de Rociana… Hay prácticamente un tipo de hornazo para cada gusto y en cada pueblo, aunque todos tienen ese inconfundible sabor de la almendra. Es uno de esos productos diferentes de la provincia que los turistas se llevan como rico recuerdo de su paso por Huelva.
Un dulce andevaleño llamativo por su forma, exquisito por su sabor o curioso en su elaboración. Muy parecidas a las flores de miel, para hacer las hojuelas se utiliza una caña que, empleada con tino y algunos peculiares giros de mano y muñeca, consigue darle forma a esta delicia tradicional y casera. Cuidado que enganchan y puede caer un plato en una sentada.
De Isla Cristina o de Ayamonte. Redondas o cuadradas. Hay quien prefiere la una y hay quien prefiere la otra, pero lo cierto es que ambas cocas son de lo más demandado en estos días. En cada una de aquellas localidades se realiza como siempre, de forma artesana, propiciando a menudo reuniones familiares en las casas solo para cocinarlas, aunque este año probablemente será distinto.
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